Estudiante de historia, recién jubilada… así es la discreta vida de Paloma Rocasolano, madre de doña Letizia

Tras su jubilación, tendrá más tiempo para sus estudios de Historia del Arte y ejercer de abuela

Por hola.com

Se jubiló el pasado mes de abril de su trabajo como delegada en el Sindicato de Enfermería, SATSE, y comenzó una nueva etapa de su vida. La siempre discreta Paloma Rocasolano, la madre de la reina Letizia, ha dicho adiós al mundo laboral a sus 65 años, despidiéndose de los compañeros del Sindicato de Enfermería SATSE, donde estaba al frente de Vacaciones Solidarias, desde 2005. Un programa de Cooperación Internacional que, como diría la propia Paloma en Enfermería Global nació en “respuesta a la demanda de enfermeros españoles que quieren, durante su mes de vacaciones, iniciarse en el mundo de la cooperación y realizar acciones de solidaridad, observar cómo trabajan sus homólogos en países con menos recursos…”.

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Ahora que no tiene compromisos laborales, ha iniciado una fase nueva en la que las carpetas llenas de apuntas son su  mejor complemento. Y es que podrá centrarse más en sus estudios de Historia del Arte, una carrera que cursa en la UNED, aunque eso sí, sin descuidar su faceta de abuela de cuatro nietas: Leonor, Sofía, hijas de la Reina, Carla Vigo –su madre Erika falleció hace diez años- y Amanda, la hija de Telma.  Entregada a su familia, Paloma, siempre sonriente, siempre discreta, se mueve por Madrid en autobús, "oculta" tras unas grandes gafas de sol, y sigue viviendo en una buhardilla de 37 metros en la Calle de la Bola, una casa sin ascensor, a la que se mudó hace años tras abandonar el piso de Moratalaz que compró tras su divorcio de Jesús Ortiz (1998).

Su rostro, juvenil y sereno, no refleja todos los recuerdos que guarda en la memoria. Y es que siempre hay algunos difíciles de asumir como la pérdida de un hijo, un duelo que lleva en silencio. Su hija Érika y ella cumplían años con un día de diferencia y así el pasado abril, cuando Paloma celebró su 65 aniversario, su hija hubiera cumplido 41 años. Paloma sigue sonriendo pese al dolor, demostrando su fortaleza.

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Nunca se le ha conocido relación sentimental alguna tras separarse de Jesús Ortiz, padre de sus tres hijas. Se casaron el 2 de octubre de 1971 - no se había cumplido el año de noviazgo- en la Iglesia del Cristo de las Cadenas. Una celebración íntima e informal muy alejada de las ceremonias al uso que fue oficiada por el carmelita Fernando Ezquerro a las diez de la mañana. El mismo que bautizó  a la pequeña Letizia un año después, el 29 de septiembre de 1972, en la parroquia de San Francisco de Asís de Oviedo. Paloma no era todavía mayor de edad y contó con el favor de sus padres para poder casarse. Y, Jesús, de 21, iniciaba su carrera periodística en Asturias. La novia llevaba uno de sus vestidos preferidos, “minifaldero” de manga larga del mismo color, negro, que el traje del novio; el pelo suelto con un recogido muy sencillo, zapatos de charol y cartera de mano a la moda de la época y dos rosas de tallo corto. 

El primer hogar de los Ortiz Rocasolano –un piso de alquiler en General Elorza en Oviedo, en el que sus tres hijas compartían habitación y no tenían  televisión, porque había que fomentar la lectura- estaba cerca del ambulatorio de La Lila dondePaloma estrenó su diplomatura en enfermería hasta que se trasladaron a Madrid. Paloma se dedicaba entonces a su trabajo, a sus hijas y a su pasatiempo favorito en aquel entonces: el “patchwork”. Una estabilidad que se truncó en 1998, cuando el matrimonio se rompe. Paloma pasó entonces por un difícil período, vendió la casa en Rivas y compró el piso de Moratalaz donde vivió durante años –incluso la hoy Reina se trasladó con ella durante algún tiempo-  hasta que tomó la decisión de dejársela a sus padres, ya mayores. Ambos han fallecido ya -Enriqueta, en 2008, a los 89 y Francisco, en 2015, con casi cien años-. Una vida llena de instantes y discretas apariciones públicas -acontecimientos familiares de los Reyes así lo han requerido o los premios Príncesa de Asturias a los que nunca falta-, que escribe ahora un capítulo diferente, un capítulo más.