Pese a que sentimos que todos nuestros círculos se van de vacaciones en los meses de verano, algunos todavía somos fieles creyentes de que hay épocas que invitan más a viajar. Lejos de las multitudes y de los destinos llenos de turistas, hay lugares y fechas que lo tienen todo para ser una escapada memorable. Un clima suave que invita a pasear, paisajes verdes llenos de flores, restaurantes sin colas de gente, rutas que te llevan a rincones que nunca pensaste que descubrirías y, por qué no, un alojamiento con las mejores vistas.
La primavera es un «sí» en todos los sentidos a viajar. Y cuando se trata de buscar un lugar con una ubicación privilegiada, que te haga adentrarte en la cultura de tu destino y que pueda presumir de tener la mejor panorámica, tenemos que hablar de Paradores. Por ello, hemos seleccionado nuestros favoritos para una escapada de interior de primavera en la que no te tengas que preocupar de nada, tan solo de vivir esta estación en su mejor versión:
Para los amantes de la historia y los paisajes fantásticos, el Parador de Molina de Aragón
Esta localidad, aunque parece pequeña, tiene innumerables atractivos, empezando por su Parque Natural del Alto Tajo. Un recorrido que es ideal para hacerlo en primavera y dejarse sorprender por las hoces, cañones y paisajes que alberga. Si eres de aquellos que buscan un viaje tranquilo, verás que al Parador de Molina de Aragón no les tienes que pedir nada más: se encuentra en el corazón del casco antiguo, una gastronomía castellana de primera calidad, obras de arte contemporáneo que decoran los espacios y una panorámica excepcional. Siendo la incorporación más reciente y esperada de la red, es el mejor punto de encuentro para aquellos que buscan el equilibrio entre vanguardia e historia. Más allá del Parador, la localidad donde se encuentra tiene muchos puntos de interés para los amantes de la historia, como sus juderías o la fortaleza que fue lugar de algunas de las andanzas de el Cid y que puede verse desde todas las habitaciones del alojamiento.
Para los amantes del sur, el Parador de Arcos de la Frontera
Hay un rincón elevado sobre el río Guadalete que todavía es un secreto —y privilegio— para muchos. Se trata del Parador de Arcos de la Frontera, ubicado en uno de los 19 pueblos blancos de Cádiz y considerado uno de los más bellos de la sierra gaditana. Un lugar tan inspirador, que incluso su leyenda cuenta que el escritor Pedro Antonio de Alarcón desarrolló los hechos de su obra El Sombrero de Tres Picos en él. Un Parador que es un fiel reflejo de las típicas casas andaluzas, contando con un zaguán y un patio con azulejería tradicional. Y, como no, con una panorámica impresionante en su terraza.
Para los que buscan vistas que parecen postales, el Parador de Jaén
En esta provincia que es conocida por su mar de olivos, también posee parques naturales como la Sierra de Cazorla, y ciudades que son Patrimonio de la Humanidad, como Úbeda y Baeza. Y el mejor punto de partida para descubrir todas las bondades de esta zona es el Parador de Jaén, situado en lo alto de un cerro vigilando la ciudad y edificado junto al castillo de Santa Catalina. Tanto el alojamiento como la fortaleza histórica deleitan con sus vistas a todos los que pasan por allí, incluido el que fue presidente de Francia, Charles de Gaulle. Aquí, es mandatory disfrutar de su cocina regional, heredera de la tradición andalusí, con reminiscencias de la cocina pastoril. No te vayas sin probar la pipirrana o la merluza con salsa mozárabe en su comedor de arcos ojivales.
Para los entusiastas de las historias medievales, el Parador de Sos del Rey Católico
Conocido por ser uno de los pueblos más bonitos de España y una de las joyas escondidas de Aragón, Sos del Rey Católico invita a ser descubierto a través de su Parador, una acogedora casa solariega protegida por la histórica muralla. Poder alojarse aquí es todo un privilegio, ya que esta villa medieval ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico, por lo que conserva su esencia tal y como era en el pasado. Puedes disfrutar de las maravillosas vistas de sus callejuelas empedradas, pasadizos abovedados o incluso de la Casa Palacio de los Sada —que vio nacer al rey Fernando el Católico— desde el Parador y su jardín. Una localidad de menos de 1000 habitantes, donde cualquier rincón te dará paz.
Para quienes buscan desconectar en un entorno natural, el Parador de Argomaniz
Lo que en el siglo XVIII fue un palacio renacentista donde las familias nobles podían disfrutar de las vistas a la llanura alavesa, al pantano de Ullibarri y a la Sierra de Gorbea, hoy es un punto de encuentro para todos aquellos que visiten el Parador de Argomaniz. Y sus instalaciones son el mejor refugio que podemos imaginar: vistas completas a la naturaleza, miradores y jardines donde disfrutar de una buena lectura junto a un vino, y vestigios históricos que acrecientan la leyenda de este aristocrático alojamiento. De aquí no te puedes ir sin degustar la carta de su restaurante Aletegui, protegido por un precioso techo de vigas que nos recuerda su pasado como antiguo granero, y con una cocina típica de la región.