Detrás del nombre del barrio hay una mujer erudita del Renacimiento que, sin duda, dejó huella en Madrid: Beatriz Galindo, amiga de la reina Isabel la Católica y conocida por su dominio del latín. Fundó en la calle de Toledo un convento y un hospital, que fueron bautizados popularmente como ‘de La Latina’. Un sobrenombre que hoy es sinónimo de un rincón de Madrid que mantiene el equilibrio entre pasado y presente. Un barrio que se despliega en calles y plazas donde perderse entre tabernas centenarias, restaurantes de autor, cafés con encanto y tiendas con identidad propia. Esto es La Latina.
DESAYUNOS TARDÍOS
El brunch también está de moda en La Latina, y tampoco faltan las opciones para desayunar bien sin renunciar al clásico café (de especialidad) con bollería artesanal. Los pancakes de Watts Cantina (Don Pedro, 4) son todo un reclamo para comenzar el día en este lado de la ciudad y, en la puerta contigua, La Divina Bohemia ofrece una amplia carta con bagels, tostas y los habituales huevos benedictine. Antesala de una cocina que invita a regresar en cualquier momento del día. Pasa lo mismo con Trava (Calatrava, 16) donde puedes arrancar con las tortitas y volver después para tomar un vino y tapear para comer o cenar.
TIENDAS CON ALMA
Nada mejor que compaginar el desayuno con hacer la compra. Para llenar la nevera, como antes y en versión gourmet, se puede empezar por los quesos artesanos de Quesería Cultivo (carrera de San Francisco, 14); el pan de masa madre del Obrador San Francisco, justo al lado, donde probar también dulces como el panquemao; y el vino natural y el café de especialidad de la botillería Pastora, en el 12 de la misma calle. El Mercado de la Cebada sigue siendo el corazón del barrio, con puestos de productos frescos, pero también propuestas de arte, decoración e incluso una pequeña librería.
En el exterior del mercado, La Positiva impulsa las creaciones de diseñadores y artistas locales en una tienda de moda sostenible y originales complementos hechos a mano. También en Cocol (costanilla de San Andrés, 18) se celebra la artesanía nacional, poniendo en valor la tradición y lo atemporal con una irresistible y preciosa muestra de cerámica, vajillas, bordados, cestería, alfombras y complementos con historia y personalidad. La apuesta por lo auténtico mantiene en pie, desde hace más de 100 años, Calzados Lobo (Toledo, 30), donde encontrar diseños de alpargatas que nunca pasan de moda.
DE CAÑAS, TAPAS Y VERMUT
Sin duda el alma del barrio late al ritmo de las cañas, el vermut y las tapas. La calle por excelencia es la Cava Baja, donde a cada paso se suceden bares con carácter propio. En el número 25, La Perejila, enamora con su icónica fachada verde, su interior cargado de folclore y una carta repleta de tradición española. Un poco más abajo, en el 38, la Taberna Tempranillo es una parada obligatoria para los amantes del vino. Y en el número 42, Pez Tortilla se ha ganado un hueco con su famosa tortilla poco cuajada y sus versiones con morcilla o trufa. A la misma altura está Lamiak, referencia para tomar pinchos vascos y escenario histórico de la cultura madrileña, porque ocupa el espacio de La Mandrágora, local que dio nombre al disco que allí mismo grabaron Sabina, Krahe y Alberto Pérez en 1981.
Más allá de la Cava Baja, el tapeo continúa por las plazas de la Puerta de Moros y de la Paja, calles como la del Humilladero y junto al Teatro de La Latina (Plaza de la Cebada, 2). La Taberna Errante (carrera de San Francisco, 8) es famosa por su ensaladilla rusa y en La Gildería (Calatrava, 17) recuperan el arte de tomar el aperitivo con vermut y banderillas. En esa misma calle, el bar Muñiz (n.o 3) lleva más de 80 años siendo fiel a la esencia de los bares de antaño: tapas clásicas, cañas bien tiradas, vermut de barril y buen vino.
CLÁSICOS INTERNACIONALES
Para sentarse a la mesa y deleitarse con nuestra cocina más auténtica, como el asado castellano y la gastronomía madrileña, hay que dirigirse a la Posada de la Villa (Cava Baja, 9) un restaurante con más de 300 años de historia y el encanto de las antiguas casas de comidas. A solo unos pasos, en el número 36, Taberna Peñalver (Cava Baja, 36) apuesta por la cocina mediterránea y las paellas. Y para los amantes del buen chuletón, Casa Julián de Tolosa (Cava Baja, 18) domina el asado al estilo vasco.
Si hay un templo de la cocina que ha traspasado fronteras es Casa Lucio (Cava Baja, 35). Su receta de huevos estrellados –sencilla, pero infalible– ha hecho historia dentro y fuera de Madrid. Este clásico de la Cava Baja no solo brilla por su plato más famoso, también lo hace por sus callos, el cocido madrileño o el guiso de rabo de toro. Por sus mesas han pasado Leonardo DiCaprio, Will Smith, Eva Longoria o jefes de Estado. ¿Reservas imposibles? Justo enfrente, Los Huevos de Lucio recoge el testigo con espíritu joven y la misma calidad en la cocina.
COCINA CREATIVA
Junto a las tabernas y restaurantes de siempre, florece una nueva generación de locales que apuestan por la cocina creativa y los sabores del mundo. Marmitón (de las Aguas, 6) reinterpreta el recetario clásico con técnicas contemporáneas en un pequeño bistró que apuesta por el producto de temporada. El mismo sello está presente en Barmitón (Cava Alta, 13), concebido para compartir platos y alargar la sobremesa con una variada carta de cócteles. En ambos, uno de los imprescindibles es el steak tartar.
También el producto y las técnicas actuales son la base de Bipolar (Calatrava, 6), una casa de comidas contemporánea. En Alto Bardero (Puerta de Moros, 4), los chefs León Bonasso y Pablo Paternostro fusionan sabores asiáticos, latinos y mediterráneos en el local que antes albergó Juana La Loca (y del que aún conservan su mítica tortilla de patatas). Otra propuesta innovadora es Toguita (Cava Alta, 3), hermano pequeño de Toga (Juanelo, 23) y donde la sencilla carta permite probar sabores de la cocina latinoamericana y asiática con un toque diferente.
Para seguir viajando por el mundo sin salir de La Latina, dos apuestas seguras: Ebisu by Kobos (Luciente, 14), una barra de sushi para solo nueve comensales, donde el chef Kobos Cortés fusiona la tradición japonesa con el mejor producto nacional; y Piscomar (carrera de San Francisco, 15), uno de los primeros referentes de cocina peruana en Madrid.
CINCO IMPRESCINDIBLES EN LA LATINA QUE NO TE DEBERÍAS PERDER:
- Recorrer la animada calle de la Cava Alta y las plazas de la Cebada, Humilladero y de la Paja para disfrutar del ambiente y de la cultura del tapeo.
- Descubrir en el Mercado de la Cebada otros puestos más allá de los productos frescos: ropa vintage, flores, vinilos y joyas.
- Probar los clásicos huevos estrellados de Casa Lucio (Cava Baja, 35), un icono de la gastronomía madrileña, que ya han conquistado el mundo entero.
- Refugiarse en la terraza de aire bohemio y exuberante vegetación de El Viajero (plaza de la Cebada, 11), uno de los rincones más deseados del barrio.
- Catar la nueva propuesta de cocina de Alto Bardero (Plaza Puerta de Moros, 4) sin olvidar la icónica tortilla de patatas con cebolla confitada.


















