Más de 300 localidades, 21 de ellas ‘Pueblos con Carácter’ y otras tantas declaradas ‘Pueblos más bonitos de Francia’, se reparten por el departamento de L’Ardeche, en el sur de la región de Auvernia-Ródano-Alpes. El Parque Natural Regional de los Montes d'Ardèche, que ocupa más de la mitad oeste del territorio, concentra volcanes, cañones, cuevas, castillos, puentes y cascadas que no permiten al visitante aburrirse ni por un segundo. Desde el sur, la carretera panorámica es un buen punto de partida para conocer la emblemática Reserva Natural de las Gargantes de Ardèche, una suerte de paraíso natural lleno de macizos, valles, terrazas, rutas y meandros que, además de muchas opciones de actividades al aire libre, muestra su patrimonio más interesante en bellos pueblos esculpidos en piedra y tiempo.

‘ROAD TRIP’ POR LAS GARGANTAS
Desde Pont-Saint-Esprit, donde el río Ardèche desemboca en el Ródano, remontar su caudal como si se buscase su nacimiento regala un camino difícil de olvidar. La carretera panorámica D290 se retuerce en la frontera con el departamento de Gard partiendo de Saint-Martin-d’Ardèche ofreciendo más de diez miradores entre meandros, paredes de roca y pueblos de gran encanto a lo largo de aproximadamente 30 km. Llegar a su destino final, en Vallon-Pont-d’Arc, no será tarea fácil, y es que este recorrido es sinónimo de una nueva sorpresa a cada minuto.
Desde las cuevas de Figuier y Cloches, con grabados de mamuts y enterramientos de la Edad de Bronce, este punto abandona la Provenza y se convierte en Ardèche, pasando por playas como la du Grain de Sel, con vistas al vecino municipio de Aiguèze, que saluda desde el Gard. Dejando la costa fluvial y pedregosa atrás, las curvas comienzan a distanciarse de la civilización y se van sucediendo las grutas, los dólmenes y los miradores, desde los que puede verse alguna que otra cabra saltando entre las rocas, privilegiadas espectadoras de estos paisajes.

Cerca del Grand Belvédère se encuentra la Grotte Saint-Marcel, con una de las redes de galerías subterráneas más grandes de Francia, y la panorámica del Balcón de la Maladrerie o la del Mirador Templario permiten ver las ruinas medievales de la Maladrerie des Templiers. A partir del Belvédère de la Madeleine, donde se encuentra una de las mejores vistas y la interesante Cueva de la Madeleine, la frontera con el Gard deja de acompañar el río y la carretera sigue casi hasta el punto final de la Reserva Natural Nacional de las Gargantas del Ardèche, donde se ubica Vallon-Pont d’Arc.

ESCULPIDOS POR LA HISTORIA Y LA NATURALEZA
Alrededor de las Gargantas de Ardèche, en la zona sureste del departamento, son muchos los pequeños pueblos, unos con castillos, otros con casas apiñadas, alguno con historias de superación y todos ellos marcados por el paso del agua y rodeados de impresionante naturaleza. Más allá de estas cinco localidades imprescindibles en una visita a la región, ofrecemos un bonus track que de seguro servirá para aumentar las ganas de alargar el viaje y descubrir mucho más de lo que este rincón del sur de Francia tiene para ofrecer.
Vallon-Pont-d’Arc
A pesar de la belleza del municipio, sin duda uno de sus mayores atractivos es natural y se trata del Pont d’Arc, una formación geológica única que consiste en un arco de roca de 54 metros de altura rodeado de playas y atravesado cada día por numerosos excursionistas que deciden hacer la ruta en kayak que desanda toda la carretera panorámica que lleva hasta aquí. Otro de los atractivos de la localidad también se encuentra fuera de su núcleo y se trata de la Cueva de Chauvet 2, una recreación de la original, con pinturas rupestres de 36.000 años de antigüedad, reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Desde aquí se puede llegar también a la Cueva de l’Aven d’Orgnac, considerada una catedral subterránea, y Grand Site de France, un billete directo a la Prehistoria.

