Nombre: Hiro-no-miya Naruhito Shinno
Nacimiento: 23 de febrero de 1960
Lugar: Tokio, Japón
Padres: hijo mayor del emperador Akihito y de la emperatriz Michiko
Estudios: Graduado en el Departamento de Historia de la Facultad de Letras de la Universidad de Gakushuin, especializado en Historia Medieval de Japón
Matrimonio: se casó el 9 de junio de 1993 con Masako Owada, diplomática; hija del ex viceministro de Asuntos Exteriores de su país y nieta del empresario Yutaka Egashira
Naruhito se convertirá en el 126 emperador del Reino del Crisantemo. Y junto a él, Masako Owada, mujer brillante que ha ocupado diversos cargos dentro de la diplomacia de Japón. Ambos aman su país, y terminan sucumbiendo a sus tradiciones; pero se han educado en la vieja Gran Bretaña. Él finalizó sus estudios en la Universidad de Oxford (realizó una tesis sobre el transporte marítimo en el río Támesis allá por el siglo XVIII); ella pertenece a Harvard (se graduó cum laude en junio de 1990 en Económicas).
Su visión cosmopolita no les impide respetar las tradiciones del país que reinarán. El matrimonio del príncipe heredero (coronado formalmente para tal fin en su treinta cumpleaños, un 23 de febrero de 1990, siguiendo un rito del siglo VIII) ha sido desde el principio muy seguido por la prensa. Para el milenario Trono japonés el nacimiento de un varón era muy esperado. Cuando, tras semanas de especulación en prensa y presiones en extremo, la princesa Masako sufrió un aborto natural el 31 de diciembre de 1999, Japón lo vivió como un luto amargo que, cada vez, pesaba más en la pareja de herederos. Pero, tras las incertidumbres, un nuevo anuncio oficial, esta vez el 15 de mayo de 2001: la princesa Masako estaba embarazada de nuevo y todo parecía presagiar fortuna en esta ocasión.
Naruhito, desde bien joven, ha representado a su padre en numerosas ocasiones. En la época de estudiante, viajó por el mundo entero y siempre quiso conocer costumbres y modos de vida que se alejaban de las pautas seguidas en el Japón milenario. Sin embargo, a la hora de vivir en su tierra y con los suyos, asumo a la perfección los diversos ritos entre los que viven sus conciudadanos: el día de su boda lo hizo por el rito sintoísta; las celebraciones por el enlace duraron tres días, y así, como una constante, el príncipe Naruhito y su esposa saben dar una de cal y otra de arena: una de modernidad y otra de tradición, siendo así imagen viva del Japón de hoy.
El príncipe heredero, Naruhito, espera el devenir de los acontecimientos con una intensa actividad oficial y, si es posible, algunos instantes de ocio, que dedica a sus grandes aficiones: la música clásica (toca el violín y la viola) y la montaña.