La celebración del Corpus Christi no es una fecha fija en el calendario, se celebra el jueves siguiente al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte —o, lo que es lo mismo, después del Domingo de Resurrección— y varía cada año. En ese día, pueblos y ciudades se transforman en auténticos escenarios vivos de tradición, arte y devoción, pero cada localidad aporta su toque único. Recorremos 7 de las más impresionantes y singulares que mantienen viva esta fiesta con siglos de historia y un fuerte arraigo popular.

TOLEDO
Flores naturales, guirnaldas de boj, tomillo, cantueso, romero... Toledo ya huele a Corpus. Así es desde 1418, cuando, en estos días de junio, la ciudad se convierte en un grandioso escenario lleno de color durante su semana grande. El gran momento de esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional, es el desfile de la impresionante Custodia de Arfe por las plazas y calles del casco histórico el jueves 19 de junio, transformadas en un jardín de kilómetros bajo un larguísimo toldo de dos kilómetros. Para no perderse nada, se pueden alquilar sillas colocadas a lo largo del recorrido y así asistir en primera fila.
La fiesta gira en torno a la Catedral Primada, donde tiene lugar la ofrenda floral en la Puerta de los Reyes –que forma un original jardín vertical–, se escuchan los cantos de los seises (niños escogidos por sus privilegiadas voces) y se cuelgan tapices flamencos en su fachada, algunos bordados a partir de cartones de Rubens. Pasear por sus calles, decoradas con mantones, reposteros, guirnaldas y cientos de flores, es llenarse de ambiente. En ellas se ven gigantones y la célebre Tarasca, acompañados de bandas de música, además de festivales y conciertos.

BÉJAR, SALAMANCA
A primeras horas del domingo siguiente al Corpus, seis voluntarios se reúnen en el convento de San Francisco para vestirse con pesadísimos trajes confeccionados con musgo fresco, que pueden pesar hasta 20 kilos, y desfilan en la procesión del Santísimo Sacramento, evocando antiguas leyendas de valor y resistencia. La tradición se remonta al siglo XII, aunque fue dos siglos después cuando se fusionó con la celebración del Corpus. Es el gran momento de esta fiesta de interés turístico internacional, pero no faltan las alfombras florales, el aroma a tomillo, los altares en las calles y la música en cada rincón del casco histórico, dando forma a un auténtico espectáculo de fervor popular y belleza efímera para vivir en esta villa salmantina.

LA OROTAVA, TENERIFE
Con el encanto de las antiguas ciudades coloniales, las empinadas calles adoquinadas de esta localidad tinerfeña están sembradas de iglesias, conventos, palacios y molinos de agua que dan para entretenerse largas horas. Mucho más estos días, cuando se transforma en un tapiz de impresionantes alfombras elaboradas con flores, semillas y arena volcánica que cubren el asfalto por el que desfila la procesión del Santísimo Sacramento. Familias, vecinos, artistas y cofradías trabajan unidos durante días para diseñar y confeccionar estas obras efímeras, que reflejan la identidad y el patrimonio cultural de la isla, un trabajo comunitario que se transmite de generación en generación.

SITGES, BARCELONA
Con el clavel como estrella principal, en Sitges celebran el Corpus Christi cubriendo las calles con alfombras de flores, dejando de lado a los coches por unos días para poner a la localidad un color especial. Además de la procesión del Santísimo Sacramento y del Concurso de Decoración Floral de Fachadas y Balcones, una tradición que comenzó en 1953, en el que los vecinos dan aún más vida y color a sus casas, podrás ser testigo de Ou com balla (el huevo que baila) un acto en el que se coloca un huevo vacío sobre el surtidor de las fuentes del Palau Maricel, el palacio del Rey Moro, el jardín del Hospital San Juan Bautista y el museo romántico Can Llopis para ver como baila en el chorro de agua. Sin duda, toda una curiosidad.

CAMUÑAS, TOLEDO
Los Danzantes, que visten trajes coloridos y portan sonajas; los Pecados, que encarnan las fuerzas del mal y los vicios humanos y se caracterizan por sus caretas grotescas, vestimentas oscuras y el uso de pólvora y gritos; la Pecadilla, que simboliza los pecados de la carne; el Pecado Mayor, que representa al demonio; y la Correa, símbolo de las tentaciones y que viste de rojo, son los personajes destacados de esta fiesta única que mezcla danza, teatro y música para contar la lucha eterna entre el bien y el mal. Con las calles engalanadas como escenario, cubiertas de alfombras pintadas en el suelo, guirnaldas y pendones, la fiesta despierta interés por su singularidad y los enigmas que encierra. ‘Tejer el cordón’ y la caída de los Pecados son actos inolvidables que reflejan la pasión de esta tradición que se remonta al siglo XVI.

ELCHE DE LA SIERRA, ALBACETE
Cada año, en Elche de la Sierra, los vecinos se unen en un vibrante trabajo colectivo para crear alfombras de serrín que cubren las calles durante el Corpus Christi. Más de 600 personas, organizadas en peñas, tiñen y colocan cuidadosamente el serrín para formar dibujos llenos de color y significado, combinando motivos religiosos y florales. Estas alfombras, que solo duran unas horas, son el escenario perfecto para la procesión del Santísimo Sacramento, que las pisa y las borra al paso. Una tradición que nació en los años 60 y aspira a convertirse en Patrimonio Cultural Inmaterial.

ZAHARA DE LA SIERRA
El Corpus es mucho más que una procesión en el precioso pueblo blanco de Zahara, en la sierra de Grazalema: es el día en que el pueblo entero se convierte en un jardín. Desde primera hora, los vecinos decoran las calles con juncias, flores y ramas, y levantan altares en cada esquina. Tras la misa en la parroquia de Santa María de la Mesa, la custodia –portada bajo un palio rojo y amarillo por los varones del pueblo, mientras los niños de primera comunión y los fieles acompañan con cánticos y oraciones– recorre este impresionante escenario natural. Una tradición que viene del siglo XV y que sigue viva gracias al trabajo y la ilusión de los zahareños.