El año 2017 será sin duda uno de los más señalados para Francisco Rivera ‘Paquirri’. El diestro, inmerso en plena temporada taurina, dice adiós a los ruedos este mismo año con broche de oro en Ronda, tras sus “25 años toreros” desde su debut en la misma plaza en la que dirá su adiós definitivo.
Francisco ha hecho un parón en medio de sus compromisos profesionales para vivir uno de los momentos más emotivos para él, su último camino del Rocío en activo. Como informábamos en HOLA.com, el torero ha culminado su peregrinación de la mano de su esposa, la diseñadora Lourdes Montes, gran apoyo de Rivera en todo momento. Lourdes, de hecho, ha convertido como suya la devoción de su marido y no se pierde ninguna de las citas anuales para rendir homenaje a la Virgen del Rocío.
El diestro volvía a lucir la medalla de su hermandad, Triana, una de las más populares y la misma con la que su madre, Carmina Ordóñez, vivió la devoción familiar. Pocos conocen la especial relación que une al torero con la fe a la Blanca Paloma y es que, Francisco, que solía hacer de niño el camino junto a la desaparecida Carmina, dejó de acudir a la cita durante varios años; los mismos en los que su carrera taurina estaba en los más alto y le exigía todo su tiempo y dedicación. Fue la muerte de su madre el gran revulsivo del torero para retomar la tradición y acrecentar la gran fe que le une a la patrona de Almonte.
La figura de Carmen siempre está presente en la vida del maestro y en el Rocío se hace más patente aún si cabe, buena prueba de ello, son las imágenes que unen a madre e hijo en el tiempo y que hoy cobran un gran significado. Y es que, Francisco siempre está acompañado por gran parte del grupo de amigos con los que Carmina realizaba cada año su particular peregrinación.
Los momentos atravesando los puntos más emblemáticos del recorrido, como el paso por el río Quema, o el instante en el que los peregrinos limpian sus pies después de una larga jornada, muestran que el diestro es el digno heredero de Carmen tanto en la tradición como en el fervor religioso.
Una fe que también ha acompañado durante estos 25 años de fructífera carrera que en pocos meses vivirá su retirada. Un adiós que, aunque definitivo, no aparta a Francisco de su gran pasión ya que como él mismo aseguraba a Espejo Público, programa en el que colabora: “Que me retire no quiere decir que deje de ser torero”.
