Tal y como ocurrió el verano pasado, Sara Carbonero ha vuelto a elegir las playas de Cádiz para sus vacaciones, confirmando así su predilección por este rincón del sur de España que ya conoce bien y al que regresa con ganas de desconectar. Lo ha mostrado en su cuenta de Instagram, donde ha compartido imágenes que capturan la belleza natural de este pequeño paraíso en Conil de la Frontera, con aguas turquesa y atardeceres espectaculares. Un lugar que derrocha luz y que cada vez conquista a más rostros conocidos, como Raquel del Rosario y Ariadne Artiles, que no han dudado en comentar la publicación, compartiendo su cariño por el destino... y por la propia presentadora.
Conil tiene todo lo que muchos buscan para ser felices en verano: 14 kilómetros de costa que se extienden entre Sancti Petri y Vejer de la Frontera, y uno de los entornos más naturales e intactos de la cada vez más solicitada costa de Cádiz. Siguiendo la carretera que bordea el litoral desde el propio pueblo se llega primero al puerto, un lugar perfecto para acercarse a la hora de comer –si se ha reservado mesa en el restaurante del Club Náutico–, para presenciar la tradicional subasta del pescado o, simplemente, para ver la puesta de sol desde el mirador del faro, uno de los rincones más fotogénicos de la zona.
A partir de aquí comienzan las Calas de Roche, las playas que bordean la urbanización del mismo nombre y el refugio elegido por Sara Carbonero para disfrutar de unos días de descanso, junto a su pareja, el empresario José Luis Cabrera Bonny —con el que pasa su primer verano—, sus hijos, Martín y Lucas, y un grupo de amigas, entre ellas Raquel Perera, que también ha viajado con los hijos que tuvo con Alejandro Sanz.
La urbanización es una zona residencial tranquila y de alto nivel, con chalets rodeados de zonas verdes, ideal para quienes buscan privacidad y contacto con la naturaleza. Cuenta con algunas instalaciones deportivas y un pequeño centro comercial, pero su mayor atractivo es el acceso directo a un conjunto de calas y ensenadas naturales, protegidas por acantilados de roca rojiza. Un refugio perfecto para desconectar del bullicio sin alejarse demasiado de los principales núcleos urbanos.
Los caminos de tierra que atraviesan pinares, con algunas pasarelas y escaleras, conducen a playas de arena fina y rocas moldeadas por el viento y el mar. Hay opciones para todos los gustos: desde calas más abiertas y familiares hasta pequeñas ensenadas íntimas y resguardadas. El denominador común de estos seis arenales son sus aguas cristalinas y un entorno prácticamente virgen.
Un sendero fácil de 1,5 kilómetros (unos 30 minutos a pie) conecta todas las calas —Tío Juan de Medina, Áspero, del Pato, del Enebro, del Frailecillo y Encendida— hasta llegar al faro de Roche. Para quienes buscan una caminata más completa, la ruta puede ampliarse hasta los 5 kilómetros si se realiza el recorrido circular, que regresa bordeando el río Roche. Es un paseo entre matorral mediterráneo, con estupendas vistas al mar y la posibilidad de combinar la caminata con un baño en cualquiera de estas calas.
Muy cerca de Roche se encuentra la cala del Aceite, a la que se accede en coche hasta un aparcamiento situado bajo los pinos. Desde allí, solo hay que caminar unos metros por una pista de tierra para llegar. Es una de las más populares de la zona, no solo por estar bien resguardada del viento de levante —que en Cádiz puede soplar con fuerza—, sino también por contar con un chiringuito y la posibilidad de alquilar kayaks (yumping.com).
La franja litoral de Conil aún guarda muchas más sorpresas en forma de playas y calas, desde la torre de El Puerco —límite con la playa de La Barrosa, ya en el municipio de Chiclana de la Frontera— hasta la del Palmar, en Vejer de la Frontera.
Las más cercanas al núcleo urbano son pequeñas calas encajadas entre los acantilados erosionados que recortan esta preciosa ensenada: Cala Puntalejo, Cala Camacho, Cala del Quinto o Cala de los Pintores. A continuación, aparece Fuente del Gallo, la última de las grandes playas del municipio, y luego otras como la playa del Roqueo —donde se encuentra un restaurante del mismo nombre (elroqueo.com), ideal para probar cocina tradicional con vistas al océano—, La Fontanilla y la animada playa de Los Bateles, esta última con acceso directo desde el paseo marítimo.
Poco más de 8 kilómetros separan Calas de Roche del encantador pueblo de Conil, del que uno se enamora nada más cruzar el Arco de la Villa –la única de las cuatro puertas que se conservan de la antigua muralla que rodeaba la localidad–. A partir de ahí, se despliega un laberinto de calles en cascada, casas encaladas con patios llenos de flores y terrazas en las que sentarse a degustar pescaíto frito. Especialmente animada en verano es la calle Cádiz, eje del antiguo barrio de pescadores, que rebosa vida y ambiente.