El ambiente austero, contenido, que de primeras se advierte al caminar por las calles de la majestuosa Sofía, pronto se nos comienza a rebelar como uno de sus mayores atractivos. La cosa se acentúa al contemplar el descomunal tamaño de sus edificios de herencia comunista. La amplitud de sus plazas y avenidas. La grandeza de su catedral.
El sonido de los viejos tranvías que aparecen al doblar cualquier esquina nos traslada a tiempos lejanos mientras andamos y desandamos el corazón de la capital búlgara. Estampas casi hipnóticas que se complementan con esas otras escenas que vivimos en las entrañas de sus coctelerías y modernos restaurantes, en sus avenidas comerciales y galerías. Porque así es Sofía: clásica y a la vez transgresora; seductora y colmada de vida. Te proponemos 10 planes para descubrir sus encantos.

Vitosha Boulevard, donde bulle la vida
Podremos recorrerlas las veces que sean necesarias, de abajo arriba y de arriba abajo, y no nos cansaremos de empaparnos, con los ojos bien abiertos, de las escenas cotidianas que mejor pueden describir a esta capital del este de Europa. Los negocios se alternan entre firmas internacionales y empresas locales en esta vía comercial que se extiende entre el Palacio Nacional de la Cultura y la Plaza de Sveta Nedelya, dejando espacio para numerosos restaurantes y terrazas en las que animarse a probar los sabores tradicionales de gastronomía búlgara. Uno de ellos, el Shtastlivetsa (shtastliveca.com), recrea el ambiente y decoración típicos de una casa de los años 30 y ofrece una extensa carta de platillos con regusto a hogar.

La Catedral de Alejandro Nevski, un icono de la ciudad
Y del mundo, podríamos decir: sus más de 3 mil metros cuadrados así lo establecen, pues se halla entre las 10 catedrales ortodoxas más grandes del planeta. Sin embargo, no solo atrapa su magnificencia: ya desde antes de traspasar sus puertas, uno queda obnubilado por las espléndidas cúpulas doradas que rematan sus tejados. En el interior, un ambiente místico, de respeto absoluto, aboga por un imperativo silencio mientras se contemplan los infinitos frescos que decoran sus paredes y techos. Nada de fotografías, por supuesto. Mucho menos, vídeos que capturen la estampa de este templo de estilo neobizantino construido a finales del siglo XVIII. Mejor relajarse, alzar la mirada y disfrutar.

Sveta Nedelya, esplendor a raudales
No será raro que, cuando nos adentremos en esta espectacular catedral, nos topemos con una de sus impactantes misas cantadas. Un coro de voces que entona canciones al unísono y que nos pone los vellos de punta al tiempo que admiramos la belleza de su interior. Sin embargo, lo que vemos en realidad es la reconstrucción que tuvo que hacerse del templo ortodoxo original, levantado en el siglo XIV, tras el atentado terrorista sufrido en 1925 durante el funeral de estado de Konstantin Georgiev. Aún así, el espacio resulta abrumador: los 30 metros de diámetro de su imponente cúpula principal, los frescos añadidos en los años 70 o el ambiente cargado debido a las cientos de velas que permanecen encendidas constantemente por los fieles y turistas, hacen de la visita una experiencia de lo más especial.

Serdika, el metro en el que viajar al pasado
En el mismo corazón de Sofía, bajar a las entrañas de una boca de metro supone un auténtico viaje en el tiempo a épocas pasadas. Se trata de la estación de Serdika, nombre con el que se conocía a la ciudad cuando la fundaron los tracios en el siglo VIII a. de C. Durante la construcción de la estación fueron descubiertos numerosos restos de la antigua ciudad romana que incluyen una fortaleza, el sistema de alcantarillado, casas o restos de cerámica. En 2016 fue ejecutado un proyecto que logró fusionar el yacimiento con elementos de arquitectura moderna, como las enormes cúpulas de cristal, de manera que todo aquel que quiera —y nosotros, claro, queremos— puede acceder libremente al complejo, e incluso admirarlo desde la calle. En la superficie está el Largo, un conjunto de majestuosos edificios de corte clásico que albergaron la sede del Partido Comunista búlgaro.

El Museo de Arte del Período Socialista: todo un must
Pocos lugares tan singulares como este museo situado a las afueras del centro histórico de Sofía. Abierto desde 2011, en sus jardines de 7.500 m2 se exponen más de 70 inmensas esculturas pertenecientes al periodo socialista en Bulgaria, que abarcó desde 1944 hasta 1989. Pero no solo eso: también piezas traídas desde otros muchos países del mundo en el que los regímenes socialistas han estado en el poder. Una de las más llamativas es la estrella de cinco puntas que coronó durante décadas la Casa del Partido en el corazón de la ciudad. En el interior, aprovechando la extensa sala de exhibiciones, se organizan exposiciones temporales con la misma temática como protagonista.

