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ESCAPADAS OTOÑALES POR EUROPA

De Suiza a Eslovenia: cinco valles alpinos que se tiñen de oro en otoño y te van a enamorar


Desde el llamado 'valle más bello de Europa', en Austria, hasta el escenario de Narnia en Eslovenia se vertebran espacios protegidos, una fauna única, tradiciones pastorales y sabores inolvidables para disfrutar de la naturaleza en su máximo esplendor en esta temporada.


El lago de Bohinj, en el Parque Nacional de Triglav, forma la postal perfecto de otoño en Eslovenia© rolandbarat - stock.adobe.com
4 de noviembre de 2025 - 7:30 CET

Las luces cálidas de esta estación hacen que la paleta de tonos ocres, amarillos, naranjas,  dorados y marrones se enaltezcan más. Y es que la época más romántica y acogedora es, sin duda, aquella que permite recorrer senderos entre árboles que mudan sus vestidos y cumbres que comienzan a blanquear más si cabe. El reflejo de los lagos, el contraste de los bosques, los pueblecitos de montaña y su gastronomía revitalizante se entremezcla con tradiciones, historia y panorámicas únicas para sumergirse en el otoño en estos cinco valles alpinos donde la magia del entorno está a la orden del día.

El valle alpino Alta Engadina en Suiza es perfecto para una escapada de otoño por Europa© Silvano Rebai - stock.adobe.com

Para una escapada a Suiza: el valle alpino Alta Engadina

En el cantón suizo de los Grisones se extiende un valle que en otoño se transforma en un lienzo de colores cálidos. Sus vastos bosques de alerces, una de las pocas coníferas que pierde sus agujas con el frío, se tiñen de amarillo dorado intenso antes de caer. El espectáculo, reflejado en la quietud de los lagos glaciares que lo rodean - Sils, Silvaplana y St.Moriz - crea un paisaje de una belleza prácticamente irreal.

La luz que regala la estación se refleja en estos espejos de agua cuyos paseos por la orilla permiten capturar postales como la de la península de Chastè en el lago de Sils. Con un poco de suerte, se puede incluso observar el fenómeno conocido como Maloja Schlange, único en la región, en el que un banco de niebla se desliza desde el paso de Maloja por el valle lacustre.

Sin embargo, también son muchas las rutas que harán disfrutar al máximo de la Alta Engandina. Una de ellas es la Vía Engiadina, un sendero de alta montaña cuyo tramo entre Maloja y Silvaplana se recomienda encarecidamente por sus vistas panorámicas sobre el valle. No hay que perderse tampoco la magia del Bosque de Staz, ubicado entre St.Moritz y Pontresina y recorrido por senderos sencillos que sumergen de lleno en los colores del otoño. Por último, es indispensable subir en el funicular histórico hasta Muottas Muragl, un mirador con una de las vistas más famosas de los Alpes a 2.456 metros de altitud.

Además de la naturaleza, está aquello que esta rodea, y es que existen lugares tan interesantes como Sils María, un idílico pueblo que llegó a ser refugio estival del filósofo Friedrich Nietzsche y que conserva un museo en la casa donde se alojaba. También St. Moritz, más conocido por su exclusividad, merece un paseo en su época más tranquila, con su Museo Segantini, pintor que supo plasmar a la perfección los colores del lugar, y sus históricos cafés. 

Lago de Bled en otoño, Eslovenia© Roman Babakin - stock.adobe.com

Para una escapada a Eslovenia: el valle del Soča

Los Alpes, esta vez los Julianos, también muestran su cara más bella en la más desconocida Eslovenia. En el corazón del Parque Nacional de Triglav, el otoño intensifica todas las sensaciones y destaca sobremanera el color turquesa, ya de por sí impactante, del río Soča. Declarado primer destino EDEN del país por su compromiso sostenible, fue también escenario de ‘Las Crónicas de Narnia’. El estallido cromático de los bosques de hayas y arces que lo rodean en su camino por el valle al que da nombre crea un contraste visual inolvidable. A pesar de que el otoño crea un escenario totalmente diferente en el lugar, es una época tranquila para visitarlo.

