Ir al contenido principalIr al pie de página
Es Tendencia

RUMBO AL SUR

La preciosa comarca de Andalucía que combina jamón ibérico, pueblos blancos, dehesas y noches estrelladas


Un secreto rural al que hoy se llega cómodamente en tren de alta velocidad.


Cerdos en la dehesa de Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
19 de noviembre de 2025 - 7:30 CET

El viaje a Los Pedroches empieza mucho antes de pisar la tierra rojiza y fértil de la comarca. Desde la ventanilla del AVE, hora y media después de salir de Madrid, el paisaje va perdiendo prisas: las ciudades quedan atrás, las colinas se suceden y, de pronto, un océano de encinas se abre bajo el cielo. La pequeña estación de Villanueva de Córdoba-Los Pedroches aparece entonces como una frontera amable entre mundos. Al bajar al andén, el aire huele a hierba, a leña, a campo antiguo, e intuimos enseguida que aquí, en este altiplano donde se reparten 17 municipios y unos 55.000 habitantes, diseminados entre encinares y pueblos de granito, mandan el silencio, la dehesa y las estrellas.

Caballos en la dehesa de Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Caballos en la dehesa.

UN DÍA EN LA DEHESA

Los antiguos pobladores de al-Ándalus lo llamaban Fash al-Ballut, el “valle de las bellotas”, y el topónimo no puede ser más acertado. Desde hace siglos, la dehesa es el alma de Los Pedroches: un tapiz de encinas, cortijos de piedra y cercados de granito donde pastan, casi en libertad, las piaras de cerdo ibérico que han dado fama mundial a la comarca. Este mosaico de suaves colinas forma una de las mayores dehesas continuas de Europa, un raro ejemplo de paisaje modelado por la mano del hombre que ha sabido mantenerse en equilibrio con la naturaleza.

Así pues, para entender Los Pedroches hay que empezar por aquí. Una buena manera es visitar alguna explotación familiar, como Finca Las Lagartosas, en las afueras de Villanueva de Córdoba. Allí, durante la montanera –la temporada de engorde que va del otoño al final del invierno–, cada animal dispone de espacio para caminar bajo las encinas y alimentarse de bellotas, hierbas y raíces. El resultado se percibe después en el plato, pero también se siente durante el paseo: el tintinear de los cencerros, el olor a tierra húmeda, el crujido de las hojas secas bajo las botas.

Muchas fincas han abierto sus puertas al visitante para mostrar de cerca todo el proceso: desde el cuidado del animal hasta el secado de las piezas. Las rutas suelen terminar frente a una tabla de embutidos y jamón ibérico de bellota con D.O. Los Pedroches, acompañado por vinos andaluces y aceites de la zona. 

Ermita Piedras Santas, Pedroche, comarca de Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Ermita Piedras Santas, Pedroche.

PUEBLOS DE GRANITO 

La localidad de Villanueva es una parada obligada. El casco urbano, levantado en un inconfundible granito gris, conserva el aire señorial de las antiguas Siete Villas de Los Pedroches. La iglesia parroquial de San Miguel, con su torre campanario, domina un entramado de calles tranquilas donde se suceden casas encaladas, fachadas blasonadas y pequeñas plazas en las que siempre hay alguien dispuesto a hablar de jamón, romerías o fútbol.

Aquí se puede visitar el Centro de Interpretación de la Dehesa o descender al refugio de la Guerra Givil que se esconde bajo la plaza de la iglesia. Muy cerca, en el camino de la Serrezuela, un observatorio de fauna permite observar y fotografiar aves rapaces, ciervos o jabalíes al amanecer o al atardecer, cuando la luz se vuelve dorada y el paisaje parece una lámina de cuento.

Iglesia de la Asunción, Dos Torres, comarca de Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Iglesia de la Asunción, Dos Torres.

A pocos kilómetros, Dos Torres ofrece una de las estampas urbanas más hermosas del norte de Córdoba. Nacida en el siglo XIX de la unión de las antiguas villas de Torremilano y Torrefranca –de ahí su nombre–, la localidad conserva un inconfundible aire de doble linaje hidalgo. El casco histórico es un catálogo perfecto de arquitectura serrana: casas solariegas en granito, balcones de forja, portadas blasonadas y ermitas en esquinas insospechadas. Su plaza Mayor, porticada y luminosa, resume esa mezcla de alma andaluza, traza castellana y aire extremeño que define a toda la comarca. Está presidida por la parroquia de la Asunción y, muy cerca, la iglesia de Santiago. En uno de sus laterales se esconde el Hotel Los Usías (hotelusias.es), un antiguo casino del siglo XVIII reconvertido en hotel con encanto, cuyo restaurante invita a alargar la sobremesa a base de ibéricos y guisos de cuchara.

