El valle del Tiétar es un vergel donde crecen castaños, cerezos, olivos, pinares y hasta naranjos y tiene agua, sol y el clima más suave de la provincia, por algo la llaman la Andalucía de Ávila. Un paraíso resguardado por la sierra de Gredos que disfrutan 5000 vecinos y ahora Nuria Roca y Juan del Val, donde han adquirido una casa de ensueño para desconectar y disfrutar de la vida en familia.
La pareja vive desde hace unos meses inmersa en la reforma de su refugio rural, cuya decoración han dejado en manos de su gran amigo, el interiorista Pepe Leal. Un ilusionante proyecto en el que –como confirmó la presentadora– ya se han gastado el millón de euros del Premio Planeta.
Fue en primavera cuando el televisivo matrimonio nos descubrió Candeleda, uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Ávila, situado justo en el triángulo en el que se unen las provincias de Ávila, Toledo y Cáceres, a dos horas de Madrid. Allí pasaron unos días con un grupo de amigas de Nuria Roca dando paseos junto al río Tiétar con el macizo de Gredos de fondo, degustando la gastronomía de la zona y, sobre todo, disfrutando de la naturaleza que rodea a este pueblo que algunos llaman la “Marbella de Ávila”.
El apodo no es casual, porque desde que este paraíso natural cuyo nombre se debe a las luces nocturnas que alumbraban a pastores y carboneros se convirtió en el destino cada verano de John Major, el entonces primer ministro británico –junto a su mujer Norma Wagstaff y sus dos hijos, James y Elizabeth–, muchos otros políticos, grandes fortunas y aristócratas pusieron la vista en él, levantando residencias y hoteles rurales exquisitos en los que desconectar de la ciudad.
Vecino de Juan del Val y Nuria Roca es el exministro de Justicia José María Michavila, que posee una finca, llamada La Santa, donde pasa fines de semana y temporadas. Tan apegado está al lugar que en ella celebró su boda en mayo de 2012 con Alejandra Salinas. Dos años antes, su hija Irene contrajo matrimonio con Ramón Lladó en la iglesia de la Asunción de Candeleda, un enlace muy comentado por la presencia de invitados famosos y un emotivo homenaje a su madre fallecida, cuya celebración continuó en la finca familiar. Los mismos escenarios que en 2023 repitió su hermana Beatriz para su boda con Diego Madurga.
Otro político británico vinculado durante décadas a la localidad abulense fue el barón Tristan Garel‑Jones, propietario de una finca en la que le sobrevino su muerte en 2020. Pero la lista de apellidos unidos a la localidad serrana no acaba aquí: la familia de exconsejera popular Lucía Figar, los Montoro, los Morenés Mariategui, los Peralta, los Hurtado de Mendoza, López Ibor, Gómez Liaño o Ussía, Alfonso, fallecido hace unos días, y su hermano Álvaro...
De Candeleda, al pie de la vertiente sur de la Sierra de Gredos, atrae su entorno natural, donde el contraste entre la alta montaña y el río crea paisajes muy variados. El pasatiempo aquí es calzarse unas botas y seguir alguna de las numerosas rutas de senderismo señalizadas, muchas suben a las cumbres, otras recorren el valle, como la que lleva al santuario de la Virgen de Chilla, una preciosa ermita rodeada de bosque, cuya imagen es venerada por los candeledanos, que conservan un marcado acento extremeño.
En verano, las pozas naturales de las gargantas animan a darse un baño: la de Chilla tiene pequeñas cascadas; también están la garganta Blanca, la garganta Tejea o, la más accesible, de Santa María, que cruza el casco urbano, atravesada por puentes de piedra y con molinos a su orilla.
Y si enamora a tantos rostros conocidos esta naturaleza, no menos el pueblo, con sus calles empedradas y sus casas con entramados de madera, aleros y solanas utilizadas para secar higos, pimientos y flores. La más conocida es la Casa de las Flores, que en su interior alberga un curioso museo de juguetes de hojalata, pero también despierta interés la Casa de la Judería, reconvertida en un espacio cultural. Andando van apareciendo en un paseo la plaza Mayor, el antiguo barrio judío, el rollo jurisdicional, la iglesia parroquial, con un notable retablo de cerámica talaverana –aquí se casaron las hijas del político abulense José María Michavila–, la ermita de San Blas y esos bares en el que tomarse un respiro. ¿Qué comer? La respuesta es fácil: las patatas revolconas típicas de la tierra, que aquí se condimentan, como no podía ser de otro modo, con el famoso pimentón de Candeleda.









