Es innegable que quienes llegan hasta Chinchón, uno de los pueblos más bonitos de Madrid (y de España), lo hacen principalmente atraídos por su bellísima Plaza Mayor, el lugar donde todo confluye. Luego podrán visitar otros de sus monumentos (que los tiene) y hasta comprar anís de Chinchón, ajos, comerse un cordero asado o degustar unas ricas judías chinchoneras. Pero la plaza es el principal reclamo.
Construida en el siglo XVI, está considerada una de las joyas de la arquitectura popular castellana, con su forma irregular y sus 234 balcones de madera. Fue lugar de mercado y escenario de autos sacramentales. También ha servido de escenario a series de televisión y grandes películas, como La vuelta al mundo en 80 días, Rey de reyes o Campanadas a medianoche y, más recientemente, Asteroid City, rodada en 2023, cuando Scarlett Johanson, Tom Hanks o Margot Robbie se paseaban por las calles del pueblo para sorpresa de los vecinos.
Sorpresa la que se llevan quienes visitan esta encantadora villa, porque por muchas veces que hayas visto su icónica plaza, siempre sorprende cuando te adentras en ella. Sus casitas en tres alturas, los soportales que resguardan a la fresca en el verano y de la lluvia en el invierno... y la sensación de haber retrocedido siglos, como hacer un viaje en el tiempo, especialmente si la visitas cuando se celebra su famoso mercadillo medieval (a finales de febrero) y se llena de artesanos, herradores, cetreros o músicos populares.
La gran plaza mayor es el gran reclamo de esta villa, pero no se queda ahí. No dejes de recorrer las inmediaciones del castillo de los condes de Chinchón, una edificación del siglo XV que, aunque no es visitable por dentro, tiene un exterior merecedor de un tranquilo paseo. Lo que sí puedes admirar de cerca es el cuadro de Goya titulado La Asunción de la Virgen, pintado en el año 1812 para ser ubicado en el altar mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción tras un incendio provocado por las tropas francesas que destruyó parte del interior.
En ella se han celebrado corridas de toros, la primera organizada en 1502 en honor a Felipe el Hermoso quien acudió junto a su esposa, Juana la Loca. Dos siglos más tarde, Felipe V la declaró plaza Real Coso Taurino. Los balcones (llamados claros) pueden ser de propiedad distinta a las casas, de modo que existe una servidumbre de paso para acceder a ellos y así poder asistir a los espectáculos. Cada año, sirve de perfecto telón de fondo al Mercado Medieval, que se celebra durante el carnaval, cuando se llena de puestos de artesanía, espectáculos y mucha, mucha gente.
Para disfrutar de la gastronomía de Chinchón
nos quedamos con La Villa (lavillachinchon.es), donde hay que pedir unas clásicas gambas a la gabardina. En el Café de la Iberia (cafelaiberia.es) hay que probar sus magníficos asados. En La Casa del Pregonero (lacasadelpregonero.com) podrás degustar la cocina tradicional con toques modernos de la chef Miriam Hernández. Y si lo que te apetece es una buena carne a la brasa: Mesón de la Virreina (virreyna.com).
noviembre es un momento excelente para acercarse a esta localidad y, de paso, apuntarte a una visita guiada en alguna de sus bodegas, como la Del Nero (fundada en 1870 y con cinco generaciones de bodegueros) o Val Azul (que se hace llamar 'La toscana madrileña'). También debes pasar por el convento de las Clarisas a por caprichos dulces hechos con mucho amor, como las pastas, conchas con chocolate, rosquillas, hojaldres...
Para dormir muy bien
Para pasar unos días, nada mejor que dormir en el antiguo convento de san Agustín, que desde el siglo XVII se ha cargado de historia. El Parador de Chinchón (paradores.es) te permitirá vivir la experiencia única de alojarte en la capilla de Felipe V, que forma parte del mismo.
De Chinchón a Colmenar de Oreja, nuestra próxima parada
Si Chinchón seduce a primera vista, Colmenar enamora despacio. Menos conocida, pero igual de auténtica, es la siguiente parada para hacer tu escapada más completa. Tan solo 5 kilómetros separan Chinchón de Colmenar de Oreja. Por el camino, la carretera surca tierras pródigas en vinos y blanca piedra caliza (pocos saben que de estas canteras salieron las piedras que labraron las madrileñas fuentes de Cibeles y Neptuno). Orgullosos están sus habitantes de su preciosa Plaza Mayor, del siglo XVIII, rodeada de viviendas de dos alturas con soportales y balcones de madera y donde destacan la Casa Consistorial y el Pósito. Es menos conocida que la anterior, pero igualmente llena de encanto y menos masificada, lo que es una ventaja. Perfecta para completar la escapada.
Pocos saben que de las canteras de Colmenar salieron las piedras que labraron las madrileñas fuentes de Cibeles y Neptuno.
El convento de la Encarnación se fundó en 1685 y se trata de una muestra increíble de la arquitectura madrileña de la época, y con piezas barrocas. Uno de sus tres edificios principales fue la Casa-Palacio del Conde de Colmenar. Puedes visitar solamente su iglesia y en horas de culto, porque se trata de un convento de clausura. El Arco de Zacatín, también conocido como Ojo de la Fuente, es una curiosa obra de ingeniería histórica que sostiene la Plaza Mayor. Bajo la plaza discurre esta larga galería de unos 70 metros, testimonio de cómo se gestionaba el agua en el pasado y canalizaba el torrente original del pueblo, cuyo caudal daba vida a la fuente pública y a los antiguos lavaderos.
Otro de los imprescindibles en Colmenar de Oreja es el Museo Ulpiano Checa, que alberga la colección más amplia de obras del aclamado pintor que inspiró la vida romana en la película de Hollywood Ben-Hur. También hay que destacar sus bodegas y cuevas centenarias de piedra caliza, como Pedro García, Bodegas Peral o Bodegas Figueroa, verdaderos tesoros vinícolas. Y por último, el restaurante Casa Pepe, ubicado en la Plaza Mayor, ofrece una cocina tradicional para chuparse los dedos y sus afamados caldos.
Consejo del viajero:
Las bodegas del sureste madrileño guardan una tradición vinícola que se remonta a siglos atrás, y visitarlas es una de las mejores formas de entender la vida en esta zona. Conviene reservar con antelación, especialmente los fines de semana, ya que la mayoría son pequeñas empresas familiares con grupos reducidos y trato muy cercano. En Chinchón, la histórica Bodega Del Nero (fundada en 1870, bodegadelnero.com) ofrece un recorrido por sus cuevas subterráneas, donde se conservan tinajas de barro originales, para finalizar con una cata. Otra interesante opción es la bodega Val Azul (valazul.com), donde nos proponen una experiencia más contemporánea, entre arte, vino y paisaje, con degustaciones al aire libre en pleno viñedo.
En Colmenar de Oreja, algunas bodegas como Pedro García, Peral o Figueroa abren sus puertas a los visitantes para mostrar sus galerías excavadas en piedra caliza, frescas todo el año, donde maduran los vinos locales.
Un buen plan es organizar la jornada en torno a la visita: por la mañana, recorrido por la bodega y paseo entre viñas; al mediodía, comida en alguno de los restaurantes de la zona; y por la tarde, un tranquilo paseo por las plazas mayores. Si viajas en este mes, los campos se tiñen de tonos ocres y rojizos, y el ambiente es perfecto para saborear el vino con calma y sin aglomeraciones.