Catedral de Hinojosa, comarca de Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
La "catedral de la Sierra", en Hinojosa del Duque.

También Hinojosa del Duque presume de un patrimonio notable. Aquí la piedra vuelve a ser protagonista, sobre todo en la monumental parroquia de San Juan Bautista, conocida como la “Catedral de la Sierra”. La fachada renacentista, trabajada con la paciencia de los antiguos canteros, se abre a una plaza donde aún resuenan, al menos en la memoria, las ferias de ganado de antaño. El pueblo está salpicado de ermitas, conventos y fuentes históricas, y en los alrededores se suceden santuarios encalados y caminos que conducen a romerías multitudinarias. Por aquí discurre además el Camino Mozárabe de Santiago, que suma a la escena cotidiana la silueta de peregrinos con mochila y bordón. 

Iglesia del Salvador, Pedroche© Javier García Blanco
Iglesia del Salvadorr, Pedroche.

PEDROCHE Y POZOBLANCO, MEMORIA Y PRESENTE 

Si hay un pueblo que simboliza la historia de la comarca, ese es Pedroche. De origen romano y esplendor musulmán, fue capital de las Siete Villas y dio nombre a todo el territorio. Su silueta se reconoce desde lejos gracias a la torre renacentista de la iglesia del Salvador, que se eleva sobre un mar de encinas como un faro de piedra. Al pasear por el casco antiguo aparecen callejas encaladas, rincones que recuerdan a la vieja judería y ermitas como la de Nuestra Señora de Piedrasantas, donde durante siglos se reunieron los representantes de los municipios para gestionar las tierras comunales.

en la plaza de toros de Pozoblanco tuvo lugar la cogida mortal de Paquirri en 1984, Córdoba, comarca de Los Pedroches© Javier García Blanco
En la plaza de toros de Pozoblanco tuvo lugar la cogida mortal de Paquirri en 1984.

Pozoblanco, en cambio, representa la cara más contemporánea de Los Pedroches. Capital económica y administrativa de la comarca, concentra comercios, bares de tapas y alojamientos, y exhibe una intensa vida cotidiana en torno al Pozo Viejo, origen legendario de la ciudad. Su plaza de toros, conocida como el coso de “El de los Llanos”, es tristemente célebre por la cogida mortal de Paquirri en 1984, aunque hoy la mirada se dirige mucho más a las terrazas, las ferias y una agenda cultural cada vez más activa. Muy cerca, el antiguo monasterio de Pedrique, hoy convertido en espacio cultural ligado al escultor Aurelio Teno, invita a una excursión diferente entre arte contemporáneo y paisaje serrano.

Ovejas merinas en la dehesa de Los Pedroches, Córdoba
En las zonas más abiertas de la dehesa se ven grupos de ovejas merinas.

NATURALEZA EN ESTADO PURO

Más allá de los pueblos, Los Pedroches son sobre todo un paisaje. Una gran llanura elevada, de entre 500 y 800 metros de altitud, rodeada de sierras que la separan de las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir. La dehesa de encinas es aquí la gran protagonista, acompañada en algunos puntos por quejigos, alcornoques y robles. Bajo sus copas se esconden aves y pequeños mamíferos; en las zonas más abiertas es fácil ver ciervos, jabalíes o grupos de ovejas merinas.

En el extremo oriental de la comarca se extiende el Parque Natural de Cardeña-Montoro, uno de los espacios protegidos más singulares de Sierra Morena. Entre bosques mediterráneos, riberas de río y pequeñas sierras se mueve una fauna tan discreta como valiosa: águilas imperiales y reales, lince ibérico, gato montés o nutria. Los senderos señalizados permiten adentrarse en este mosaico de paisajes sin dificultad, con miradores que se asoman a valles silenciosos y áreas recreativas ideales para un pícnic a la sombra.

