Lo primero que me vino a la cabeza cuando pisé el aeropuerto de Nantes fue una idea simple: otra ciudad francesa más. Tranquila, correcta, con su ración justa de historia, arquitectura cuidada y cafés con terrazas. Y es que, a simple vista, nada me hacía pensar que esta ciudad del oeste francés, asentada a orillas del río Loira y a escasos 50 kilómetros del océano Atlántico, encerrara tantos motivos de asombro.
Sin embargo, basta con empezar a recorrerla para descubrir una ciudad que ha sabido reinventarse con audacia, sensibilidad y un sorprendente gusto por lo inesperado. Y todo ello tiene un porqué.
¿Qué hace de Nantes un destino tan singular?
Antigua capital del Ducado de Bretaña, Nantes ha vivido muchas vidas. Fue puerto comercial, bastión medieval, eje industrial y nudo ferroviario. Y hoy, sin renegar de su historia, se ha reinventado desde la cultura. ¡Y de qué manera!
Se podría decir que el río Loira ya no transporta mercancías como antaño, sino ideas, creatividad y arte.
Nantes, de ciudad industrial a capital de la creatividad
Durante buena parte del siglo XX, Nantes fue ante todo una ciudad industrial: astilleros, conserveras y fábricas daban forma a su paisaje y su economía. Pero el declive de esas actividades dejó tras de sí un vacío que podría haber condenado a la ciudad al estancamiento.
En lugar de eso, Nantes optó por reinventarse. Apostó por la cultura como motor de renovación, recuperando antiguos espacios industriales y portuarios —como la Île de Nantes (la isla de Nantes)— para transformarlos en centros de creación, arte y vida pública.
Hoy, esa reconversión no solo ha revitalizado su urbanismo, sino que ha convertido a Nantes en un modelo europeo de ciudad creativa y habitable, reconocida por su audacia cultural y su compromiso con la sostenibilidad.
Arte sin límites a pie de calle
El arte en Nantes no se contempla encerrado entre paredes: se vive, se recorre y, sobre todo, se descubre a pie de calle. Esta vocación artística encuentra su máxima expresión en Le Voyage à Nantes, un evento cultural que cada verano —este año del 28 de junio al 31 de agosto— convierte la ciudad en un museo al aire libre. Una línea verde pintada en el suelo guía al visitante por un itinerario insólito, donde se entrelazan instalaciones efímeras, obras permanentes, intervenciones en edificios históricos y piezas que ‘dialogan’ con el entorno urbano.
Cada edición presenta un tema central y nuevas creaciones artísticas, además de mantener muchas obras permanentes de años anteriores. Este año, el tema elegido es ‘La extrañeza’, una invitación a mirar lo cotidiano con otros ojos y a dejarse desconcertar por lo inesperado. Muchas de las obras sorprenden en plena calle, mientras que otras propuestas se desarrollan en espacios cerrados, pero igualmente integrados en el recorrido artístico.
Es el caso de Combien de terres faut-il à l’homme ?, una exposición de la escultora Gloria Friedmann en la HAB Galerie (16 mayo 2025 al 27 junio 2025), que reflexiona sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, o de la muestra dedicada a Hokusai en el Museo de Artes de Nantes (ubicado en el Castillo de los Duques de Bretaña), que invita a redescubrir el imaginario japonés a través del agua, los paisajes y el monte Fuji. Podrá verse a partir del 28 de junio hasta el 7 de septiembre de 2025.
Las 'Machines de l’île': un mundo imaginario en el corazón de Nantes
Aunque no se trate de arte urbano en el sentido clásico —como los murales o las instalaciones espontáneas en la vía pública—, el universo de las Machines de l’île se ha convertido en una de las expresiones más singulares del arte en el espacio urbano de Nantes. Concebido por François Delarozière y Pierre Orefice, este proyecto monumental fusiona mecánica, arte y fantasía, y se inspira en el imaginario de Julio Verne —nacido en Nantes— y en los ingenios visionarios de Leonardo da Vinci.
Todo ello cobra vida en la Île de Nantes, una antigua zona industrial transformada en distrito creativo. El gran protagonista es el Elefante gigante, una criatura articulada de doce metros que pasea por los muelles transportando pasajeros, moviendo las orejas y exhalando vapor, como si estuviera vivo, y que hace las delicias de grandes y pequeños.
Pero no es el único. En el mismo recinto puede disfrutarse del Carrusel de los Mundos Marinos, un tiovivo monumental de tres niveles habitado por criaturas abisales, pulpos gigantes y peces mecánicos, todos ellos inspirados en Veinte mil leguas de viaje submarino.
Junto a estas estructuras, la Galería de las Máquinas permite observar prototipos en movimiento, bocetos y mecanismos en fase de desarrollo, que revelan el proceso creativo detrás de este mundo fantástico. Aunque parte del conjunto se visita dentro de un recinto, muchas de sus figuras —como el elefante o algunas esculturas exteriores— se integran directamente en el paisaje urbano y se han convertido en símbolos visibles de Nantes. Las Machines son, en definitiva, una muestra del potencial del arte para transformar el espacio público en un escenario de asombro y juego.
