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Desde mini barrios hípsters en los que descubrir qué está a la última a una de las mayores comunidades de judíos ultraortodoxos del mundo. De la montaña rusa más icónica del planeta a unas vistas de Manhattan que quitan el hipo. Dicen que si Brooklyn fuera una ciudad, sería la cuarta más grande de Estados Unidos tras Nueva York, Los Ángeles y Chicago. Un enclave con una interesante historia, pues fue fundado por los holandeses llegados a América en el siglo XVI, que se despliega en el litoral del East River y que, desde hace décadas, concentra gran parte de las miradas de quienes nos aventuramos a visitar Nueva York. Un destino vibrante que siempre se las apaña para seguir sorprendiendo. Y en cuyas calles se despliegan mil y un atractivos que te contamos ahora. 

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Que Manhattan es uno de los imperdibles que visitar de todo aquel que viaja a Nueva York es un hecho: pasear entre los altísimos rascacielos de su distrito financiero es una experiencia única. Pero, ¿qué tal admirar su skyline desde la distancia? Para ello cruzamos el icónico Brooklyn Bridge, una de las puertas de entrada al barrio que nos ocupa y una increíble obra de ingeniería: levantado entre los años 1870 y 1883, en el momento de su inauguración fue el puente colgante más grande del mundo.  

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Una vez al otro lado del río, giramos a la izquierda: toda la zona que se extiende entre nosotros y el Williamsburg Bridge recibe el nombre del mítico personaje de Walt Disney —aunque nada tiene que ver con él—. DUMBO, cuyas siglas significan Down Under Manhattan Bridge Overpass, comprende un buen puñado de calles en los que antiguos edificios y almacenes han sido reconvertidos en mercados gastronómicos, viviendas de lujo, boutiques de moda y restaurantes alternativos: la famosísima pizzería Grimaldi´s (grimaldispizzeria.com), que suele contar con una considerable cola de gente esperando en su puerta, es todo un referente.  

 

¿Vas a viajar a Nueva York por primera vez? Errores que debes evitar 

 

Antes de seguir, tendremos que acercarnos hasta el paseo que discurre junto al río para hacernos la foto obligada: con el East River tras nosotros, y las altas torres de los rascacielos como el Chrysler o el Empire State de fondo, ¿para qué querremos más? 

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Antes de poner los pies en el barrio de Williamsburg, bien merece la pena alejarnos de nuevo un poco para pasear entre los clásicos edificios llamados brownstones de Brooklyn Heights: son aquellas construcciones en ladrillo marrón que tantas y tantas veces hemos visto en series y películas. Una zona residencial que invita al paseo mientras contemplamos las fachadas de algunas de las casas y apartamentos más caros de la ciudad. Con Manhattan a tiro de piedra, y ubicadas junto al río, la localización es, sencillamente, inigualable.  

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Precisamente en una de ellas, en el 70 de Willow Street, una placa junto a la puerta principal indica que en ella vivió durante 10 años Truman Capote. Un periodo durante el cual finalizó Desayuno con diamantes y escribió una de sus obras más famosas al completo, A sangre fría. A solo un salto, en el Brooklyn Bridge Park, cada verano se organiza Movies with a view, un cine de verano gratuito en el que se proyectan clásicos universales al atardecer, con el skyline neoyorquino de compañía. Para los más animados, otra actividad: durante los meses de verano, en el muelle del parque, se pueden tomar gratis kayaks para navegar las aguas del East River.  

 

¿En qué orden te gustaría descubrir este verano estas islas de Nueva York?

 

WILLIAMSBURG, PARAÍSO HÍPSTER

¿Qué podemos contar de un vecindario en el que lo mismo puedes asistir a un concierto en directo que jugar a videojuegos vintage, tomar una copa en una terraza de moda o degustar los bagels más deliciosos? Williamsburg fue, durante décadas, el place to be neoyorquino. Un hervidero de tendencias que aún hoy mantiene su esencia y en el que lo mejor será dejarnos llevar parando en todo rincón que llame nuestra atención.  

