© JAVIER ALONSO Pablo Lago

El inolvidable periodista falleció en el año 2009

Hablamos con el hijo del mítico periodista Julián Lago, que triunfa en el mundo de la restauración

‘Mi padre era un tío muy auténtico que hacía las cosas porque creía en ellas, aunque también es verdad que tenía poca cabeza y eso le acarreó algunos problemas personales y profesionales’

En casa de Pablo Lago se hablaba seguramente mucho de periodismo. Algo normal, ya que su padre es Julián Lago , fallecido en 2009, un icono del periodismo durante la Transición que fundó revistas como Tiempo y Tribuna y presentó La máquina de la verdad, y su madre es la periodista Natalia Escalada, quien fuera asistente personal del entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez en el Palacio de Moncloa y miembro del equipo fundador del diario El Mundo. Sin embargo, él, pese a haber nacido y crecido en ese ambiente periodístico, nunca sintió la necesidad de explorar ese camino. Estudió Empresariales en CUNEF, prestigiosa Universidad de estudios financieros de Madrid, y, mientras hacía la carrera, decidió convertirse en DJ profesional de música electrónica.

Ahora, a sus treinta y un años (nació el seis de abril de 1990), brilla con fuerza en el mundo empresarial como director de desarrollo de negocio de Madrid Exposiciones y Eventos Urbanos (MEEU), una empresa multisector que tiene entre sus clientes a Zielou , el nuevo restaurante de moda en Madrid, convertido en escenario de una sincera y amena conversación.

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Pablo es hijo de Julián Lago, un icono del periodismo durante la Transición, y de la periodista Natalia Escalada, quien fuera asistente personal del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.

- Para empezar, Pablo, háblanos un poco de este lugar. ¿Cómo y cuándo empezó todo?

- Yo empecé con este proyecto en febrero del año pasado, justo antes del estallido de la pandemia. A partir de ese momento, decidimos dedicar los meses del confinamiento a un replanteamiento del negocio y de la identidad del local, que hemos relanzado finalmente el pasado veintiocho de agosto.

- En cosa de nada se ha convertido en uno de los restaurantes de referencia en la capital, ¿cuál es la clave del éxito?

- Las claves son dos. Por una parte, teníamos claro que, al ser un restaurante, había que hacer que la gente comiese muy bien aquí. Por otro lado, también teníamos clarísimo que había que comunicar que ese cambio se había producido. Esa fue, a grandes rasgos, nuestra hoja de ruta.

- ¿Y qué parte del éxito le corresponde a Pablo Lago?

- El éxito es de todos, no sólo mío, porque el trabajo se ha hecho en equipo y todos hemos aportado cosas distintas. Mi rol ha sido el rol estratégico, pero no hubiera sido capaz de llegar hasta aquí sin trabajar mano a mano con el chef Kiko Solís, con el equipo de sala y con el equipo de marketing.

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En la actualidad, Pablo Lago es director de desarrollo de negocio en MEEU (Madrid Exposiciones y Eventos Urbanos): “Mis padres me dijeron que hiciera lo que quisiera menos periodismo”.

- ¿La mejor expresión para referirse a este lugar podría ser ‘de Madrid al Zielou’?

- La idea no es mala, pero yo lo veo más como un oasis. Uno puede entrar aquí para probar a lo mejor un cóctel y, al final, se queda toda la tarde y acaba cenando. Nuestro objetivo era crear un hábitat, un medio ambiente que haga que el cliente se sienta como en casa.

- Por los celebrities e influencers que pasan por aquí, hay quien puede pensar que es un local de pijos.

- Entiendo que, por el seguimiento de nuestros stories en las redes, alguien pueda llegar a pensarlo, pero las personas con las que nosotros nos sentimos identificados son con las que tienen algún talento y que han destacado por ser buenos en sus trabajos: actores, actrices, cantantes… Lo que queremos es que ésta sea la casa de todos y pensamos que, después del Covid, se va a recuperar ese espíritu de querer mezclar al público de Malasaña con el de La Moraleja o el de la Puerta del Hierro.

- En todo este tiempo, ¿cuáles son los comensales que más ilusión te ha hecho que visitasen el restaurante?

- Me hizo muchísima ilusión el último evento que celebramos con motivo del cambio de la carta. Fue un momento muy bonito porque te encontrabas a personas muy dispares que se conocían y que llevaban mucho tiempo sin coincidir en ningún sitio.

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Estudió Empresariales en CUNEF y, mientras hacía la carrera, decidió convertirse en DJ profesional: “La música jugó un rol muy importante en mi vida en un momento muy difícil, que fue cuando murió mi padre”.

