Ana Boyer y Fernando Verdasco, siempre de aeropuerto en aeropuerto, continúan con su periplo por los torneos más importantes del mundo. Como en una eterna luna de miel, su última cita con el tenis les ha llevado hasta nuestro país, donde han vivido una jornada inolvidable en el Mutua Madrid Open. El deportista, que ya ha alcanzado 16 participaciones consecutivas en esta competición, llegó a las 500 victorias a lo largo de su carrera profesional tras imponerse al italiano Paolo Lorenzi por 7-5 y 6-4.
"No puedo describir con palabras lo que siento al ganar mi victoria 500 en Madrid. Algo inolvidable que recordaré toda mi vida. Estas 500 victorias se las quiero dedicar a toda mi familia y a todas las personas que están y han estado ahí cada día de mi carrera apoyándome, animándome, aguantándome y sufriendo conmigo. Ahora toca ir a por la 501 y ojalá algún día poder llegar a las 600. Muchísimas gracias de todo corazón", publicó Verdasco en su cuenta de Instagram junto a estas imágenes.
Ana, que se ha convertido en el mejor talismán del tenista, disfrutó del partido con un 'look' muy primaveral. A sus 29 años recién cumplidos, presumió de figura con un vaquero blanco, camiseta de manga corta del mismo color, chaleco beis y complementos (bolso y cinturón) en tonos marrones. El toque de color lo ponían sus uñas pintadas de rojo y sus gafas de sol con cristales azules.
Ana y Fernando se dieron el 'sí, quiero' el 7 de diciembre de 2017 en la paradisíaca isla de Mustique, en el Caribe. "Esperamos ser una pareja superfeliz y unida para el resto de nuestras vidas", aseguraron los felices novios tras la boda. Tan sólo hubo un ausente destacado al enlace y ese no fue otro que Enrique Iglesias, hermano de la novia, que en aquel momento estaba a punto de convertirse en padre por primera vez. Días después nacieron sus mellizos, fruto de la relación que mantiene con la tenista Anna Kournikova.
Cuando no viajan, Ana y Fernando disfrutan de su vida en Doha. Allí tiene establecida su residencia el tenista, ya que posee una magnítica casa cerca del desierto, y desde los inicios de su noviazgo la hija de Isabel Preysler tuvo claro que le acompañaría allá donde él fuera.
