Chocolate, relojes, queso. Son productos que nos vienen a la mente cuando pensamos en Zúrich, la ciudad que es el corazón desde el que bombea la prosperidad financiera de Suiza. Una metrópoli que lucha por sacudirse el estigma serio y aburrido que la precede para mostrarse abierta, creativa y llena de vida. Será por eso (sin desestimar los altos ingresos y el envidiable estado del bienestar) por lo que la conocida como la meca de la banca se cuela a menudo en los primeros puestos de las ciudades más felices del mundo.
Esta sorprendente capacidad para aunar la eficacia con la rebeldía, la elegancia con la excentricidad, se extiende también al terreno del shopping, donde Zúrich tiene mucho que decir. A muchos les sorprenderá saber que, este bonito entramado recostado sobre la orilla de un lago y custodiado por los Alpes, es un buen lugar para entregarse al arte de las compras. Las hay para todos los gustos y (casi) todos los bolsillos.
El corazón de la ciudad
Empecemos por la Banhoffstrasse, la arteria comercial por excelencia, que tiene el honor de atesorar el metro cuadrado más caro de todo el mundo. Aquí, en este kilómetro y medio de prohibitiva ostentación, solo tienen cabida las firmas más exclusivas, que van ganando en prestigio (y precio) según se aproximan al lago. Aunque lo que exhiben sus escaparates suele ser inalcanzable para el común de los mortales, siempre quedará contemplar las magníficas fachadas de la Belle Époque que fueron concebidas bajo el modelo de los Campos Elíseos de París.
Muy cerca, en el centro histórico, la colina de Lindenhof se desparrama en un puñado de callejuelas que contrastan con la gran avenida. Es momento de dejarse perder en busca de tiendas pintorescas que destacan por sus diseños, casi siempre de autores independientes y atrevidos. Como Vock 10, un curioso concept store que exhibe muebles rompedores o Doris Feldman, una deliciosa papelería artesanal en la que se encuadernan libros a mano.
El trazado empinado y sinuoso de este rincón, que constituye el corazón de la ciudad, esconde galerías de arte moderno y contemporáneo como las de Peyer Gallery o Ann Lindenhof, pero también joyerías como La Serlas y tiendas de ropa como Tatti, con alegres y coloridos vestidos, o Wic, con diseños más refinados. Esta última la encontramos en Rennweg, una de las calles más llamativas, en la que lucen las banderas de todos los cantones de Suiza.
El creativo y descarado West
Más allá de la pátina clásica de los edificios históricos, hay un lugar en Zúrich donde hierve la escena alternativa. Se trata del West (barrio oeste), que se corresponde con el Distrito 5 (Kreis 5) y que nació como un soplo de modernidad en lo que antes era una zona industrial y degradada. Hoy es el lugar al que acudir si lo que se quiere es adquirir artículos que no se parecen a nada conocido.
La transformación del viaducto sobre el que pasa el tren es hoy el famoso Viadukt, una curiosa milla comercial con negocios en cada uno de los 36 arcos que lo conforman. Aquí se puede encontrar delicatessen, artesanía, moda trendy… y hasta un mercado cubierto de alimentación y flores, el Markthalle, ideal para quienes buscan caprichos gourmet.
Pero lo que hay sobre todo en el West son templos de la originalidad. Todos ellos presididos por la archifamosa torre Freitag, que es el icono del barrio. Una pila de contenedores sobrepuestos, a la que se define como un rascacielos bonsái, que acoge los divertidos complementos de esta marca que alumbraron dos hermanos suizos reciclando la lona de los camiones (después lo hicieron también con cámaras de bicicletas y cinturones de coche). Bolsos, mochilas y accesorios de diseño, convertidos en objetos de culto que se venden por todo el mundo.
Y lo más dulce
En Zurich encontramos mercados de segunda mano como el de Helvetaplatz, que tiene lugar cada sábado, o el de Burkliplatz, el último sábado de cada mes. Y centros comerciales como Glattzentrun, localizado a las afueras. Pero lo que más encontramos en Zúrich, como bien decíamos al principio, es delicioso chocolate. A ver quién se resiste a no regresar de esta ciudad cargado con este manjar…
Lindt Home of Chocolate no solo es un museo, es un viaje interactivo a los orígenes del cacao. En la tienda de la gigantesca sede de esta firma suiza, líder mundial en chocolate premium, que ocupa 500 m2 y es la más grande del mundo, se pueden adquirir sus tabletas más emblemáticas.
Pero existen innumerables comercios que también elaboran esta delicia de manera artesanal. Como Schwarzenbach, Berg Und Tal o Laflor, todas ellas con un aroma que atrae irremediablemente. Y para quienes gusten del chocolate caliente, nada como concluir esta ruta en Café & Conditorei 1842, al más puro estilo vienés y frente a una taza humeante.