Ir al contenido principalIr al cierre de página
Es Tendencia

POR EUROPA

5 trenes para descubrir la costa a ritmo lento: viajes junto al mar


Desde la Costa Brava a los balnearios de Devon, el ferrocarril se convierte en una forma de trazar recorridos únicos por cinco países europeos que conectan ciudades históricas, puertos pintorescos y playas cristalinas del Mediterráneo y el Atlántico.


Vernazza, uno de los pueblos más bonitos de Cinque Terre, Liguria, Italia© Alamy Stock Photo
Por: Mari Carmen Duarte
4 de septiembre de 2025 - 7:30 CEST

Llegado septiembre, el verano se va relajando y dejando paso primero a las noches más frescas, luego a las tormentas dispersas y también a días menos tórridos y más suaves. Es el momento perfecto para despedir la estación a través de la ventana de un tren, al más puro estilo Paul Theroux, pero sin conectar continentes. A escala más pequeña, con trayectos que pueden llevar como mucho 3 horas, estos cinco viajes seguramente también sirvan para dar rienda suelta a la pluma con experiencias que esperan en cada estación o entre los propios vagones y que pueden ser el inicio de una crónica o un buen atillo de anécdotas que contar entre amigos y familia. ¡Pasajeros al tren!

Tren Cote Bleue cerca de Marsella© Alamy Stock Photo
Tren de la Côte bleue, un ferrocarril que se construyó entre 1907 y 1915 y recorre la costa francesa.

RUMBO A LA COSTA BRAVA

Partiendo de Barcelona, la línea RG1 de Rodalies Renfe que abarca desde l’Hospitalet de Llobregat, junto a la Ciudad Condal, hasta Portbou, en la frontera con Francia, puede no parecer más que un tren de pasajeros. De hecho, mucha gente lo usa para desplazarse a diario, pero si se tiene tiempo para recorrer esta línea, el trayecto puede convertirse en una delicia. Dejando atrás la capital catalana y su vecina Badalona, con el bello Pont del Petroli adentrándose en el mar, el Mediterráneo va regalando ubicaciones como El Masnou, un pequeño pueblo de pescadores con playas tranquilas a apenas unos minutos de la bulliciosa Barcelona.

Casitas de colores junto al mar en la Costa Brava, Girona© gitanna - stock.adobe.com

Sin embargo, es a partir de Mataró, con su bonito centro histórico, y de Arenys de Mar, con su bonito puerto pesquero y su gastronomía marina - no hay que dejar de probar el calamar de potera -, cuando empieza el tramo más escénico y que invita aún más a hacer algunas paradas. Calella, con su iglesia neoclásica de Santa María y su espectacular faro de 1859, dibuja en el Parc Dalmau o el paseo noucentista Manuel Puigvert un recorrido rico en cultura y naturaleza. Sus playas compiten con las de Blanes, la siguiente parada y puerta de la Costa Brava, famosa por sus jardines botánicos.

Aquí el tren se desvía hacia pueblos de interior como Caldes de Malavella, con sus termas romanas y sus edificios modernistas, antes de llegar a Girona capital, nombrada en ocasiones ‘La Florencia de Cataluña’ por su increíblemente bien conservado centro histórico, al que se suma su rica gastronomía, amparada por chefs de renombre. Otros municipios, cuyo entorno natural llenan de paisaje las ventanas del tren, llevan de nuevo hasta la costa pasando por Figueres, cuna de Salvador Dalí y hogar de su museo, y alcanzando Llançà, ya en el rocoso y azul intenso del Parque Natural del Cap de Creus, una antesala del destino final, Portbou, cruce de caminos y pequeño puerto fronterizo muy desapercibido pero con mucho encanto.

Puerto de Arenys de Mar, El Maresme, Barcelona© Alamy Stock Photo
Puerto de Arenys de Mar.

LA CÔTE BLEUE FRANCESA 

Otro tren regional se convierte en una excusa perfecta para conocer uno de los rincones más bellos de Francia: el tren de la Côte bleue del país vecino, un ferrocarril que se construyó entre 1907 y 1915 bajo las órdenes del ingeniero Paul Séjourné y que discurre por la ladera de los acantilados de este rincón galo entre túneles, viaductos y vistas en picado sobre las playas. Saliendo de Marsella - aconsejable sentarse en el lado izquierdo del vagón -, y circulando hasta Miramas, en tan solo poco más de una hora se puede cubrir el trayecto completo. 