Una de iglesias: que el ritmo no pare
La espectacular colección de pequeños templos religiosos, en su mayoría, iglesias ortodoxas, que hay desplegadas por el corazón de Sofía, nos tientan a parar a descubrirlos. Pequeñas joyas —otras, no tan pequeñas— que se alzan, a veces, donde menos se les espera, con sus cúpulas coloreadas y sus lúgubres interiores iluminados con lámparas y velas. Una de ellas es la iglesia de Sveti Georgi, del siglo IV, semioculta en el patio interior del impetuoso Hotel Balkan (sofiabalkanpalace.com), en cuya elegante cafetería aprovechar para tomar un refrigerio. Más allá, en torno a la catedral de Alejandro Nevski, otras dos maravillas: la Iglesia de Santa Sofía, del siglo VI y cuyas catacumbas son visitables, y la de San Nicolás, que recuerda en cierto modo a las exuberantes catedrales rusas con sus pomposas cúpulas. Magia y misticismo a raudales.


Los sabores de Sofía
Quizás se nos antoje darnos un merecido homenaje: tras patear las calles y avenidas de la capital búlgara, no habrá que escatimar en festines. O, tal vez, lo que nos apetezca sea probar algo más transgresor. Sea como sea, la escena culinaria de Sofía en manos de los chefs más jóvenes avanza con fuerza y con las ideas muy claras. Porque hay mucho que ofrecer más allá de lo tradicional. Lo comprobamos en Cosmos (cosmosbg.com), donde bien optar por carta o por menú degustación. Rodeados de una decoración futurista, y con vistas a una cocina que no para, catamos platillos donde no fallan los sabores de siempre, elaborados con producto local e innovadoras presentaciones. También en Raketa Rakia, fuera del corazón de la ciudad, llevan más de una década apostando, rodeados de una decoración compuesta por todo tipo de objetos de época socialista, por propuestas con las que chuparse, literalmente, los dedos. No hay que perderse su tradicional salchicha ni las costillas de cerdo a la miel. Para rematar, unos cócteles en el vecino Sputnik. Un ejemplo de que pasado, presente y futuro saben cómo abrazarse con estilo en esta sorprendente ciudad.

Zhenski Pazar, el mercado de las mujeres
No se nos ocurre mejor lugar para tomarle el pulso a la vida más cotidiana de la ciudad que este recoleto mercado al aire libre llamado así porque, obviamente, en sus orígenes estaba regentado, sobre todo, por mujeres. Aunque los tiempos han cambiado, y hoy el género masculino gana por mayoría tras los mostradores, lo cierto es que el ir y venir constante de compradores, locales y curiosos con caras de extranjeros, le que aporta un ambiente de lo más auténtico. Puestos con frutas y verduras, de encurtidos, frutos secos, pescados y carnes, colman de colores y olores este singular rincón de la ciudad. A apenas 5 minutos a pie, se halla la mezquita Banya Bashi, del periodo otomano, y la sinagoga sefardí, la más grande de los Balcanes.

Todo al arte
No escatima Sofía en oportunidades para demostrar un amor al arte que no entiende de fronteras ni de estilos. Lo de muestra, no solo en sus museos —ahí está el National Art Gallery, ubicado en el espectacular edificio de la imprenta, un palacio del siglo XIX de estilo neoclásico que es un tesoro, o el Sofia City Art Gallery, que cuenta con una colección de hasta 23 mil trabajos de artistas búlgaros que abarcan desde la fotografía a la pintura, la escultura o el arte contemporáneo—, o modernas galerías en las que disfrutar de interesantísimas exposiciones temporales. Una de ellas es Atelie Plastelin, donde también hay lugar para performances, lecturas o talleres, o The Water Tower, un edificio mítico en el barrio de Lozentz donde tienen lugar acciones artísticas puntualmente.


Iglesia Boyana, una merecida excursión a las afueras
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, esta iglesia de época medieval a los pies del monte Vitosha es una de esas joyitas que no deben faltar en cualquier lista de paradas obligadas en Sofía. Situada en el interior de un parque, y rodeada de exuberantes jardines, a pesar de su modesto exterior, atesora un conjunto de hasta 89 frescos realizados en 1259 —pintados sobre otros aún más antiguos—, en los que se representan escenas que cuentan con hasta 240 figuras humanas. Es, no en vano, uno de los mejores ejemplos, y mejor conservados, de arte medieval en Europa Oriental.