La vida en Arenas de San Pedro gira, hoy como desde hace siglos, en torno a su castillo gótico, el del condestable Dávalos, pero que todo el mundo conoce como el de la Triste Condesa. Lo de triste le viene por doña Juana de Pimentel, que así se quedó cuando decapitaron a su marido, el gran condestable de Castilla Álvaro de Luna. Es el emblema monumental del pueblo, con sus torreones circulares y almenados, la torre del homenaje, bellos ventanales góticos y mudéjares y un patio de armas convertido en estos tiempos en escenario para actuaciones culturales y festivas. Algunas de sus estancias se pueden visitar, como el museo que acoge en la torre, y recorrer el adarve.
El castillo no es la única joya arquitectónica de esta localidad abulense, también lo es, y con una rica historia, el palacio neoclásico de la Mosquera, que Ventura Rodríguez, el gran arquitecto de Carlos III, proyectó a las afueras de la villa para Luis de Borbón y Farnesio. El infante ilustrado consiguió hacer venir a Francisco de Goya a este rincón de Ávila dos veranos consecutivos para retratar a los miembros de su familia en un cuadro de grandes proporciones. Otra curiosidad: en el palacio también residió el compositor Luigi Boccherini, durante nueve años al frente de su orquesta de cámara y al que estos días de mayo el pueblo rinde homenaje con un festival musical que cumple su 18º edición. Actualmente, el palacio abre al público para exposiciones, y durante todo el año se pueden visitar sus jardines.
PISCINAS NATURALES
La Andalucía abulense tiene otros rincones por los que hay que pasar: iglesias, ermitas, un puente medieval y el santuario de San Pedro de Alcántara, el santo que junto a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz forman el gran triángulo místico abulense. Envolviendo todo, una naturaleza única, con múltiples torrentes de agua, cuevas y piscinas naturales para refrescarse o pasar el día al aire libre.
Las del río Arenal se encuentran junto a la carretera del Hornillo: son dos pozas reguladas mediante presas, con zonas de césped, sombra y un chiringuito. Cerca de la ermita de San Roque está la piscina natural El Pelayos, que cuenta con una cascada, zona de arena blanca y área de pícnic. Y a solo 4 kilómetros de Arenas de San Pedro, en la carretera de Candeleda, se encuentra el Charco Verde, al que se accede por un sendero señalizado desde el aparcamiento situado junto al río Pelayo, afluente del Arenal.
RETIROS Y ERMITAS
Más historia que el castillo de Arenas tiene la ermita de los Llanos, la joya de un pequeño hotel rural del mismo nombre (laermitadelosllanos.com) que ofrece varios alojamientos independientes con una cuidada decoración clásica distribuidos por el jardín. Cuenta con restaurante y una terraza de verano en una antigua capilla románica. Y en plena naturaleza, rodeado de alcornoques y olivos, el hotel rural El Retiro (retirorural.com) es un lugar para desconectar. Un cuidado alojamiento de 7 habitaciones y un apartamento en torno a un patio, con porches, zonas verdes con piscina y restaurante.
UNA MARAVILLA SUBTERRÁNEA
Muy próximas a Arenas, a solo 9 kilómetros, están las Cuevas del Águila (cuevasdelaguila.com), un tesoro de la naturaleza subterránea que fue descubierto de casualidad. Se le calculan un millón de años y es todo un muestrario de estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas de roca caliza de diversos colores y tamaños, excéntricas o incluso leche de luna, una curiosa sustancia blanca. El recorrido por su interior, de 1000 metros, desciende por un camino pavimentado, salvando los desniveles con escaleras, y va desvelando un mundo oculto bajo el conocido como cerro del Águila.
MÁS ALLÁ DE ARENAS
Arenas de San Pedro es la capital del Tiétar, pero el valle tiene mucho más por descubrir, como el barranco de las Cinco Villas, en el que se encajonan Mombeltrán –que tiene un impresionante castillo sobre un cerro propiedad de los duques de Alburquerque– y otros cuatro pueblos con el apellido del Valle: Santa Cruz, San Esteban, Villarejo y Cuevas. Estos, los senderos que los unen y la naturaleza que los envuelve, se admiran en conjunto desde el puerto del Pico, por la que desciende la calzada romana que transitan pastores y ganado, pues este paso natural entre Castilla y Extremadura es ruta de la trashumancia.
También queda cerca, a 10 minutos en coche de Arenas de San Pedro, Guisando, un pequeño y encantador pueblo de montaña recorrido por las aguas cantarinas del arroyo que lo cruza y del que Camilo José Cela dijo que era «quizás el pueblecito de más bellas vistas de toda España».