Embalse La Colada, Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Embalse de La Colada

Otro gran escenario natural es el embalse de La Colada, cerca de El Viso. En invierno, sus orillas se llenan de grullas que llegan desde el norte de Europa para alimentarse de bellotas. Verlas regresar al atardecer, cuando el cielo se tiñe de naranjas y malvas y el aire se llena de trompeteos roncos, es una de esas imágenes que se quedan para siempre en la memoria. 

Jamón ibérico de bellota de Los Pedroches, Córdoba
El jamón de bellota es el gran protagonista de la gastronomía local.

SABORES DE FRONTERA

La gastronomía de Los Pedroches condensa como pocas el carácter fronterizo de la comarca, a medio camino entre Andalucía, Extremadura y La Mancha. El gran protagonista es, por supuesto, el cerdo ibérico de bellota: jamones y paletas con D.O., lomos veteados, chorizos y morcillas que huelen a especias y a humo suave. En muchos restaurantes la experiencia comienza con un plato de jamón cortado al momento y continúa con parrilladas de presa, pluma o secreto, o con un sencillo filete a la brasa que sabe a encina.

Junto al cerdo, el cordero de raza merina ocupa un lugar destacado. La caldereta, guisada lentamente en cazuelas de barro, es uno de los platos estrella, igual que el lechón frito, crujiente por fuera y meloso por dentro. En invierno, las mesas se llenan de sopas doradas, migas “tostás” y guisos de cuchara que calientan el cuerpo; en verano, el salmorejo, el ajoblanco, las ensaladas de productos de la huerta o los gazpachos ligeros ponen el contrapunto fresco. Los postres siguen la estela de la tradición: perrunas, roscos, flores fritas o natillas de suero que recuerdan el origen pastoril de la comarca.

Dehesa de encinas, Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Los antiguos pobladores de al-Ándalus llamaban a esta zona Fash al-Ballut, el “valle de las bellotas”.

Para ponerle nombres y apellidos a todos estos sabores conviene tomar nota de algunas direcciones. En Villanueva de Córdoba, La Puerta Falsa ocupa una antigua casa tradicional con patio y antigua cuadra, hoy transformada en un acogedor comedor donde desfilan ensaladas de solomillo ibérico en escabeche, parrilladas de carne servidas sobre una teja ardiendo o raciones de jamón que justifican por sí solas el viaje. En Hinojosa del Duque, el Hostal Restaurante El Cazador (hostalrestauranteelcazador.es) borda especialidades como el lechón frito o el ajoblanco, mientras que en Pozoblanco, el restaurante Quercus actualiza la cocina de la dehesa sin renunciar al producto: salmorejos coronados con virutas de ibérico, berenjenas fritas con miel de caña o lechoncito frito que llega crujiente a la mesa.

Reserva Starlight, Los Pedroches, Córdoba© Javier García Blanco
Los Pedroches es Reserva Starlight, Córdoba© Javier García Blanco

UNA VENTANA A LAS ESTRELLAS

Cuando el sol se esconde tras el horizonte, Los Pedroches revela otro de sus grandes tesoros: el cielo nocturno. Desde 2016, la comarca está reconocida como Reserva Starlight, un sello internacional que certifica la excelente calidad de su firmamento y el compromiso con la protección frente a la contaminación lumínica. Aquí todavía es posible contemplar la Vía Láctea a simple vista, distinguir con nitidez constelaciones y planetas, y sentir esa mezcla de pequeñez y asombro que solo despierta un cielo verdaderamente oscuro.

Para facilitar la experiencia se han habilitado miradores astronómicos en distintos puntos de los 17 municipios, muchos de ellos junto a ermitas, antiguos caminos o áreas recreativas. Algunos alojamientos rurales organizan sesiones guiadas con telescopios; otros proponen sencillamente tumbarse sobre una manta en plena dehesa y dejar que los ojos se acostumbren a la oscuridad. En las noches de verano, cuando el aire huele a hierba seca y a tomillo, contar estrellas fugaces se convierte en un plan tan irresistible como cualquier cena de mantel blanco.

Quizá ésa sea la mejor forma de despedirse de Los Pedroches: con el eco de la dehesa aún en los oídos, el recuerdo del jamón de bellota en el paladar y sobre la cabeza una Vía Láctea tan nítida que parece al alcance de la mano. Un lugar donde el lujo no se mide en estrellas de hotel, sino en las que cada noche convierten esta comarca cordobesa en una discreta ventana al universo.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.