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Es Tendencia

La cadena montañosa que rivaliza con los Alpes: bosques centenarios, lagos escondidos y quesos que son patrimonio nacional


Esta región fronteriza de media montaña entre Francia y Suiza ofrece una alternativa serena al turismo masivo, con rutas de senderismo, vinos únicos y pueblos detenidos en el tiempo.


Arbois, un pueblo en el corazón de la región vinícola del Jura, en el este de Francia© Voyagerix - stock.adobe.com
4 de diciembre de 2025 - 7:30 CET

La cadena montañosa que se extiende a lo largo de la frontera entre Francia y Suiza ofrece una alternativa serena y discreta al bullicio de los Alpes. El Macizo del Jura es un paraíso para los amantes del turismo más tranquilo, el senderismo y las actividades al aire libre, pues la naturaleza omnipresente y bien conservada regala paisajes cubiertos de densa vegetación que desprenden paz y belleza.

El Parque Natural Regional de Haut-Jura, con sus 165.000 hectáreas, protege la excepcional riqueza de sus paisajes de media montaña. Jura, cuyo vocablo tiene origen celta, pues juris significa "bosque de montaña", también da nombre a un departamento francés, un cantón suizo y al período Jurásico, debido a que las rocas que conforman sus montañas se formaron en esa era geológica. 

Cascada de la Beaume cerca de Agizoux, Haute-Loire, Francia© Richard Semik - stock.adobe.com

Entre Borgoña y la frontera suiza, la cadena montañosa ofrece rutas con cascadas, bosques y lagos, pero también queserías tradicionales, vinos singulares y paradas excepcionales en el camino, imperdibles en cualquier época del año.

UN DESTINO PARA EL VIAJERO ACTIVO 

Paraíso para quienes aman calzarse unas botas y lanzarse a la aventura, el Jura ofrece un sinfín de posibilidades en todas las estaciones. El senderismo es, sin duda, la actividad estrella, pues son cientos los kilómetros de rutas y caminos señalizados que serpentean a través de paisajes de lo más variado. Desde densos bosques y praderas alpinas hasta las orillas de lagos de aguas cristalinas, una de las rutas más emblemáticas es la Gran Travesía del Jura (GTJ). 

Estación de esquí Les Rousses, Jura, Francia© Jeremie LORAND - stock.adobe.com

Este sendero de largo recorrido de 400 kilómetros cruza todo el macizo y se puede recorrer a pie en aproximadamente 30 días, aunque muchos deciden realizar tramos más cortos, adaptándose a todos los niveles y deseos. Además, la GTJ brinda rutas específicas para bicicleta de montaña, esquí de fondo e incluso raquetas de nieve, convirtiéndola en una de las aventuras más famosas, ya sea nevando o al calor del verano.

Sin embargo, lo cierto es que el invierno transforma el Jura en un paraíso blanco irresistible para los deportes nórdicos. Estaciones como Les Rousses, la primera en obtener la etiqueta Flocon Vert por su compromiso con el desarrollo sostenible, ofrecen kilómetros de pistas para el esquí de fondo en un entorno familiar y tranquilo. Cuando la nieve se derrite, los numerosos lagos se convierten en el escenario perfecto para actividades acuáticas como el piragüismo, la vela o simplemente un refrescante baño en plena naturaleza.

Abadía Saint-Pierre, Baume-les-Messieurs, Jura, Francia © totoa.grafie - stock.adobe.com

PUEBLECITOS Y ESTANCIAS DE ENSUEÑO

El encanto del Jura no solo reside en su naturaleza, sino también en lo que esta rodea: sus pueblos. Detenidos en el tiempo, lugares como Baume-les-Messieurs son todo un ejemplo de historia preservada. Ubicado en el fondo de un impresionante circo glaciar, este pueblo alberga una magnífica abadía imperial y unas fascinantes cuevas. El entorno natural es sobrecogedor, con imponentes acantilados de piedra caliza y cascadas que brotan de la roca.