Panorámica del puerto de Marsella© Alamy Stock Photo
Panorámica del puerto de Marsella

Quizá lo más interesante de hacer este tramo para el pasajero sea no bajar del tren en todo el trayecto para disfrutar de las panorámicas espectaculares que regala el paisaje, y al volver hacer paradas en cada uno de los sitios que le han embelesado. O al revés. El caso es que en el camino existen lugares imperdibles que también merece la pena vivir despacio. El primero que aparece desde la vibrante Marsella es L’Estaque, a apenas un cuarto de hora. Este bello pueblo de pescadores se hace irresistible como lo fue para pintores como Cézanne, Braque o Derain, y es que las escenas bucólicas aquí inundan cada esquina.

Tren Carry le Rouet cerca de Marsella, Francia© Alamy Stock Photo

Hasta llegar a la perla de la Côte bleue se despliegan un par de pequeños puertos de aguas cristalinas, calas tranquilas e ideales para practicar buceo y maravillarse con el fondo marino: Niolon y Ensuès-la-Redonne. Y aun con el cabello mojado, el pasajero llega a uno de los puntos álgidos del viaje, Carry-le-Rouet, una animada localidad de playas encantadoras y un aire inundado de un delicioso olor a marisco que no tarda en abrir el apetito. Y aunque el tramo más escarpado y cinematográfico queda atrás, no hay que dejar de estirar el camino hasta Sausset-les-Pins, repleto de comercios y arenales con múltiples servicios, y Martigues, conocida como ‘la Venecia provenzal’ por sus puentes y canales de ensueño.

ENTRE LEVANTO Y LA SPEZIA: POR LAS CINQUE TERRE

Si hay un lugar que representa el verano en su máxima expresión, ese es Cinque Terre. La región estival por excelencia de Italia es este rincón rocoso de casas encaramadas frente al sol y sobre los bañistas que saltan y nadan sin perderse ni un atardecer. Una de las mejores maneras para visitar los pueblos que conforman la zona costera es a través del tren, ya que el aparcamiento es escaso y la circulación requiere de mucha paciencia y algún que otro atasco. Conectando las ciudades de Génova (a la que es fácil llegar desde Génova) y La Spezia, el tren italiano ofrece paradas interesantes antes de llegar a las coordenadas más famosas.

Camogli, una de las villas más bellas de Liguria, Italia© Alamy Stock Photo
Camogli, una de las villas más bellas de Liguria

Partiendo de una ciudad con un impresionante centro histórico, el puerto antiguo y sus caruggi, en pocos minutos se llega a Camogli, un pintoresco pueblo pesquero de casas de colores y ambiente tan auténtico como el resto de los que le suceden. Conocido como la Riviera italiana, pero sin multitudes, vale la pena darle una oportunidad tanto como a Santa Margherita Ligure, con su increíble glamour, su ambiente chic y sus paisajes sublimes. Pronto aparece una encantadora ciudad con dos bahías, la del Silenzio y la delle Favole, Sestri Levante, que hace replantearse si no será mejor evitar el turismo de masas en la vibrante Cinque Terre.

Pero el viaje sigue por pueblos costeros menos conocidos, como Bonassola, Framura y Levanto, con playas preciosas y antiguas vías ferroviarias habilitadas como carriles bici que animan a dedicarle un buen rato del viaje. Sin embargo, aquí comienza la experiencia por los cinco famosos pueblos que, además, cuentan con un pase especial, el Cinque Terre Card Treno, que incluye viajes ilimitados en tren y acceso a senderos de pago. Monterosso al Mare, con la playa más extensa, precede a Vernazza, con su puerto natural y considerado uno de los pueblos más bonitos de Italia; al que le sigue Corniglia desde sus acantilados, Manarola y sus atardeceres y Riomaggiore, antesala de La Spezia y su castillo de San Giorgio.

