4 razones por las que vas a querer viajar a esta ciudad de Portugal cuya playa inspiró el símbolo del Camino de Santiago

La gastronomía de Matosinhos es, por sí sola, un viaje inolvidable. En esta ciudad, cada plato narra la historia del Atlántico, combinando la frescura del mar con la tradición y la creatividad. La oferta culinaria es diversa, con opciones para todos los paladares. De hecho, cuenta con más de 400 restaurantes con propuestas desde una cocina de autor hasta tabernas tradicionales. Las experiencias culinarias se extienden a los mercados de pescado fresco, las ferias de marisco y los festivales gastronómicos, que invitan a descubrir los sabores más genuinos de la localidad. Y, por supuesto, es inevitable mencionar el reconocido World's Best Fish (MWBF), el mejor pescado del mundo.

Si viajas en octubre, no te pierdas el Rally Fish, que este año 2025 celebra su 14ª edición –y finaliza el próximo 26 de octubre–. Durante varias jornadas, los restaurantes participantes sirven un petisco con copa de vino, la excusa perfecta para una ruta sabrosa de barra en barra sin la necesidad de gastar mucho porque, literal, cuesta menos de cuatro euros. Es una forma divertida y accesible de catar recetas locales y sentir el pulso gastronómico de la ciudad.

Además de la inconfundible brisa marina y el pescado fresco, Matosinhos se revela como un destino de gran riqueza cultural y arquitectónica. La ciudad es un fascinante lienzo donde el pasado pesquero convive con la vanguardia artística. Al recorrer sus calles, los visitantes descubren un conjunto de obras firmadas por arquitectos de renombre que dialogan con el entorno marítimo. Pero la creatividad no se limita solo a los edificios: el arte urbano que llena sus espacios añade color y expresión a los paseos, reflejando el estilo de vida dinámico de su comunidad.

Y si te apetece mirar por dentro esa relación entre mar e industria, apunta el turismo industrial: aquí puedes visitar antiguas fábricas conserveras y cerveceras artesanas que forman parte de la identidad local. Ver el proceso, oler el aroma de la conserva recién hecha o de la cerveza en fermentación y entender cómo la industria moldeó la ciudad es una manera sabrosa —y muy didáctica— de descubrir su patrimonio más auténtico.

El mar y la playa son, sin lugar a dudas, el corazón de Matosinhos. Sus extensas y accesibles playas, en concreto más de 15 km arena fina, invitan a largos paseos junto a la costa y a tomar el sol. Para los amantes de la actividad, el Atlántico se convierte en un escenario perfecto para los deportes acuáticos. El surf, en particular, atrae a muchos visitantes internacionales. Es más, algunos expertos consideran que tiene una de las mejores playas urbanas del mundo para practicar este deporte acuático. Caminar por la orilla del mar, con el ritmo del océano marcando el pulso de la ciudad, es una experiencia que combina naturaleza y vida urbana. Además, sus escenarios son el marco ideal para la fotografía y la relajación.

Y a un paso de la arena discurre, además, uno de los tramos costeros de los Caminos de Santiago. Lo cruzan las rutas portuguesa de la costa y la central, cada vez más transitadas, donde nació la leyenda de la vieira del Apóstol. Muchos peregrinos atraviesan Matosinhos por senderos que combinan océano, historia y pequeñas villas marineras. Recorrerlos al atardecer añade ese punto de contemplación que solo da el Atlántico. Unas vistas preciosas que merece la pena observar.

Matosinhos se revela como un destino versátil que combina experiencias pensadas para todo tipo de viajeros. Para facilitar la planificación, la ciudad ofrece itinerarios de 1, 2 o 3 días que combinan sin esfuerzo playa, gastronomía, cultura y ocio. Ya sea un viaje en familia, en pareja o en solitario, Matosinhos garantiza vivencias auténticas e inolvidables. Cada visita es una inmersión en la historia, el mar y el estilo de vida local.

¿Y si tu escapada es en diciembre? Entonces el Mercado de Navidad te espera con luces, aromas de temporada y puestos de artesanía y producto local. Entre compras, música y ese ambiente acogedor que invita a pasear sin prisa, la ciudad se transforma en un escenario festivo junto al Atlántico. Perfecta para una escapada con amigos o en familia.