Arbois, Francia© cornfield - stock.adobe.com
Arbois, a orillas del río Cuisance.
Estatua de Louis Pasteur en Arbois, Francia© cornfield - stock.adobe.com
Estatua de Louis Pasteur en Arbois.

Pero no es el único. Arbois, considerada la capital de los vinos del Jura, es una ciudad vibrante con un rico patrimonio, pues aquí se encuentra la casa familiar de Louis Pasteur, hoy convertida en museo, donde el célebre científico realizó muchos de sus experimentos, incluidos los relacionados con la fermentación del vino. Pasear por las calles de la localidad, a orillas del río Cuisance, y visitar sus bodegas es, sencillamente, una delicia. 

Y para sumergirse de lleno en el estilo de vida del Jura, la mejor opción de alojamiento son las gîtes, casas rurales con encanto que ofrecen una experiencia auténtica y un contacto directo con la naturaleza y la hospitalidad de sus gentes. Para disfrutar de la tranquilidad de la región y hacer base para explorar todos sus tesoros, estos pequeños hoteles son perfectos para situarse a pocos pasos de talleres de artesanos, como los que fabrican las tradicionales tejas de madera o tavaillons, o de pequeños mercados locales donde los sabores de esta tierra generosa y acogedora llenan los paladares.

Comté, uno de los quesos más apreciados y consumidos de Francia© AliEmrah - stock.adobe.com
El Comté, uno de los quesos más apreciados y consumidos de Francia.

QUESO Y VINO, ¿QUÉ MÁS SE​​​​ PUEDE P​​​​EDIR?

No es posible hablar del Jura sin mencionar el Comté, uno de los quesos más apreciados y consumidos de Francia. Este queso de pasta dura, elaborado con leche cruda de vaca, posee su propia DOP desde 1952. Su historia se remonta a la Edad Media, cuando los campesinos que necesitaban conservar la leche durante los largos inviernos fundaron las cooperativas o fruitières, donde ponían en común el fruto de su trabajo diario: la leche.

Este fuerte sentimiento de comunidad sigue vivo hoy en día. Para elaborar una sola rueda de este queso, que puede llegar a pesar 35 kilos, se necesitan más de 500 litros de leche, exclusivamente de vacas de las razas Montbéliarde y Simmental. Las conocidas como Rutas del Comté permiten adentrarse en las fruitières, conocer el proceso de elaboración y maduración y degustar los complejos sabores y aromas del queso. Para ello, quizá el mejor lugar sea Poligny, considerada la capital del Comté, donde visitar la Maison du Comté, un espacio museístico dedicado a este tesoro gastronómico.

Viñedos del Jura, entre Francia y Suiza© clementblin - stock.adobe.com

Pero además de quesos, Jura es también tierra de vinos. Aunque su extensión sea pequeña, la región posee varias denominaciones de origen, siendo Arbois la primera en ser reconocida en Francia en 1936. En ella se cultivan cinco variedades de uva: chardonnay, savagnin, poulsard, trousseau y pinot noir. Pero la verdadera joya enológica es el vin jaune o vino amarillo, que se elabora exclusivamente con la uva savagnin y tiene un proceso de crianza único.

Tras la fermentación, el vino envejece en barricas de roble durante un mínimo de seis años y tres meses, un tiempo durante el cual las barricas no se rellenan, por lo que una parte del vino se evapora y se forma en la superficie un velo de levadura similar a los vinos de Jerez, que lo protege de la oxidación excesiva y le confiere aromas a nueces, almendras y especias. Luego se embotella en una botella de 62 centilitros llamado clavelin, que corresponde al volumen que queda de un litro de vino tras su larga crianza.

Château-Chalon, pueblo de Francia, Macizo del Jura© Jeremie LORAND - stock.adobe.com

Para degustarlo, nada mejor que acercarse al pueblo de Château-Chalon, encaramado en un acantilado y clasificado como uno de los más bellos de Francia. Cuna y epicentro de la producción de este vino excepcional, cada año, a principios de febrero, la localidad celebra la Percée du Vin Jaune, una gran fiesta itinerante que festeja la apertura de las primeras barricas de la nueva añada.

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