'No te preocupes por mí', el nuevo sencillo de Leiva que invita a la reflexión

Publicada como adelanto de su próximo álbum, 'No te preocupes por mí' ya supera el millón de reproducciones en Youtube

Por Loreto Sesma

El otro día me preguntó una seguidora por un mensaje privado qué canción elegiría para definir mi estado vital actual. Supe al segundo que era, sin lugar a dudas, No te preocupes por mí. Al momento me contestó y me dijo: “¿podrías escribir un artículo sobre ella?”. Dicho y hecho, aquí está. No te preocupes por mí es el nuevo single de Leiva, así como el adelanto del que será su próximo disco. Para ser completamente honesta, no me quedé prendada en la primera escucha. Para ser todavía más sincera, eso siempre me pasa cuando algo me atrapa de verdad, y esta vez ya no solo hablo de canciones. Es como cuando pruebas por primera vez un alimento desconocido o viajas a ese lugar del mundo al que todos quieren ir, que cuando lo ingieres, o lo conoces, piensas que tampoco es para tanto. Pero entonces pasan unos segundos, tu paladar se queda desnudo ante el sabor y tus pupilas se desempañan; tu cerebro, por fin, despierta.

Es la voz, la melodía y ese sonido tan suyo que hace que Leiva pueda presumir de tener una identidad y una esencia. Es la letra y la capacidad que tiene de conseguir que sea una canción la que te escuche. Supongo que la lógica invita a que la siguiente pregunta es la de por qué esta canción es la que cuenta en verso de canción mis instantes, y precisamente por eso, contesto con lo que dice Leiva en una de sus estrofas con eso de que “últimamente siempre estoy en mi peor momento”. Porque cada vez que la vida gira de forma brusca y uno no tiene tiempo de frenar, cuando llega la lágrima y se impone, cuando se tiene que seguir y no sabes cómo; de repente algo o alguien aparece y te dibuja una salida de emergencia.

Todos soñamos alguna vez con escapar. Yo en esa ensoñación he llegado a viajar a lugares que no habría podido conocer de otra manera: rincones del subconsciente, esquinas del olvido, fogonazos de la infancia, embriones de ilusión conjugado en futuro. Lo hago desde pequeña, me pongo esa canción que me acuna de día por todo lo que no me deja dormir de noche, cierro los ojos y empiezo a viajar. ¿A dónde voy? Allá donde las cosas ya no duelen, donde todo son bailes, donde ni siquiera estas teclas que ahora presiono suenan como disparos, donde alguien me coge la mano y me dice “tengo un plan, salir corriendo hasta que todo se acabe”. Y entonces corremos, corremos sin llegar a ningún lado porque ya ni eso nos importa. Corremos y ya no lo hacemos porque alguien nos persiga. Corremos porque estamos sedientos, ávidos de adrenalina y electricidad. Corremos porque estamos vivos, tan vivos que después del golpe necesitamos volver a empezar.

“Después de superar mi límite mental he vuelto a remontar de repente”.