Emilia Clarke revela que sufrió dos aneurismas en la etapa en la que rodó 'Juego de Tronos'

La actriz ha escrito un emocionante ensayo sobre los problemas de salud que ha experimentado desde que en 2011 empezó a encontrarse mal mientras entrenaba

Por hola.com

Han pasado ocho años desde que Emilia Clarke, que interpreta a la famosa madre de dragones en Juego de Tronos, sufriera una hemorragia subaracnoidea que podría haber acabado con su vida. Fue tras rodar la primera temporada de la serie de HBO, que ya prometía ser todo un éxito. Estaba entrenando el 11 de febrero de 2011 cuando empezó a encontrarse mal en un entrenamiento y terminó derrumbándose en el baño, tras lo que se nubló su consciencia y solo notó a ratos cómo la llevaban a un hospital en el que no sabían muy bien qué le pasaba hasta que le hicieron un escáncer cerebral. Así lo ha narrado ella misma en un emocionante ensayo que ha compartido en el medio estadounidense The New Yorker.

Primeras imágenes de Emilia Clarke, protagonista de Juego de Tronos, junto a su nuevo amor

Había sufrido un derrame que podría haber acabado con su vida y no fue hasta más tarde cuando supo que un tercio de las víctimas de este tipo de accidente cardiovascular muere en el momento o poco después. Tenían que operarla de urgencia, algo que a Emilia le costó lo suyo procesar: "No tenía tiempo para una intervención cerebral, estaba viviendo una vida muy ocupada", explica la actriz en su texto. Tenía solo 24 años cuando permaneció inconsciente en un quirófano durante tres horas, y no fue la última vez que vivió algo así, aunque considera que tampoco fue la peor.

No tuvieron que abrirle el cráneo para esta intervención, considerada "mínimamente invasiva", pero cuando se despertó sufría un terrible dolor, con visión limitada y con un tubo atravesándole la garganta. Unos días después, cuando le dieron la oportunidad de hablar, entró en un estado de pánico cegador porque no podía recordar su propio nombre. "Pronuncié algunas palabras sin sentido y a tumbos. Nunca había sentido un miedo como ese, la sensación de que un destino terrible se cernía sobre mí. Podía ver la vida que me esperaba y no merecía la pena. Soy actriz, necesito recordar mis diálogos y no era capaz de decir mi propio nombre", revela con sinceridad.

"En mis peores momentos quería que me desconectaran. Le pedí a los médicos que me dejaran morir. Mi trabajo, que era el sueño de mi vida, que centraba en el lenguage, la comunicación. Sin eso estaba perdida", explica en su ensayo, titulado 'Una batalla por mi vida'. Este trastorno, que se llama afasia, pasó al cabo de unos días y, tras un mes ingresada, pudo volver a su casa. Eso sí, tenía trabajo esperándola: en su agenda había ya entrevistas y en cuestión de semanas tenía que volver al set de rodaje de Juego de Tronos para su segunda temporada.

Eso sí, tenía que seguir acudiendo a revisiones cada cierto tiempo porque un segundo aneurisma de menor tamaño acechaba en otro lugar de su cerebro. Se pasó los siguientes meses sintiéndose débil e insegura y, durante las giras de prensa de la famosa serie de HBO se veía obligada a tomar dosis de morfina entre entrevista y entrevista. No quería que lo que le había pasado saliera a la luz y así se lo pidió a sus jefes, pero se encontraba agotada y apenas podía mantener el ritmo: "Cada minuto del rodaje de la segunda temporada pensaba que me iba a morir". 

Tras el final de la tercera temporada, Emilia entró a formar parte de un espectáculo en Broadway y durante una revisión rutinaria en Nueva York le dijeron que el tamaño de su aneurisma se había duplicado y tenían que volver a operarla. "Me prometieron una intervención relativamente sencilla, más fácil que la última vez", revela, pero no fue así. Se despertó gritando de dolor, había salido mal y tenía un sangrado masivo, así que tenían que meterla una vez más en el quirófano y esta vez abrirle el cráneo. Y tenía que ser inmediatamente.

Volvió a pasar un mes en el hospital, aunque esta vez no sufrió efectos secundarios de la operación. Unas semanas más tarde estaba en la ComicCon de San Diego, frente al público, dando entrevistas de nuevo. Y desde entonces ha mejorado hasta alcanzar su 100% seis años después. Este proceso le ha ayudado a darse cuenta de la suerte que ha tenido y lo importante que es que, más allá de su trabajo como actriz, trabaje de manera solidario para ayudar a aquellos que están recuperándose de daños o infartos cerebrales. "Siento gratitud infinita, hacia mi madre, mi hermano, mis médicos y enfermeros, mis amigos. Todos los días echo de menos a mi padre, que murió de cáncer en 2016, a quien no puedo darle las gracias lo suficiente por darme la mano hasta el final. Hay algo muy gratificante de llegar al final de Juego de Tronos, soy feliz por estar aquí para ver el último capítulo de esta historia y el principio de lo que sea que venga después", finaliza.