Campo de Criptana es conocido, por encima de todo, por dos cosas: sus molinos de viento y Sara Montiel, la actriz que llevó su pueblo y La Mancha por bandera allá donde iba. En sus calles con sabor a cine en blanco y negro se respira todavía el aura de la gran estrella que deslumbró en Hollywood con su carisma y su voz única, y en su casa-museo se descubre su vida y sus recuerdos. En esta escapada por tierras manchegas te espera todo ello y mucho más.
A Campo de Criptana se puede llegar cómodamente en coche desde Ciudad Real, a poco más de 100 kilómetros (una hora y 20 minutos), atravesando el paisaje típico de La Mancha. Muchos de los que se acercan lo hacen desde Madrid en el turístico Tren de los Molinos (trendelosmolinos.com), que parte de la estación de Chamartín. Se trata de un trayecto de ida y vuelta en el día, amenizado por un grupo de personajes muy especiales, que se dirige a esta localidad para que los viajeros descubran, además de sus molinos, sus barrios con encanto, sus bodegas, y, por supuesto, saborear los platos más típicos de la cocina manchega.
La seña de identidad de Campo de Criptana es la sierra de los Molinos, donde el ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha luchó incansable contra unos gigantes que no eran más que molinos de viento girando sus aspas. Un paseo por este paraje icónico conecta inmediatamente con el Siglo de Oro y con las tradiciones que, desde el siglo XVI, han ayudado a desarrollar una economía sustentada en el cereal y que cada primer domingo de mes se recuerda celebrando la molienda tradicional. Hoy se mantienen en pie apenas una decena de los más de 30 molinos originales, y los mejor conservados son los llamados Sardinero, Burleta e Infanto. Al entrar en ellos, descubrirás su antiguo mecanismo que –siglos después– sigue funcionando como entonces.
El molino llamado Culebro está dedicado a Sara Montiel. Lo inauguró la propia artista en 1991 como museo y alberga una exposición que recorre su trayectoria profesional, su imagen como mito cinematográfico y el estrecho vínculo con su tierra natal. La muestra incluye vestidos, fotografías, carteles de películas y un piano blanco, que, según la leyenda, fue utilizado en el rodaje de El último cuplé (1957) y en la composición de la famosa canción Fumando espero.
El Centro de Interpretación del Molino Manchego es el complemento a la visita de la sierra (tierradegigantes.es). Aquí se explica la historia de estos gigantes manchegos, los diferentes tipos de molinos, su maquinaria, sus partes, y la importancia que tuvieron en la economía local, además de su eterno vínculo con El Quijote. El recorrido incluye maquetas, fotografías, vídeos y piezas únicas como aspas, ejes y palos de gobierno que permiten comprender en profundidad este símbolo universal de La Mancha.
EL ALBAICÍN MANCHEGO
En la ladera de la sierra toma asiento el que llaman el Albaicín criptanense, porque su laberinto de calles empinadas, casas encaladas, suelos empedrados, tejas árabes, puertas de colores y detalles de forja recuerdan al del barrio granadino. En el manchego, la Casa Cueva y el Museo de la Labranza muestran cómo vivían los campesinos de la zona hasta hace unas décadas, y se exponen herramientas agrícolas, aperos tradicionales y escenas de la vida rural.
Para los fans de Sara Montiel, en el mismo barrio está su casa-museo, que ofrece una visión íntima de la vida y carrera de la actriz, con objetos personales, vestuario, fotografías y recuerdos que celebran su legado artístico.
MIGAS, GACHAS Y BODEGAS
La enorme iglesia parroquial de la Asunción, la ermita del Cristo de Villajos –centro de una de las romerías más populares de la comarca–, el Pósito real, el pozo de nieve, la fuente del Caño..., hay muchas otras que ver en Campo de Criptana, pero imprescindible es degustar los platos típicos y conocer sus bodegas. Un buen lugar para dar cuenta de las migas ruleras, el pisto manchego, las gachas o los duelos y quebrantos es el restaurante-terraza Las Musas (restaurantelasmusas.com), cuya carta respira tradición, con toques de autor e imaginación en los platos.
Y para una aproximación a uno de los principales tesoros de Campo de Criptana: su mar de viñas, la bodega Castiblanque (bodegascastiblanque.com) cuenta con 120 hectáreas de viñedos propios y abre sus puertas para descubrir el lugar donde se elaboran sus vinos y hacer una degustación o una cata en la que no falta, como acompañamiento, bocados de la cocina manchega tradicional. Un brindis pondrá fin a la aventura por esta tierra de gigantes de la que Sara Montiel se sentía tan orgullosa.