Uno de los mejores recorridos para conocerlo es el Sendero del Soča, una ruta de 25 km que sigue el curso del río desde su nacimiento hasta Bovec, cruzando puentes colgantes de madera y pasando por tranquilas pozas y desfiladeros. Que su longitud no asuste al lector: es posible hacer cualquiera de sus cortos tramos por separado y, además, son de baja dificultad. También se puede optar por un paseo que lleva hasta la Cascada Kozjak, que esconde sus 15 metros tras una cueva rocosa antes de desembocar en un pozo de agua totalmente esmeralda.

El punto de entrada más bajo al parque nacional se encuentra en las Gargantas de Tolmin, donde un sendero circular permite explorar este cañón espectacular con paredes vertiginosas y lugares impresionantes, como el Puente del Diablo, suspendido sobre el agua. Las Gargantas del Soča, un tramo del río de 750 metros donde el cauce se estrecha formando una brecha profunda y sobrecogedora, también es una de las pequeñas excursiones más conocidas. También es interesante a nivel histórico recorrer el Camino de la Paz, una ruta que conecta trincheras, búnkeres, cementerios militares y la Iglesia Memorial de Javorca para contar el papel del país en la Primera Guerra Mundial. El Museo de Kobarid, un pequeño pueblo perfecto como base para explorar el valle, se encarga de ampliar esa información a todos los visitantes.

Parque Nacional del Gran Paradiso, en Italia,  durante la época dorada del otoño© Daniele - stock.adobe.com

Para una escapada a Italia: Val di Cogne

Ubicado en el corazón del parque nacional más antiguo del país vecino, creado hace un siglo a partir de una antigua reserva de caza real, el Val di Cogne es un paraíso repleto de alerces que explotan con sus tonos dorados en esta época del año. Con la paz del otoño, y con un poco de suerte, la fauna se deja ver, aunque tímida aún, siempre que el visitante del Parque Nacional del Gran Paradiso sea silencioso y respetuoso. Este refugio de naturaleza salvaje es el escenario perfecto para la observación de rebecos en celo o de íbices alpinos (símbolos del parque) en las laderas.

Marmotas, zorros y águilas reales también habitan este lugar, surcado por numerosas rutas de senderismo imprescindibles. La primera a destacar es la circular que lleva al conjunto de tres espectaculares saltos de agua que el arroyo Urtier deja a su camino: las Cascadas de Lilaz. También es destacable el valle lateral de Valnontey, una de las puertas de entrada a las altas cumbres del espacio protegido. Un paseo por el fondo de este es una caminata fácil pero con vistas espectaculares de los glaciares.

El Prado de Sant’Orso no se queda atrás. Esta vasta pradera alpina a las afueras de la localidad de Cogne está protegida de la especulación desde hace décadas, preservando un paisaje de una belleza pastoral inalterada gracias al esfuerzo del parque y de sus habitantes. En esta pequeña localidad se puede disfrutar, a su vez, de la belleza de la arquitectura alpina de la zona, con sus casas de piedra y madera, pero también con su tradición artesana, que sigue viva en el encaje de bolillos que las mujeres siguen practicando.

Y aunque sea más bello en verano, el Jardín Botánico Alpino Paradisia, situado en Valnontey, también merece una visita para conocer tanto entre sus plantaciones como en su centro de visitantes los detalles de la flora del parque. De paso, por qué no reponer fuerzas degustando la Seupetta a la Cogneintse - una sopa de arroz y queso Fontina -, la polenta concia - enriquecida con queso y mantequilla - o embutidos curados como la mocetta.

lago Vilsalpsee en el Tirol, Austria© Stefan Schurr/imageBROKER - stock.adobe.com

Para una escapada a Austria: el valle de Tannheimer Tal

Con permiso del resto de lugares de esta lista, el Tannheimer Tal es conocido como ‘el valle más bello de Europa’. Que se encuentre en el Tirol austríaco es un punto muy a favor, y es que esta zona ofrece uno de los otoños más increíbles del país. Los paisajes suaves y pastorales de la región forman un mosaico de colinas verdes y pueblos encantadores a los que se le suma el sereno lago Vilsalpsee, que es un espejo de las montañas circundantes y de cómo cambian con el paso de los meses.