- Entre los que han pasado por aquí están Felipe y Victoria de Marichalar, con quienes mantienes una buena amistad. ¿Qué opinas de lo que reflejan de ellos los medios, se corresponde con la realidad?

- Prefiero no entrar a valorarles personalmente porque creo que es un tema muy subjetivo. Quien los conozca tendrá una visión de ellos y, quien no, tendrá otra.

- Con 23 años, estudiando empresariales, decidiste convertirte en DJ y has trabajado también como productor musical de Sofía Ellar. ¿Nunca dudaste entre dedicarte a la música o la empresa?

- La música jugó un rol muy importante en mi vida en un momento muy difícil, que fue cuando falleció mi padre. Para mí fue una vía de escape sana y, al mismo tiempo, me enseñó mundo, me abrió la mente y me permitió conocer a muchísimas personas. Sin embargo, cuando empecé a sentir que ya no podía aprender nada más que cosas técnicas, me dije: ‘Renuncio a este tipo de vida’.

- ¿Te has retirado definitivamente?

- Sí. La última fiesta que hice fue la de la Nochevieja previa a la pandemia. La celebramos en la sala Lab. Fue una fiesta muy bonita, a la que acudió incluso mi madre. Se llama Julien Leik & Friends. Esa fue mi despedida. No me veía trabajando en horarios difíciles con cuarenta años y tampoco me apetecía estar rodeado de personas borrachas que sólo pensaban en cosas banales y que me miraban de manera superficial. Eso no era lo que había mamado en casa y no dudé en cortar con ello a pesar de renunciar a mucho dinero.

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“He seguido un camino singular y no me arrepiento. También es verdad que me lo han permitido, he tenido mucha suerte”.

- ¿Esa vena artística le sorprendió a tu madre?

- Sí. En realidad, soy muy como ella. Mi madre, en su generación, fue una de las primeras que estudió y eso, en su casa, fue una rebelión. La mía fue la de dedicarme a la música cuando estudiaba en CUNEF. En vez de irme al reservado pijo al que iba todo el mundo, me iba a escuchar música a las afueras de Madrid. He seguido un camino singular y no me arrepiento. También es verdad que me lo han permitido, he tenido mucha suerte.

- ¿Cómo es posible que el hijo de dos grandes de la comunicación no haya heredado la pasión por el periodismo?

- Por un lado, nunca sentí la llamada y, por otro, mis padres me dijeron que hiciera lo que quisiera menos periodismo. Decían que era un mundo muy difícil y que no querían que viviera lo mismo que habían vivido ellos.

- ¿En algún momento de tu vida has sentido que ser un ‘hijo de…’ era más una carga que un privilegio?

- No, porque me fui a un sector en el que ellos no conocían a nadie. Les dije: “Quiero ser músico”. Y me planté en Ámsterdam. Estuve viviendo allí varios años para ver si podía conocer a los grandes productores.

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“He tenido mucha suerte de tener los padres que tengo y él fue un número uno en todo”.

- Como DJ te pusiste el alias de Julien Leik, todo un tributo a tu padre, ¿sentías la necesidad de hacer algo para recordarlo?

- He tenido mucha suerte de tener los padres que tengo y él fue un número uno en todo, así que quise que, a mi manera, siguiera viviendo. En cierto modo era como estar con él y también tenía la sensación de que una parte de él estaba en mí.

- ¿Qué consejos y recuerdos guardas de él?

- Mi padre era un tío muy auténtico que hacía las cosas porque creía en ellas, aunque también es verdad que tenía poca cabeza y eso le acarreo algunos problemas personales y profesionales. También era amigo del panadero, del político o de cualquier persona con la que conectara. Yo soy igual. Estudié en un colegio muy pequeñito de La Moraleja, pero he tenido amigos de todo tipo y de todas las clases sociales. Lo único que me importaba es que fueran buenas personas, que fuesen auténticos y que tuvieran valores similares a los míos. Desgraciadamente, mi padre apostó por irse a Paraguay por la novia que tuvo y las apuestas, como todo en la vida, te pueden salir bien o salir mal. En ese sentido, mi padre y yo somos distintos. Yo soy un tío más tranquilo con las chicas. Él, que era muy pasional e impulsivo, decidió marcharse y a mí esa decisión me ha impedido disfrutar de un padre siendo ya adulto. Mi madre está a mi lado y es una referencia inmejorable, pero también me habría gustado escuchar el punto de vista opuesto de él.

-¿Has llegado a sentir la necesidad de su compañía en algún momento especial de tu vida?

-En realidad, siempre llevo conmigo las personas que me han marcado y mi padre va a estar siempre en mí. No es cuestión de un día. Yo, cada vez que actúo, pienso en la persona que quiero ser y esa persona tiene que ver con mi padre y con mi madre.


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