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Así de entrada, conviene aclarar que, aunque su nombre es Carnaval Romano, no han de esperarse centuriones, esclavos, patricios o gladiadores. O al menos, no como motivo principal, aunque siempre habrá alguien que se decida por alguno de estos disfraces. Para eso estamos en Mérida, la monumental ciudad de Badajoz donde el todopoderoso Imperio dejó las huellas más impresionantes que existen en lo que fuera la Hispania.

El caso es que se le llama romano tanto porque éste es el segundo gentilicio de los emeritenses como por tratarse de un calificativo que enlaza con la historia de la capital de Extremadura, eternamente ligada a aquellos tiempos remotos de circos, anfiteatros y bacanales. Nada que tenga que ver con la esencia de esta fiesta, que recoge elementos de otros famosos carnavales (¿tal vez Cádiz, tal vez Tenerife?) pero siempre con su propio enfoque y personalidad.

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MÚSICA Y COLOR

Chirigotas, comparsas, grupos de pasacalles y esmeradísimas drags queens son, entre otros muchos, los ingredientes principales del Carnaval Romano de Mérida, el cual arranca con los concursos de agrupaciones adultas, juveniles e infantiles que inundan el Palacio de Congresos de música y buen humor: es entonces cuando aflora la crítica política y social y se saca punta a todo lo ocurrido a lo largo del año.

Después hay que lanzarse a las calles, animadísimas de gente, disfraces y purpurina. Y dejarse contagiar por la magia de los desfiles que se suceden por el centro. Y también por el tradicional Cantacalles en Santa Eulalia y sus alrededores, con el que destornillarse con las ingeniosas letras de las chirigotas.

 

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CONCURSOS Y ‘ADAS’

Pero no hay que perder la ocasión de conocer a los ganadores de los dos grandes concursos de estas fiestas: el Concurso Nacional de Drag Queen Tomás Bravo, que se celebra en la carpa del carnaval en la Plaza de España; y el Concurso de Copla Monumental, que tiene lugar en el Templo de Diana, uno de los vestigios de la Antigüedad mejor conservados en la ciudad, que debió de erigirse bajo el poder de Augusto.

El Carnaval Romano de Mérida, considerado entre los mejores de Extremadura, incorpora propuestas tan originales como la Bicicletada Carnavalera, que tiene un carácter solidario, o lo que llaman el domingo de las Adas (así, sin hache, no confundir con seres fantásticos) en el que se ofrecen chocolatadas, canapetadas, salchichadas, paelladas, gazpachadas y otras degustaciones gastronómicas en una tierra muy dada a los placeres del paladar.

 

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PIEDRAS QUE HABLAN

Y es que esta fiesta de Mérida es la ocasión perfecta para, antes o después de las celebraciones, descubrir los encantos de esta ciudad que no sólo es el gran tesoro de la Vía de la Plata sino también un auténtico museo a cielo. Aquí, si las piedras hablaran, contarían miles de historias desde su lejana fundación, en el año 25 antes de Cristo, entre batallas fragorosas. Ahora sí, es el momento de ahondar en su carácter romano.

 

Mérida, tapeando con vistas a Roma

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Emerita Augusta, creada como un refugio dorado para los veteranos de guerra del Imperio, fue el lugar donde esta civilización crucial derramó todo su esplendor. Por eso se levantaron murallas, casas, palacios, arcos… y se afiló el ingenio para aprovechar el agua de sus dos ríos (el Guadiana y el Albarregas) y para crear dos gigantescos embalses (el de Cornalvo y el de Proserpina) que aún hoy podemos vislumbrar.

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EL GRAN EMBLEMA

Pero sobre todo, los romanos edificaron el monumento que, por su grandiosidad y belleza, hoy es el símbolo absoluto de Mérida: el maravilloso Teatro, uno de los mejor conservados del mundo, que preside la extensa lista de huellas romanas que, junto a os restos del foro y de las calzadas, encontramos en la ciudad: el Anfiteatro, el Arco de Trajano, el citado templo de Diana, el circo, los acueductos de San Lázaro y de Los Milagros… Todo ello, sin olvidar el puente romano sobre el Guadiana que, con sus 60 arcos de medio punto, marcó el esplendor estratégico del suroeste peninsular (y que hoy compite con el de Lusitania, obra de Santiago Calatrava).

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Después, para redondear la incursión en esta época, habrá que ahondar en el conocimiento con una visita al Museo Nacional de Arte Romano (culturaydeporte.gob.es/mnromano/home.htm), alojado en un emblemático edificio de Rafael Moneo que dialoga con la arquitectura clásica.

 

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