Se extiende junto al canal de Marne y el río Meurthe, y fue embellecida en el siglo XVIII por Estanislao Leszczynski, duque de Lorena y gran mecenas de las artes y las ciencias, quien la dedicó a su yerno, el rey Luis XV. Hablamos de Nancy, la capital histórica de la región, que pasó a ser una ciudad real, cuya belleza arquitectónica brilla especialmente en la plaza neoclásica de Stanislas, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco y presidida por la estatua del propio duque.
Solo por contemplar los suntuosos edificios que rodean este espacio —el Hôtel de Ville (ayuntamiento), el Museo de Bellas Artes y la Ópera Nacional de Lorena— ya merece la pena comenzar a descubrir Nancy desde este punto clave en pleno corazón urbano. Sorprenden también las elegantes verjas y puertas de hierro forjado diseñadas por Jean Lamour y, a partir de 2026, lo hará el renovado Grand Hôtel de la Reine, que se convertirá en el primer cinco estrellas de la ciudad. Las fuentes rococó —que en su inauguración llegaron a manar vino— y el arco del triunfo que conecta con la plaza de la Carrière, con su dedicatoria a Luis XV (“Terror de sus enemigos, artífice de tratados, gloria y amor de su pueblo”), completan un escenario urbano verdaderamente único.
Desde esta última plaza se accede a la Grand Rue y al laberinto de callejuelas del viejo Nancy, llenas de encanto y pequeñas tiendas donde puedes probar el popular macaron local, elaborado con almendra y cuyo origen se remonta al Renacimiento, cuando Catalina de Médicis introdujo esta receta en Francia.
LA COPIA DEL CASTILLO DE BLOIS
El Palacio de los Duques de Lorena, en restauración hasta 2029, y la iglesia de Saint-François-des-Cordeliers, que alberga sus tumbas, son una parada obligatoria en este paseo por el Nancy medieval, que desemboca en la Porte de la Craffe, una antigua puerta de entrada a la ciudad que fue utilizada como cárcel tras la Revolución. El primero, construido a finales del siglo XV, destaca por su espectacular fachada y su bella puerta esculpida, que recuerda a la del Castillo de Blois en el Loira. La iglesia, por su parte, es un antiguo convento luminoso que conserva, en un anexo, la capilla de los Cordeliers, inspirada en la de los Médici de Florencia. Las tumbas de mármol negro de los duques de Lorena no dejan indiferente.
Toda esta parte antigua de la ciudad, la Ville Ville, es un laberinto de calles estrechas y tranquilas con galerías, bares alternativos y talleres de artesanía. Está unida a la Ville Neuve, la ciudad nueva ideada por Carlos III, duque de Lorena, a finales del siglo XVI. Hoy sigue siendo el pulmón comercial de Nancy, con sus bancos y el mercado de abastos, un bello edificio en forma de U cubierto por un techo de cristal que acoge a 70 comerciantes. En su origen, este espacio atrajo a muchas industrias artesanales, como la del vidrio. Recorrer el casco urbano es sencillo, no tiene pérdida, pero si prefieres descubrirlo con un guía, la oficina de turismo organiza visitas guiadas por el centro histórico todos los sábados a las 14:30.
CULTO AL ART NOUVEAU
Si hay algo que también destaca en Nancy es su estrecha relación con el art nouveau, visible en las formas curvas de sus edificios y en los objetos cotidianos que dan carácter a la ciudad. Este patrimonio se ha conservado de forma excepcional desde que, a comienzos del siglo XX, el artista Émile Gallé –especialista en el trabajo con el vidrio– fundara la Escuela de Nancy, precursora del movimiento en Francia. Su lema lo decía todo: “El arte debe estar en todo y para todos”.
A finales del siglo XIX, artistas e industriales comenzaron a adaptar sus creaciones a la producción en serie, sin renunciar a la belleza. Así, piezas de la vida diaria se convirtieron en objetos artísticos, algo que puede apreciarse al visitar el Museo de la Escuela de Nancy. Instalado en una villa del siglo XIX y abierto como museo desde 1963, sus salas están llenas de obras en vidrio, cerámica, vitrales y esculturas que muestran el espíritu de aquella revolución estética.
Otro lugar imprescindible es la Villa Majorelle, construida en 1902 para el diseñador Louis Majorelle por el arquitecto Henri Sauvage. Esta casa de tres pisos es hoy el gran icono del art nouveau en Nancy. Destacan sus vidrieras de Jacques Gruber, sus muebles escultóricos y una joya única: la chimenea de piedra del salón Les Blés, en la antigua sala de fumadores, donde forma y confort se funden con elegancia.
DESPUÉS DEL PASEO... RELAX TERMAL
Junto a esta llamativa edificación, en Nancy hay otras construcciones que permiten admirar este estilo arquitectónico, especialmente a lo largo de la avenida du Maréchal Foch, que se puede recorrer en un tour temático. Después de esta interesante caminata, merece la pena relajarse en las aguas de Nancy Thermal (nancythermalresort.fr), ricas en hierro y potasio, con temperaturas que oscilan entre 18 y 37 grados. El complejo se organiza alrededor de una piscina renovada de casi 900 metros cuadrados que ofrece tres zonas dedicadas al bienestar, mientras que el área de salud, destinada a las curas termales, se encuentra junto a una gran piscina circular.
DÓNDE DORMIR Y COMER EN NANCY
Si quieres alojarte en un lugar estratégico en el centro histórico de Nancy, el Hotel de Guise (hoteldeguise.com) es una opción muy recomendable. Levantado sobre una antigua abadía del siglo XVII, está ubicado a solo 3 minutos a pie del Palacio de los Duques de Lorena.
Para comer en un lugar histórico, La Brasserie L’Excelsior (vins-et-tartines.com), en la rue Henri-Poincaré. Un clásico de Nancy, abierto en 1909, que ocupa un edificio de decoración art nouveau. Por otro lado, en Vins et Tartine (vins-et-tartines.com), la sumiller jefe Clotilde Mengin atiende a los visitantes en español. Allí podrás disfrutar de la sabrosa comida local acompañada de los excelentes vinos de la región.