Comienza su nueva vida. Y lo hace con nuevos retos, tras poner fin a la pesadilla vivida tras el inesperado fallecimiento de su marido, el cámara de televisión Mario Biondo, hace ya un año y medio. Tras publicar su primera novela, Mañana a las seis, que va ya casi por su quinta edición, Raquel Sánchez Silva está centrada en su proyecto empresaria, Baraka, un negocio de telas para el hogar y en otras “aventuras” como la customización de botellas de vino, un trabajo que, por ahora y de manera ocasional, ha realizado para Campo Viejo y que dio a conocer con motivo de la presentación de la iniciativa Street of Colour, puesta en marcha por la bodega en el barrio de Las Letras de Madrid.
¿Cuál es tu estado de ánimo en este momento, Raquel?
Me encuentro bien y en el buen camino.
¿El trabajo te ha ayudado a sobrellevar los malos momentos vividos en los últimos meses?
Desde luego. El trabajo y, muy especial, la novela, me han servido como evasión y también como terapia. La cantidad de cariño, abrazos y besos que he recibido gracias a ella es impagable. Todo lo que he tenido a mi alrededor ha sido tan bueno que lo malo no ha llegado a mí.
Tu pareja, Matías Dumont, también ha jugado un papel importante ¿verdad?
De mi relación con Matías prefiero no hablar, por prudencia y por aprendizaje. Mi experiencia pasada me ha servido para darme cuenta de lo vulnerable que es tu intimidad y del daño que se le puede hacer. He aprendido a mimarla y a guardarla celosamente.
¿Qué otros proyectos tienes de cara al futuro?
Estoy trabajando un nuevo libro y esperando una llamada para hacer televisión. Mientras tanto, tengo puesta mi cabeza en Baraka, empresa que he puesto en marcha con Tomás Alía y Pedro Albaladejo. Pensamos que el textil de hogar tiene potencial y nos hemos metido de lleno con telas que traemos de Marruecos y con la idea de volver a la artesanía española.
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