Un viaje en el tiempo para descubrir su historia y patrimonio
Pero además de la vibrante muestra de arte público y las Machines de l’île, Nantes no deja de sorprender con su rica herencia histórica. La ciudad no solo es un referente del arte contemporáneo, sino también un lugar donde el pasado se conserva y se celebra a través de monumentos y edificios emblemáticos, como el Castillo de los Duques de Bretaña, el imponente castillo que alberga el Museo de Historia de la Ciudad que ofrece un recorrido desde sus orígenes hasta la actualidad.
Otro emblema arquitectónico es la Cathédrale Saint-Pierre-et-Saint-Paul, una majestuosa iglesia gótica (comenzada en el s. XV y finalizada en el s. XIX) que impresiona por su tamaño y belleza, especialmente su imponente fachada, aunque actualmente se encuentra en obras de restauración debido al incendio sufrido en 2020.
Para los amantes de la arquitectura decimonónica, el Passage Pommeraye es una galería comercial histórica de 1843, un espacio elegante que destaca por su diseño arquitectónico refinado y su atmósfera única, donde se combinan tiendas de lujo y cafeterías en un entorno de gran belleza.
Ambientes urbanos con mucha personalidad
Nantes es una ciudad que sorprende por la riqueza y variedad de sus ambientes urbanos. En la Isla de Nantes, antiguo enclave industrial situado en el corazón del río Loira, la transformación, como he comentado anteriormente, ha sido profunda: donde antes había astilleros y almacenes portuarios, hoy florecen espacios culturales, arquitectura contemporánea y propuestas artísticas que dialogan con el pasado.
Es fácil encontrarse con antiguas grúas convertidas en esculturas, con el animado Hangar à Bananes —hoy repleto de bares, restaurantes y galerías— o con obras como Les Anneaux, una instalación de Daniel Buren y Patrick Bouchain compuesta por una serie de anillos gigantes de acero que iluminan el muelle al caer la noche. Todo aquí respira experimentación, memoria y futuro.
El barrio Bouffay, con su trazado medieval, concentra parte del alma histórica de la ciudad. Sus calles estrechas, llenas de vida, son el lugar ideal para saborear una crêpe bretona o disfrutar de su ambiente juvenil al caer la tarde. A pocos pasos, el barrio de Graslin aporta un aire más señorial, con su arquitectura decimonónica, su refinado teatro y elegantes cafés que evocan la Nantes burguesa del siglo XIX.
No muy lejos de allí, el barrio Feydeau refleja la riqueza y opulencia de la Nantes mercantil del siglo XVIII. Su arquitectura, predominantemente clásica, destaca por sus mansiones elegantes y edificios de gran porte, que son testigos de la prosperidad de los comerciantes que hicieron de este barrio su hogar.
A pocas paradas en tranvía, se llega al barrio de Chantenay, donde se puede admirar, el Belvédère de l’Hermitage, que ofrece una de las vistas más impresionantes de Nantes. Esta pasarela de madera diseñada por el artista japonés Tadashi Kawamata se asoma sobre la ladera y permite contemplar la ciudad y el río Loira desde un ángulo único.
Muy cerca de allí, también en Chantenay, se encuentra el Jardín Extraordinario, un espacio verde único creado en una antigua cantera, donde la vegetación exuberante, una cascada de más de 25 m y las vistas panorámicas convierten el lugar en un rincón sorprendente que evoca los mundos exóticos y soñados por Julio Verne, que tiene en este mismo barrio un museo que se puede visitar.
Todos estos barrios, junto con el río Loira que conecta y da vida a la ciudad, son ejemplos perfectos de cómo Nantes integra el arte y el paisaje en su espacio urbano.
De Nantes a Saint-Nazaire: un recorrido por el estuario del Loira, donde el arte se encuentra con la naturaleza
Esa energía creativa que se respira en Nantes no se detiene en sus calles. Basta con seguir el curso del Loira hacia el oeste para que la ciudad se abra a otro escenario igual de estimulante: el estuario de Nantes-Saint-Nazaire. Este recorrido, que se puede hacer en coche, bicicleta o barco, es una experiencia única donde el arte contemporáneo, la naturaleza y la historia industrial se fusionan en un paisaje en constante transformación.
A lo largo de los 60 km que separan ambas ciudades, se pueden admirar más de 30 instalaciones monumentales; algunas apenas perceptibles al primer vistazo, otras completamente inesperadas.
Entre las más icónicas están 'La Maison dans la Loire', una casa aparentemente sumergida en el agua, obra de Jean-Luc Courcoult; la 'Serpent d’océan', una impresionante escultura de un esqueleto de serpiente marina que emerge y desaparece con las mareas en la playa de Saint-Brévin-les-Pins, creada por Huang Yong Ping; o la escultura 'Misconceivable', situada en la esclusa del canal de la Martinière, en Le Pellerin. Es obra del austriaco Erwin Wurm y representa un insólito velero retorcido sobre sí mismo que parece querer lanzarse al agua desesperadamente.
En definitiva, esta es una travesía en la que el arte contemporáneo se instala en pleno paisaje, interviniendo puertos, esclusas, fábricas, marismas y orillas del Loira con obras sorprendentes.