La Alhambra está hecha de agua, cielo y tierra. ¿Cómo es posible que con elementos tan sencillos disfrutemos hoy de uno de los conjuntos monumentales más bellos y valiosos del mundo? Juan Domingo Santos tiene la respuesta: «Cada palacio, cada rincón y detalle guardan una íntima relación con la arquitectura, la naturaleza y el paisaje. Por eso, pocas construcciones a lo largo de la historia han estimulado los sentidos de una manera tan sublime». Dicho de otro modo: «No hay lugares capaces de transmitir tanta espiritualidad, serenidad y placer, a la vez que solemnidad y poder».
El arquitecto granadino sabe de lo que habla. Para él, la Alhambra no es solo un espacio único hecho de recuerdos infantiles. Es también una permanente fuente de inspiración que traslada a todo cuanto proyecta, escribe y enseña.
«El Partal es el jardín moderno, más complejo y elaborado de La Alhambra»
Pasear a su lado es una oportunidad única para conocer la Alhambra alejada de los habituales circuitos turísticos. Nada mejor que comenzar en los Baños de la Mezquita, en la calle Real, donde el arquitecto puso en pie el nuevo museo del músico Ángel Barrios. A partir de ahí, el recorrido nos invita a bordear el palacio de Carlos V, penetrar en los palacios nazaríes por el Mexuar, atravesar los palacios de Comares y Leones, las zonas reales más conocidas y fotografiadas del conjunto monumental, y salir hasta El Partal, uno de esos lugares que fascinan a Juan Domingo Santos: «Se trata del jardín moderno más complejo y elaborado de cuantos existen en la Alhambra». Y así es, porque no es fácil saber leerlo sobre el terreno. Está hecho de restos de antiguos palacios, albercas e infraestructuras agrícolas dispuestas en paratas y miradores, aterrazadas en distintos niveles, lo que invita a recorrerlo con sosiego.
No hay que alejarse mucho para descubrir otro de los rincones predilectos de nuestro particular guía. Es el paseo de las Torres, el sombreado sendero que ciñe un costado de las murallas alhambreñas y nos acerca al Generalife con solo salvar la cuesta de los Chinos. Cerca de él está el jardín botánico, uno de los secretos mejor escondidos del Parador, antiguo palacio de los Infantes. Es un lugar íntimo, apartado de los grandes itinerarios. Está tapizado con plantas, arbustos y árboles de los cinco continentes, repartidos entre terrazas y parterres geométricos. «Delante de la qubba del palacio hay un íntimo y privado mirador bajo dos enormes cedros centenarios del Himalaya que enmarcan el Generalife y sus huertas», desvela el arquitecto.
Entre los rincones predilectos del arquitecto está el paseo de las Torres, y uno de los secretos mejor guardados del Parador es el jardín botánico.
El último libro de Juan Domingo Santos, Los jardines de la Alhambra, está escrito junto a la historiadora María del Mar Villafranca, que fue durante años directora del conjunto monumental. Esa cercanía a la naturaleza y el paisaje, al valor patrimonial que posee el jardín de tradición andalusí, emparenta con la admiración que despierta la arquitectura palaciega. Santos considera que la torre de las Infantas es uno de los grandes ejemplos constructivos del conjunto porque combina la sobriedad exterior de una fortaleza con la riqueza de sus espacios y decoraciones. «En su interior el escritor Washington Irving situó la leyenda de las tres princesas nazaríes, Zaida, Zoraida y Zorahaida, inmortalizadas en sus Cuentos de la Alhambra».
Queda un último lugar que le emociona. Es necesario llegar al Generalife, sortear sus huertas y atravesar el patio de la Acequia. Tras dejar atrás el de la Sultana espera una última emoción: la Escalera del Agua, por cuyo pasamanos discurren pequeñas acequias de agua que despiertan un rumor placentero mientras ascendemos bajo un emparrado de laurel. Una vez arriba, el esfuerzo ha merecido la pena. Desde este mirador el Generalife y la Alhambra quedan a nuestros pies y el arquitecto sueña con nuevos proyectos palatinos.
«Pocas construcciones han estimulado los sentidos de una manera tan sublime»
GUÍA PARA EL VIAJERO
Dónde dormir
En el interior de la Alhambra se encuentra el Parador, el más caro de la red nacional, pero el privilegio de dormir dentro del conjunto monumental bien lo vale. Junto a la puerta de los Siete Suelos, una de las cuatro entradas históricas del recinto, se halla el Áurea Washington Irving. Y en la ciudad histórica, en la céntrica calle Recogidas, el Palacio de los Patos, palacete historicista rodeado de notables restaurantes.
Dónde comer
En Granada es costumbre tapear, porque las pequeñas miniaturas gastronómicas que se sirven con cada consumición son gratis. Lo mejor es hacerlo por el centro, en torno al Ayuntamiento y la Plaza Nueva. El barrio blanco del Albaicín, situado frente a la Alhambra, posee restaurantes desde cuyas mesas disfrutaremos de unas vistas impagables. Algunos de estos buenos comedores son El Huerto de Juan Ranas o el Carmen de las Tomasas. En la ciudad histórica, al lado del Campo del Príncipe, abre sus puertas Damasqueros, de cocina creativa.