El Papa Francisco nos ha dejado hoy una inusual imagen en la audiencia de esta mañana en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Y es que en esta tradicional cita de los miércoles, en la que se reúne con cientos de fieles llegados de todo el mundo, también llegó un invitado inesperado: el viento.
Mientras leía sentado en las escaleras de la Basílica, una fuerte ráfaga hizo que volara el casquete de seda con el que cubre su coronilla, llamado solideo. Pero no fue la única mala pasada que le jugó el viento, ya que también levantó en varias ocasiones parte de su hábito, la esclavina, cubriéndole el rostro. Pero aún así, continuó leyendo sin inmutarse y hablando del sacramento de la Confesión.
El Papa Francisco, como siempre muy cercano a sus fieles, también estuvo plantando cara al viento mientras saludaba a la gente desde el papamóvil y supo poner una sonrisa a la adversidad. Ni el viento consiguió robar un ápice de carisma al Pontífice, ni tampoco logró disipar la intensidad de su mensaje: ‘No tengan miedo de la Confesión. Cuando uno termina de confesarse sale libre, grande, bello, perdonado, blanco, feliz‘.
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