Un thriller ambientado en el colegio de la princesa Leonor deja al descubierto las leyendas y misterios del internado

La escritora y exalumna del centro Kiki King nos habla de su novela 'El internado'

Por Belén Nava M.

Hay experiencias que marcan para siempre y para Kathleen King haber pasado por las aulas del UWC Atlantic College es una de ellas. Estudiar Bachillerato entre 1994 y 1996 en este centro de Gales en el que ahora está la princesa Leonor hace que la periodista se sienta afortunada y agradecida. Además ahora tiene un nuevo vínculo inquebrantable con el castillo de San Donato (el mismo en el que conoció a su marido) ya que es el telón de fondo de su primera novela, El Internado. Tras trabajar como reportera y redactora en tabloides británicos, Kiki cumple su sueño de debutar en el mundo literario con un apasionante thriller que narra una historia ficticia que transcurre en un escenario real como es esta imponente fortaleza gótica del siglo XII. 

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La autora, que es venezolana y reside en las islas Baleares, ha hecho un viaje al pasado mientras escribía que le ha permitido revivir detalles de su etapa como estudiante, recordar las leyendas que guardaba el colegio y acercarse de nuevo a las costumbres que siguen llevándose a cabo en este internado que para ella es mágico tal y como nos ha contado en una entrevista con ¡HOLA!

-¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

Yo siempre he querido escribir una novela, por eso me lancé al mundo del periodismo. Cuando dejé la universidad vi que necesitaba un poco más de mundo para poder escribir. Entonces aprendí a formar una narrativa, trabajar en equipo... Son cosas que me han ayudado mucho. Ya escribí una novela que nunca se publicó, fue como una práctica durante el embarazo de mi hija. Años después hice una entrevista con vosotros y me inspiré a escribir otra vez, coincidiendo además con la pandemia. Fue literalmente una semana después cuando contactaron conmigo desde una editorial, me preguntaron si se me había ocurrido escribir una novela y a raíz de varias conversaciones me guiaron para escoger una de las ideas que tenía.  Elegimos un thriller ambientado en un castillo, que reconocerás por ser el del UWC Atlantic College.

-¿Qué se pueden esperar los lectores que se pongan frente a las páginas de El internado?

Es un libro que engancha mucho desde el primer momento. Es un misterio, tiene intriga y la gente puede identificarse con la historia porque su protagonista es una mujer joven de unos 24 años que vuelve al colegio donde estudió porque hay una reunión diez años después de graduarse. Hay algo que quiere hacer y no lo logra porque uno de sus compañeros ha desaparecido y nadie la cree. Desde ahí enganchamos una historia de thriller, espías, vueltas al pasado... Te abre los ojos a un mundo que la gente no conoce.

-¿Los personajes tienen tintes de realidad tanto de ti misma como de los compañeros con los que coincidiste en Gales?

La protagonista es periodista y en eso sí comparto muchas cosas con ella. Por ejemplo hay en una parte en la que habla de ser periodista en los ataques terroristas de Londres en 2005, cuando yo también estaba trabajando. Eso es un detalle muy personal porque ese incidente a ella le hace cuestionarse y yo también pasé por eso. La gente tiene mucha ilusión por su carrera y luego la realidad es otra. En cuanto a los otros personajes, son totalmente inventados, pero uno de ellos sí está basado en un buen amigo mío.

Cuando estabas en el internado, ¿había muchas leyendas?

Sí, he usado varias en la novela. Principalmente la de las llaves. Se decía que un alumno tenía todas las llaves del castillo y que se pasaban de un alumno a otro. También había historias de que se podían ver fantasmas y relatos de gente que los había visto en las torres. Además, hay un jardín espectacularmente bonito donde hay muchas estatuas góticas que miran a ángulos distintos y cuando llegas al colegio te dicen que si encuentras el punto donde ninguna te mira, desapareces. A los alumnos nuevos se los ve en el jardín varias veces intentando buscar ese punto.

-¿Esas historias cuándo y dónde las contabais?

Los alumnos del segundo año se lo cuentan a los del primer año. Los alumnos nuevos llegan en septiembre y tienen un par de semanas antes de escoger las clases en las que se presentan las materias escolares, las actividades de servicio comunitario... Hacen eventos especiales en los que se crean comunidades y es ahí donde van transmitiendo los mitos y leyendas tanto del castillo como del colegio.

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-También ejercen como mentores, ¿es así?

El primer año es la introducción al mundo de Atlantic College y el segundo se pone mucho más serio el tema de estudiar y haces el papel de mentor, de ayudar a los que entran. Es super importante el papel que juegan los alumnos del segundo año en sus habitaciones, que normalmente son compartidas entre alumnos de primero y segundo, y toman un papel de liderazgo en cuanto a servicios a la comunidad. En el primer año aprendes y en el segundo es un cambio drástico.

-El colegio es un personaje más de la trama, ¿qué destacarías de este imponente castillo de San Donato?

