En 1986, Isabel Preysler entrevistó a Mario Vargas Llosa en la revista ¡HOLA!

por hola.com

Tal y como contó la propia Isabel Preysler en Londres, en la cena de Porcelanosa a la que asistió como invitada del príncipe Carlos, conoció a Mario Vargas Llosa después de entrevistarle para la revista ¡HOLA! “Vi por primera vez a Mario (Vargas Llosa) en San Luis, Misuri, cuando le entrevisté para ¡HOLA! A partir de entonces, Miguel y yo entablamos una buena amistad con Mario y su mujer, que se ha mantenido durante todos estos años”.

- En ¡HOLA!: Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, fotografiados juntos en un almuerzo para dos en Madrid

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De esa entrevista hace ya casi treinta años, ya que se realizó en el año 1986, concretamente en el mes de julio. Isabel contaba entonces: "Yo le conocí en San Luis, Misuri, adonde había sido invitado por la Universidad George Washington para dar una serie de conferencias durante un mes". En dicha entrevista, decía Isabel, estuvieron “charlando de mil cosas”. La literatura fue por supuesto parte importante de esta conversación, de la que reproducimos algunas preguntas.

¿Cuál crees que es tu mejor libro?
Eso es como si le preguntas a un padre cuál es su mejor hijo. Es una elección difícil porque, aunque tengas tus preferencias, sientes escrúpulos en revelarlas. Si tuviera que destacar uno de mis libros, sería La guerra del fin del mundo porque es el que me tomó más trabajo.

¿Te gustaría que algún día te concedieran el Premio Nobel? (lo obtuvo en el año 2010)
Me parece que un escritor debe tratar de evitar pensar en el Premio Nobel porque es un pensamiento corruptor. He conocido a algunos escritores a los que la ambición, la tentación del Nobel, llego en cierta forma a estropearles la vocación: empezaron a escribir un poco en función de ese premio y eso fue catastrófico para su trabajo.

¿Y tú consigues no pensar en él?
Sí. Yo empecé mi carrera literaria con mucha suerte y gané varios premios, que me hicieron una gran ilusión. Ahora a medida que me vuelvo más viejo, o menos joven, me doy cuenta de que lo que más me importa es mi propio trabajo. El mayor premio para mí es acercarme al libro ideal que me gustaría escribir.

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¿Cómo describirías tu evolución literaria?
Yo he ido cambiando en muchas cosas, en mi manera de pensar sobre las personas, sobre mi país… (…). Pero si hay algo permanente en mi vida, es mi vocación: descubrí muy joven que para mí la literatura era lo más importante y que para poder escribir una obra digna era necesario sacrificar todo a la literatura y no sacrificar la literatura a nada. Y en esa entrega casi total se encuentra al final la mayor satisfacción, la mayor recompensa.

¿Tú crees que se escribe mejor con el paso del tiempo?
Yo creo que un novelista es mejor cuanta más experiencia tiene, cosa que no ocurre con los poetas. Esa es la gran razón para que no haya grandes novelistas muy jóvenes. En la poesía, en cambio, se han dado casos como el de Rimbaud, que era un niño, un adolescente, cuando escribió una obra inmensamente rica y profunda. Pero la novela es un género que exige una experiencia de la vida que solo da el tiempo, el paso de los años (...).

¿En qué medida son autobiográficos tus libros?
En todos mis libros, aun en aquellos en los que no aparezco (…), siempre he utilizado experiencias personales. El punto de partida es siempre alguna experiencia personal. Ahora bien, eso no quiere decir que las novelas que yo escribo sean una autobiografía simulada, sino que necesito, como punto de arranque para fantasear, para imaginar, para inventar unas experiencias personales alguna cosa que me ha ocurrido, una persona que he conocido, algún hecho que ha provocado en mí un gran impacto (…).

¿Has leído El amor en los tiempos del cólera?
Todavía no, pero lo ha hecho ya toda mi familia y es uno de los libros que tengo ahí, haciendo fila para ser leídos.

¿Cómo ha ido cambiando con el tiempo tu relación con García Márquez?
Mi relación personal con García Márquez, en una época, fue muy estrecha. Eramos muy amigos y, en un momento dado, esa relación, bueno..., dio paso a un distanciamiento por desavenencias personales (...).

Además de ser amigos, tú escribiste un libro sobre él...
Claro, es un ensayo titulado Historia de un deicidio. Mi relación con la obra de García Márquez no ha cambiado y tengo un gran respeto por ella.

Tú has vivido un tiempo en España. ¿Ha influido algo esa época en tu vida y en tu obra?
Ha influido mucho. Ha sido fundamental tanto en mi ivda como en mi obra. En el año 58 tuve una beca para hacer el doctorado en la Universidad de Madrid y ese año fue, quizá, el año más importante para mí porque tomé la decisión de ser un escritor, de dedicar mi vida a la literatura. Hasta entonces, aunque la literatura era muy importante para mí, yo pensaba ser abogado o profesor universitario y sólo en Madrid fui capaz de razonar: si la literatura va a ser una actividad de los domingos, nunca voy a llegar a ser un escritor (...).

¿En algún momento de tu vida, ¿te ha asustado la soledad?
Si me hubieras preguntado eso hace algún tiempo, te hubiera dicho que sí, que la soledad es algo que a mí, salvo en las horas que paso encerrado en mi escritorio, me aterra. Estaba tan abrumado por la cantidad de gente que se me cruza, que entra en mi vida, que me obliga a hacer cosas que no quiero hacer y que interrumpe mi trabajo…, que decidí marcharme (…). Esa experiencia de dos meses de soledad casi absoluta fue una experiencia maravillosa porque trabajé, leí, escribí y tuve realmente una intensa vida intelectual y espiritual (…).