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En Bedford Avenue siguen existiendo multitud de negocios de lo más cool en los que probar café de especialidad o comprar nuestros discos de vinilo favoritos mientras jóvenes pasean con sus outfits más trendy. Cada día, en el Union Pool (union-pool.com), tienen lugar los conciertos en vivo más alucinantes, mientras que tanto desde Domino Park (en la imagen) como desde el East River State Park disfrutaremos de vistas increíbles a Manhattan. De tanto en tanto, algún que otro mercadillo de objetos de segunda mano o de prendas vintage nos tentarán desde sus puestos desplegados en solares entre antiguos almacenes hoy reconvertidos en lofts de lujo. No nos asustemos si tras nuestra visita acabamos soñando con vivir aquí.  

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BARRIO DE CONTRASTES

Sin embargo, las pintorescas calles colmadas de color gracias al arte urbano plasmado por grafiteros y muralistas en Williamsburg nos llevarán de la mano hasta una de las zonas más peculiares: en torno a Lee Avenue se concentra el vecindario de la comunidad satmar, uno de los mayores grupos del judaísmo jasídico. Llegar hasta este rincón de Brooklyn supone entrar en un microcosmos en el que los carteles están escritos en hebreo –¡incluso los de los autobuses escolares!– y en el que será de lo más común cruzarnos con judíos ultraortodoxos vestidos con sus mejores galas en un día de sabbath.  

 

Nueva York, barrio a barrio

 

Sus marcadas tradiciones hacen que absolutamente todo nos llame la atención. Y, aunque pasear por sus calles en total libertad no supone un problema, el hermetismo de la comunidad es de tal calibre que será prácticamente imposible incluso entablar conversación con cualquiera de sus integrantes, y eso que en Williamsburg residen varias decenas de miles de ellos.  

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UNA MONTAÑA RUSA DE PELÍCULA

No puede –ni debe– faltar en una ruta por Brooklyn una incursión al famosísimo Luna Park, su particular parque de atracciones. Un espacio de lo más cinematográfico situado en la también afamada Coney Island que, desplegada de cara al mar, supone toda una oda a la diversión. El ambiente en esta parte de Brooklyn renace cada verano, cuando su paseo marítimo llena de locales y turistas disfrutando de una de las zonas más icónicas de la ciudad. Entre restaurantes y bares de comida rápida como Nathan´s (nathansfamous.com), popular entre los amantes de los perritos calientes por servir los que muchos consideran los mejores de Nueva York, encontramos también heladerías, hamburgueserías y pizzerías. 

 

Una vez dentro, hay que dejar el vértigo atrás y lanzarse a disfrutar de algunas de sus atracciones más emblemáticas. Desde comienzos del siglo XX la noria Wonder Wheel y la montaña rusa Cyclone llevan poniendo a prueba a quienes se animan a montarse en ellas: los raíles en madera de esta última son de lo más singular.  

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BUSHWICK, LO MODERNO CONTINÚA

Hace ya más de una década que Bushwick, barrio situado en la zona noroeste de Brooklyn y con un pasado industrial y humilde, comenzó a recibir a todos aquellos jóvenes y artistas que huían de los altos precios de la vivienda en busca de una zona tranquila en la que asentarse. Hogar de una de las comunidades hispanas más grandes de la ciudad, pronto comenzó a brotar de vida y a llenar sus calles de color. Tanto es así, que actualmente concentra uno de los espacios de arte urbano más auténticos de Nueva York: las fachadas de la zona bautizada como Bushwick Collective son el lienzo perfecto sobre el que artistas llegados desde los rincones más remotos del mundo plasman su creatividad.  

 

Pero este pedacito de Brooklyn es mucho más, y su desarrollo ha ido encaminándolo a convertirse en otro de esos enclaves colmados de modernos negocios y propuestas de lo más tentadoras en el que las tiendas de ropa vintage conviven con cafeterías de especialidad, coctelerías, galerías de arte y restaurantes de moda. Aunque en ocasiones queda fuera de los circuitos turísticos, es, sin duda, un atractivo más de Brooklyn, el distrito más cool de Nueva York.  

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