Sí, el castillo es un personaje de la novela. Es un sitio que me ha marcado mucho y tiene tanta historia... Es un colegio pero es gótico, con torres altas y escaleras estrechas... Es un lugar muy mágico. Tu veías por ejemplo el techo magnífico del comedor, pero ahi estábamos comiendo avena horrible para llegar a la primera clase.

-¿Has buceado mucho a través de fotos en el proceso de creación?

Sí, vi muchas fotos mías, fotos online, mi hermana me mandó fotos de su reunión... He cambiado algunas pequeñas localizaciones. Actualmente hay partes del castillo a las que ya no se puede acceder, como las torres por ejemplo, que mi habitación estaba allí. Fue increíble. Había tres habitaciones dentro de una torre pero ahora no son accesibles.

-Han pasado más de 20 años desde que te fuiste, ¿has podido volver mientras preparabas el libro?

No, fue justo en la pandemia. Mi hermana si volvió en esa época porque estudió allí y tuvo su reunión de exalumnos después de 20 años.  Yo también he vuelto a las reuniones y es algo muy especial, conoces a los alumnos más jóvenes que son fuentes de inspiración.

-¿En qué consisten las reuniones?

Con la pandemia han cambiado porque como no se ha podido hacer estar juntando varios años en una sola reunión. Por ejemplo, cuando ha ido mi hermana estaban los de un año antes y los de un año después, lo cual fue muy grato. Anteriormente se hacían cada 10, 20 y 30 años. Yo tengo un amigo que volvió recién divorciado y está a punto de casarse con una chica con la que coincidió en la reunión. 

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-¿En algunos de esos encuentros coincidirás con la princesa Leonor? ¿Ya la conoces?

No la conozco. Me imagino que, como todos los alumnos españoles, mantienen sus enlaces después de graduarse.  Nos están dando a entender que su experiencia está siendo muy positiva así que imagino que ella va a mantener un vínculo muy estrecho con el colegio.

-Contaba el pasado año la heredera al trono que lo peor era la comida, un punto en el que coincidía con Alexia de los Países Bajos...

Es curioso que no ha cambiado nada entonces. En mi época la comida era horrible también, pero sobreviví, todo el mundo puede hacerlo tomando avena grumosa por las mañanas.

-Al escribir el lbiro imagino que has revivido tu propio paso por el internado, ¿qué fue lo mejor y lo peor?

Lo mejor son dos cosas, por un lado las amistades, que duran hasta hoy en día e incluyen a mi marido, que se graduó conmigo. También me abrió los ojos a otra manera de ver el mundo. Estudié por ejemplo historia en una clase con chicos de Israel y de Palestina. Eso te cambia la manera de ver el mundo y lo he intentado mantener. Lo peor fue la comida y el servicio a la comunidad que hice, porque involucraba el mar, ese mar frío con tiempo terrible. Lo sufrí mucho viniendo del Caribe, pero aprendí y hoy en día aprecio esa experiencia.

-Esa perspectiva que aprendiste es muy enriquecedora, sobre todo para una futura jefa del Estado como la princesa Leonor

Claro, va a ser mucho más importante para ella que para mí. Es un colegio que da variedad de perspectivas y de distintas clases sociales. Yo enseñé a nadar a un chico de Burundi que era un refugiado y tenia una cicatriz que le cubría toda la barriga de haberse escapado del genocidio. Yo había viajado mucho, pero no conocía a gente con otras experiencias de vida. Para alguien como la princesa Leonor, que va a tener un papel tan importante en el futuro de nuestro país, todo esto solo puede ayudarle.

-¿Qué consejo das a los alumnos que pasan allí ya sus últimos meses?

Ahora empiezan a preocuparse por los exámenes porque hay pruebas que se hacen en enero, un simulacro, y los de verdad que son en primavera. Les diría que no se estresen tanto, parece que esos exámenes son lo más importantes del mundo, pero no lo son. Que no dejen de disfrutar de cada momento de estar en el colegio por culpa de unos exámenes. 

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-¿Los padres hacen visitas?

Sí, mi hermana y mi madre vinieron a visitarme. En época de exámenes no es lo mejor aparecer ahí, pero suelen ir una vez. Pero hay estudiantes que sus padres no lo pueden pagar y están al otro lado del mundo, o que no vuelven a sus casas en esos dos años.

-También hablas en el libro de una graduación...

El acto de graduación que describo en la novela no es real, no asisten los padres. Es por y para los estudiantes. Hay una charla que dan dos estudiantes votados por los alumnos, una cena y fiesta. 

-¿Te gustaria que tus hijos fuesen a estudiar a este mismo centro?

Me encantaría que fuesen, pero la decisión tiene que ser de ellos mismos. El colegio busca chicos con esa motivación propia.

-¿Te planteas volver a esas aulas a presentar tu libro?

Me encantaría. Fui cuando trabajaba de periodista para hacer un taller y me gustó mucho, los estudiantes no te lo ponen fácil, hacen muy buenas preguntas.