Precisamente este lago es el corazón mismo del valle. Ubicado en una reserva natural es el destino perfecto para una caminata tranquila en un sendero circular que lo rodea y que ofrece perspectivas diferentes de los picos sobre sus aguas. Sin embargo, lo que domina aquí son las rutas panorámicas. El teleférico que sube desde Tannheim permite disfrutar en el sendero Neunerköpfle de las mejores vistas del valle y alcanzar el monumental libro de cumbres, una interpretación artística y a gran escala de la curiosa tradición alpina.

Pero ir de refugio en refugio también es una experiencia antes de que llegue el invierno y muchos de ellos cierren. Una de las excursiones más interesantes es la que va hasta Gimpelhaus, accesible aún bien entrado el otoño. A principios de este se puede presenciar también el Almabtrieb, una festividad en la que el ganado se engalana para bajar de los pastos de verano a los establos del valle en una celebración muy colorida.

Su cercanía con Baviera (Alemania), confiere una interesante mezcla cultural a este valle. Esto es visible en algunas de sus pequeñas localidades, como Tannheim, Grän o Nesselwängle, con sus iglesias de cúpulas bulbosas y casas con balcones de madera llenos de flores. Allí es posible refugiarse en una Gasthaus - posada tradicional - para vivir la experiencia de la contundente cocina tirolesa, con sus Käsespätzle, su Tiroler Gröstl o su dulce Apfelstrudel.

Flumet, Francia© Getty Images

Para una escapada a Francia: Val d’Arly

Entre los macizos de Beaufortain y los Aravis, el Val d’Arly es un idilio constante con el Mont-Blanc. Balcón privilegiado a uno de los picos más famosos de Europa, el otoño lo convierte en una paleta de colores que contrasta y compite con el bello blanco de las cumbres nevadas. La grandiosidad del paisaje y la atmósfera íntima y rural también son un choque de facetas que conviven a la perfección en este lugar donde la naturaleza se mezcla con la gastronomía.

Por ello, uno de los recorridos más famosos del valle es la Ruta de los Quesos de Saboya. Cuna del queso Reblochon, también es una zona importante de producción del Beaufort. Además, la Cooperativa Lechera del Val d’Arly, con tiendas en Flumet y otros pueblos, es el pretexto perfecto para hacer senderismo entre ellos y conocer cómo se elaboran estas delicias, además de degustarlas en platos como la tartiflette o la fondue savoyarde y convertirlas en un delicioso souvenir.

El conocido como ‘techo de Europa’ también tiene rutas donde aislarse en la más exuberante naturaleza. Las cumbres del Mont de Vorès y Ban Rouge son accesibles y ofrecen un panorama de 360 grados que abarca todos los macizos circundantes. La Route de la Soif, por otro lado, es un camino panorámico que discurre por las crestas y que mucha gente también hace en bicicleta. Otro de ellos es el Sendero de las turberas de Saisies, un paseo educativo por un ecosistema único y que en otoño es especialmente bello.

Y si hablamos de rutas tampoco podemos dejar de mencionar la Ruta del Barroco, ya que este valle cuenta con numerosas iglesias y capillas que sorprenden por la riqueza de su decoración interior tras sus austeras fachadas. Estas salpican bellos pueblos como el medieval de Flumet o el Notre-Dame-de-Bellecombe y La Giettaz-en-Aravis. Si vas a finales de septiembre y ya has visitado el Tannheimer Tal, quizá te suene la Désalpe, una bajada de los rebaños desde los pastos de altura hasta el fondo del valle para pasar los meses de frío.

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