Aunque Ibiza ha quedado estereotipada por su faceta más canalla, por las fiestas incombustibles y las excentricidades millonarias, aún es posible no dejarse eclipsar por las tentaciones nocturnas. Semanas antes de la explosión estival, la isla presenta su mejor rostro, lista ya para acoger el glamour, pero aún íntima, tranquila y silenciosa. En estos días en los que el clima es perfecto y, gracias a las últimas lluvias, la naturaleza se encuentra en su apogeo cromático, proponemos un puñado de planes para disfrutar de la mayor de las Pitiusas de una forma más sosegada y, sobre todo, auténtica.
SIMPLEMENTE CAMINAR (O MONTAR EN BICI)
Claro, es lo más sencillo y económico. Y la Isla Blanca se presta a ello como ninguna entre paisajes que alternan calas, acantilados, lagunas y bosques mediterráneos. Menos transitado está el interior, donde se esconde un entorno rural frondoso y fértil, cuajado de pinos, sabinas, enebros, acebuches y chumberas, de valles solitarios y manantiales como Es Broll de Buscastell. Por si fuera poco, en este 2025 se han abierto siete nuevas rutas de senderismo clasificadas como Pequeños Recorridos (PR), con longitudes que oscilan entre 10 y 50 kilómetros.
Ibiza también es, para los que prefieren el pedaleo, toda una tentación por su terreno con suaves desniveles y su clima templado. Para recorrerla en bici existen más de 20 rutas señalizadas que alcanzan su punto más elevado (475 metros) en Sa Talaia (o Sa Talaiassa), al sur, cerca del pueblo de San José. En menos de una hora y por un camino de poca dificultad se puede llegar a la cima, desde donde la vista alcanza a Formentera, e incluso en los días más claros, a la costa valenciana.
Semanas antes de la explosión estival, la isla presenta su mejor rostro, lista para acoger el glamour, pero aún íntima, tranquila y silenciosa.
PRACTICAR ENOTURISMO
Muchos no saben que las Islas Baleares son la joya vinícola del Mediterráneo y que Ibiza en cuestión alberga interesantes bodegas con un enfoque cada vez más sostenible, en las que el vino se convierte en un medio para conectar con su paisaje, su historia y su cultura. En esta temporada, además, las viñas estarán rebosantes.
Un buen plan en estos días es realizar visitas guiadas a viñedos, catas de vinos exclusivos o maridajes con exquisita gastronomía local. Por ejemplo, en la bodega Sa Cova (canplanells.com/lugares/bodega-sa-cova), la más antigua de la isla, emplazada en la localidad de Sant Mateu. Un lugar que representa la esencia de la isla, no sólo por sus viñas en terrazas sino también por sus caldos frescos y aromáticos, elaborados de manera ecológica con Malvasía y Monastrell.
NAVEGAR EN VELERO
Nada como desconectar del bullicio con una tentadora travesía a bordo de un velero. Una estupenda manera de acercarse a calas inaccesibles, recorrer acantilados escarpados y bañarse en el Mediterráneo más puro. Con las velas desplegadas, empujadas por los vientos de Levante, Mistral o Tramontana, se disfruta de esa otra Ibiza que sigue el curso de su costa dentada para ofrecer, como regalos sorpresa, playas cada vez más deslumbrantes.
Hay muchas formas de abordar esta experiencia con compañías como Rumbo Norte (rumbonorte.es) o Nautal (nautal.es). Desde paseos de un par de horas por la mañana o al caer la tarde, hasta excursiones de varias jornadas en las que el barco fondea en alta mar y se duerme bajo las estrellas. Muy aconsejable es asistir al conmovedor atardecer sin las comunes multitudes a las que acostumbra este momento. ¿El mejor lugar? Cala d’Hort, por supuesto, con las fabulosas vistas sobre el islote de Es Vedrá. El magnetismo está asegurado.
REALIZAR UN TRATAMIENTO DE WELL-BEING
Es el momento para hacerlo, ahora que la isla no está tan masificada. Y una opción estupenda es el Magness Soulful Spa, de BLESS Hotel Ibiza, por una razón de peso: este año ha reforzado su apuesta por el bienestar con la incorporación de la prestigiosa firma de cosmética de lujo Natura Bissé, la favorita de las celebrities. Con estos productos cosméticos se eleva la experiencia sensorial en los ya famosos rituales revitalizantes que ofrecen estas instalaciones de vanguardia. Circuitos de aguas, sauna, jacuzzi, un gimnasio de última generación… convierten a este centro en un santuario del wellness.
Y ya que estamos en este hotel, no es mala idea completar la sanación energética en el último grito gastronómico de la isla: el recién inaugurado Lumbre, que reinventa la cocina mediterránea con el arte del fuego. Inspirado en las técnicas ancestrales de la cocina a la brasa, este restaurante aúna sabor, tradición e innovación en una experiencia única y con un ambiente que es luminoso y relajado durante el día, e íntimo y envolvente durante la noche.
DESCUBRIR MOLINOS
Siempre se habla de los de su hermana pequeña, Formentera, pero Ibiza posee uno de los patrimonios molineros más singulares del Mediterráneo. Molinos de viento que son, además de símbolo de identidad (fueron, en su día, herramientas fundamentales para el riego y la molienda), elementos clave en la transición energética y exponentes de la sostenibilidad.
En Ibiza el conjunto más reconocido es el del Puig des Molins, una colina que, en el siglo XIV, estuvo coronada por molinos. Aunque hoy solo quedan algunas torres, el lugar forma parte del imaginario colectivo de la isla. También sobresale el Molí de Puig d'en Valls, en Santa Eulària, uno de los pocos que se ha restaurado, al que se puede visitar o contemplar desde el exterior. E interesantes son los restos de molinos aguadores, como el de Can Espanyol, en el Pla de Vila. Todos forman parte del patrimonio cultural y arqueológico de la isla.