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¿CÓMO LLEGAR A WADI MUJIB?

Desde España, para alcanzar este desierto ante cuya belleza sucumbió el mismísimo Lawrence de Arabia y del que dijo era ‘inmenso, resonante y divino’, hay que viajar a Ammán, capital de Jordania. La compañía Royal Jordanian (rj.com) ofrece vuelos directos desde Madrid y Barcelona. También vuelan otras compañías, pero con una escala.

Desde Ammán a Wadi Mujib hay unos 85 kilómetros que se recorren en coche privado (lo mejor será alquilarlo en el aeropuerto de Ammán). En Jordania el transporte público es precario, y muchos de los puntos de interés no se encuentran en las carreteras principales si no en arterias secundarias, por lo que lo mejor es contar con coche propio. Otra opción es un taxi privado entre ambos destinos. Hay que llegar al área de centros turísticos del mar Muerto y de ahí al puente de Mujib donde está la oficina del parque.

 

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¿CUÁL ES LA MEJOR ÉPOCA PARA VISITARLO?

La primavera y el otoño son las mejores épocas para visitar Jordania, y especialmente Wadi Mujib, porque en ambas las temperaturas son agradables. En verano, pueden subir considerablemente, y en el invierno hay meses en los que se registran muchas lluvias.

 

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WADI MUJIB, UN TESORO DESCONOCIDO

Más allá de los paisajes áridos y solitarios de Jordania existe un lugar donde el agua es la razón de ser. Un universo anfibio atravesado por torrentes que discurren, saltan y se cuelan por las paredes rocosas llenando el aire de frescor. Este profundo desfiladero desciende entre escarpadas montañas para adentrarse en el mar Muerto. Por el camino un laberinto de altas paredes cobrizas bajo las que se despliegan estanques de tonos esmeralda y poderosas cascadas.

Ese lugar es Wadi Mujib, la reserva natural situada a menor altitud del mundo -410 metros por debajo del nivel del mar-.

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La corriente de agua -alimentada por siete afluentes- fluye durante todo el año entre paredes -algunas de hasta 1300 metros- dibujando un prodigioso escenario que, además, propicia una biodiversidad única con más de 300 especies de fauna diferentes -especialmente aves y mamíferos- desperdigados por este territorio de unos 200 kilómetros. Los cañones son un tesoro desconocido de este país de resonancias bíblicas y huellas de la antigüedad.

 

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EL CENTRO DE VISITANTES

El trayecto para recorrer la reserva se hace siguiendo el curso del río Mujib, ataviados con un chaleco salvavidas y con la compañía de un guía. La aventura consiste en caminar, escalar e incluso atravesar a nado el laberinto de laderas escarpadas bajo las que, de tanto en tanto, irrumpen estanques de agua esmeralda y cascadas de diferente intensidad.

Lo primero es llegar al Centro de Visitantes, emplazado junto al puente del camino al Mujib, donde nos facilitarán toda la información necesaria sobre las cuatro posibles rutas que pueden abordarse: tres por agua y una cuarta por tierra.

 

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EL SIQ TRAIL, UNA RUTA SENCILLA

De todas las posibles rutas, la más sencilla al alcance de cualquiera sin necesidad de empaparse hasta el cuello es el Siq Trail. Asequible, variado y sorprendente en cada tramo, se trata de un recorrido de dos a tres horas que arranca en el lecho del río y concluye en una catarata. Por el camino, saltos de agua, subidas a los peñascos con la ayuda de cuerdas, pozas cristalinas en las que avanzar a nado, toboganes desde los que deslizarse y trechos en los que, por fin, tomar cierto alivio y dejarse llevar solo por la corriente.

Todo ello, claro, enmarcado por una obra maestra de la naturaleza. Porque el río, en su erosión a lo largo de los siglos, ha dado forma a este cañón con la maestría de un artista: paredes de roca arenisca que se cierran ocultando el cielo, formas caprichosas que se retuercen y tonalidades que van del ocre al rosado hasta alcanzar el rojo.

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LA RUTA PERDIDA HACIA EL MAR MUERTO, PARA LOS MÁS VALIENTES

Mucho más exigente que el Siq Trail es la que se conoce como ‘Ruta perdida hacia el mar Muerto’. En ella, a lo largo de un día, se desciende de las montañas hacia el mar con niveles más altos de escalada y gran dominio de la natación. El esfuerzo queda recompensado con la maravillosa panorámica que se alcanza en el campamento de Mujib, emplazado en la península de Madash, donde se hace noche bajo millones de estrellas.

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UN BAÑO EN EL MAR MUERTO

Tan cerca de Wadi Mujib, sería un delito no vivir la experiencia de flotar sin ningún esfuerzo en estas aguas nueve veces más saladas que las del Mediterráneo, cuyos minerales contienen las propiedades de un spa. Y también de embadurnarse con sus lodos que, dicen, rejuvenecen la piel nada menos que diez años. Una inyección de bienestar que, además de poder completarse con alguno de los múltiples tratamientos termales de sus complejos hoteleros, tiene el añadido de enmarcarse en un bello paisaje.

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¿DÓNDE NOS ALOJAMOS?

Para los que decidan quedarse en Ammán una buena opción, cómodo y funcional, es el Landmark Amman Hotel (landmarkamman.com). Para disfrutar del Mar Muerto nada como el Jordan Valley Marriott Dead Sea Hotel (marriott.com, en la imagen), un lujoso hotel con habitaciones espaciosas, varios restaurantes y distintas piscinas en un bello entorno natural.

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