Balazuc
Clasificado como 'Pueblo con Carácter' y uno de 'Los Pueblos más bonitos de Francia', sus casas aferradas al acantilado no solo muestran casas y calles de piedra, sino también pasadizos secretos, una iglesia románica con las mejores vistas del lugar, tiendas de artesanía y playas fluviales bajo la roca caliza. Su historia ligada a los cátaros, su museo repleto de fósiles y patrimonio paleontológico y su castillo feudal rehabilitado como alojamiento guardan tanto encanto como la aldea de Viel Audon, que se encuentra tras cruzar el puente sobre el río. Rehabilitada desde hace medio siglo por un grupo de voluntarios, pequeños jardines, granjas, casitas y comercios donde tomar algo, conocer productores locales o pasar la noche enseñan la cara más amable de Ardèche.

Labeaume
Otro 'Pueblo con Carácter' se ubica algo más al norte, bañado en este caso por el río Beaume, cuyo alrededor está horadado de cuevas y su interior repleto de pasajes abovedados, laberintos de calles estrechas y una de las fotos más bonitas de la región, con las casas encaramadas sobre la bonita ribera donde decenas de personas chapotean y se refrescan. Desde el mirador de Saint-Alban-Auriolles también es posible llevarse uno de los mejores recuerdos del lugar, cuyos jardines colgantes de Récatadou, ideados sobre antiguos terrenos cultivables en terrazas que dieron sustento durante siglos a sus habitantes, son poco menos que inolvidables. Un consejo: haz coincidir tu viaje con el Festival Labeaume en Musiques, un encuentro entre músicas del mundo en un escenario único.

Vogüé
Descendiendo de las alturas a las que nos han acostumbrado los pueblos anteriores, Vogüé se acerca más a las aguas del Ardèche, uno de los Pueblos más bonitos de Francia y también el que tiene la calle más estrecha del país: la Rue des Puces. Es inevitable que todas las miradas se dirijan al dominante castillo medieval, propiedad de los marqueses de la localidad, y del que pueden visitarse desde sus mazmorras hasta la bella capilla, pasando por exposiciones de arte temporales. Además de ser uno de los puntos más famosos para hacer cortas o largas travesías en kayak, desde aquí parte también una vía verde de 53 km que pasa por túneles, antiguas vías ferroviarias y otros pequeños y pintorescos pueblos.

Saint-Montan
Desde la torre del homenaje hasta la explanada del castillo, las fachadas ocres de esta pequeña localidad brillan bajo el sol del sur de Ardèche. Este Pueblo con Carácter está salpicado de bonitas capillas, como la de San Samonta o la de Santa María Magdalena, pero también de casas señoriales, galerías de artistas, fuentes y bellas calles que fueron rehabilitados hace décadas por voluntarios locales que le han devuelto la magia y la vida. En lo alto, su castillo del siglo XI, enclavado sobre el espolón rocoso de la peña de Agache, conserva parte de la muralla del municipio y permite sumergirse en la experiencia de vivir en la época feudal por un día. De aquí parte también una de las rutas de senderismo más bonitas de la región, la de las gargantas de la Sainte-Beaume, con cuevas y vistas sobre el Ródano.

TANTAS RUTAS COMO POSIBILIDADES
Si algo tiene la región de Ardèche es que existen tantos municipios y tantos rincones naturales y patrimoniales que visitar que un viaje al lugar puede ocupar tanto tres días como dos semanas. Los lugares descritos solo ocupan el sureste del territorio, pero la mitad oeste, por la que se extiende el Parque natural Regional de los Montes de Ardèche, así como el norte y la ribera del Ródano, guardan un sinfín de posibilidades que se adaptan a todos los gustos.
En el sur, el pueblo de Alba-la-Romaine acoge un sorprendente teatro galorromano y un cuidado castillo medieval. Cerca, la ciudad de Viviers (en la imagen), considerada ‘Sitio Patrimonial Remarcable’, es una mezcla de estilos arquitectónicos, vestigios del comercio de la sal e interesantes edificios palaciegos. Limitando con la región del Gard, la localidad de Banne, con 27 dólmenes milenarios, está a un paso del mágico Bosque de Païolive, con curiosas (y dicen que mágicas) formaciones rocosas, a poca distancia de la coqueta población de les Vans y las gargantas del Chassezac.

No quedan pocos lugares que ver. En el parque natural se suceden los paisajes volcánicos del Monte Gerbier de Jonc, donde nace el río Loira; la cascada de Ray-Pic y el Monte Mézenc, además de los baños termales de Vals-Les Bains o la vía ferrata de Endieu. Y a lo largo de toda la región se puede realizar la ruta de la seda, recorriendo antiguas fábricas, museos y vestigios de un comercio que llegó a sumar 400 productoras. En definitiva, un territorio muy especial donde perderse no es un verbo negativo.