Vernazza, uno de los pueblos más bonitos de Cinque Terre, Liguria, Italia© Alamy Stock Photo

LINHA DO OESTE: LA SORPRESA LUSA

Quienes hayan visitado Portugal saben que el país descubre en cada viaje nuevas formas de recorrerlo que hacen querer volver para conocerlo más a fondo. Una de las mejores excusas para tomar el avión de vuelta al país vecino es disfrutar de la Linha do Oeste, una línea ferroviaria que se mueve entre la estación de Lisboa Santa Apolónia y la costera Figueira da Foz, al norte, y que regala un viaje mucho más auténtico y menos turístico por la costa atlántica y las zonas rurales cercanas. Partiendo de la capital, con sus grandes monumentos y sus característicos tranvías, la línea inicia su viaje pausado por su primer tramo. 

Villa medieval de Óbidos, Portugal© Alamy Stock Photo
Villa medieval de Óbidos

Torres Vedras es una de las primeras paradas más interesantes. Desconocida entre la mayoría de turistas, esta localidad es famosa por sus fortificaciones de las Líneas de Torres Vedras y su divertido Carnaval. A pocos minutos se adivina Óbidos, una parada imprescindible para mapear esta villa medieval amurallada famosa no solo por sus construcciones históricas, como el castillo, sino también por su licor de cereza: la ginjinha. Una estación más allá, Caldas da Rainha permite relajarse en sus aguas termales y llevarse algún souvenir en forma de cerámica tradicional. 

Menos de una hora de relajante camino por el Portugal más rural desemboca en un tramo donde se suceden los puntos interesantes. El primero es São Martinho do Porto, una bahía natural y muy familiar donde disfrutar del Atlántico. El segundo es Valado-Nazaré-Alcobaça, una estación perfecta para conocer la localidad pesquera de Nazaré, famosa por sus olas gigantes, y Alcobaça, con su impresionante monasterio, Patrimonio de la Humanidad. Finalmente, Figueira da Foz, con una de las playas urbanas más grandes de Europa, será el destino final de este variado e interesante viaje.

Monasterio de Alcobaça, Patrimonio de la Humanidad, Portugal© Alamy Stock Photo
Monasterio de Alcobaça, Patrimonio de la Humanidad.

RIVIERA LINE, COSTA SUR DE INGLATERRA: VIAJE A LO VICTORIANO

El encanto de la costa sur de Inglaterra se suele descubrir tras el volante, a pesar de que eso signifique la dificultad de conducir por la izquierda. Sin embargo, existe una forma de saltar de pueblo en pueblo y de playa en playa, y es a través de la Riviera Line, un tramo ferroviario que recorre la costa de Devon donde creció Agatha Christie y atraviesa los acantilados rojos y los balnearios victorianos que se suceden entre las ciudades de Exeter y Paignton. El punto de partida es más que eso: antes de partir, es imprescindible visitar su catedral gótica, su animado centro urbano y el sitio histórico de Underground Passages.

Muelle de Teignmouth, Inglaterra© Alamy Stock Photo
Muelle de Teignmouth

En apenas 20 minutos se llega a Dawlish Warren, una extensa playa de arena con dunas, y a Dawlish, un encantador balneario victoriano famoso por su fotogénico viaducto ferroviario sobre la playa y los cisnes negros que chapotean en sus parques. La siguiente parada, Teignmouth, es un vibrante puerto con un muelle que sigue el estilo victoriano que marca el viaje y del que parten los ferris que cruzan a Shaldon mientras que el tren se desvía hacia el interior siguiendo el perfil del río Teign hasta Newton Abbot, una ciudad vibrante por su ubicación en un nudo de comunicaciones.

Ya en Torquay, la ‘capital’ de la Riviera inglesa, se despliega toda una serie de atractivos que invitan a pasar el día. Desde su elegante balneario con puerto deportivo hasta sus playas de arena, un museo dedicado a la escritora y reina del crimen y jardines donde pararse a descansar. Finalmente, la última estación, Paignton, ofrece otro balneario clásico que incluye un zoo e incluso otro tren, el de vapor que llega hasta Dartmouth y que supone toda una experiencia nostálgica perfecta para cerrar el viaje. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.