Las plazas mayores más bonitas de Ciudad Real 

Manzanares, La Solana, San Carlos del Valle, Valdepeñas y Villanueva de los Infantes tienen plazas que resumen la historia, el espíritu y la estética de la Mancha. Las cinco comparten cosas en común y basta con buscar los campanarios parroquiales para situarse en ellas. 

Por MANUEL MATEO

Manzanares es una encrucijada de caminos, y su plaza mayor, el corazón de donde parten todos ellos. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, abierta a una luminosa lonja, preside la plaza desde la belleza serena de su portada plateresca en forma de abanico, una de esas delicadas filigranas en piedra que pontifican el patrimonio al sur de La Mancha. La Asunción es el templo más grande de Ciudad Real y uno de los mejores ejemplos de la estereotomía (arte de cortar piedras) del siglo XVI. Mirándolo con detenimiento, se antoja un puzle felizmente resuelto. Con soportales por el resto de sus lados, el ayuntamiento es una mezcla de neoclasicismo y eclecticismo. Fue construido en los años veinte del pasado siglo y su fachada no puede ocultar cierto aliento belle époque en sus cornisas superiores. Muy cerquita de la plaza Mayor está la Casa de Malpica, que acoge el Museo del Queso Manchego (museodelquesomanchego.manzanares.es) y más allá, el Museo de Manuel Piña.

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LA SOLANA

La plaza mayor de Manzanares es blanca. En cambio, la de La Solana es parda y azafranada. En ella la madera de las galerías, la rejería oscura de los balcones y los colores cobre están muy presentes. Se diría que combinan a la perfección con la rigurosidad de la iglesia de Santa Catalina, que se erige a un lado y en cuyo interior acoge una exposición permanente alrededor de sus hallazgos arqueológicos. 

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Todos los pueblos del sur de la provincia tienen una misma fecha de nacimiento. Multiplicaron su población tras la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa de 1212. Tiempo después, en esa ancha horquilla que separa los siglos XV y XVI, todos ellos ensancharon sus viejas plazas medievales a fin de disponer mercados, ferias y salones de encuentro. La plaza mayor de La Solana es una de las más luminosas de la Mancha. Es cuadrada y está adoquinada. Los soportales más antiguos, de estructura adintelada, son de la primera mitad del siglo XVI, mientras el ala norte, rematada con arcos de medio punto, es más reciente, del siglo XIX.  

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Lo que da sentido a las plazas principales del sur de Ciudad Real es la presencia de la iglesia principal. El templo mayor de La Solana comenzó a construirse en 1420 y se concluyó un siglo y pico después. Su pieza más singular es la torre-campanario, la más alta de la provincia. 

SAN CARLOS DEL VALLE 

La carretera que desciende hasta San Carlos del Valle es recta. No hay en ella una sola curva. Todo cuanto se extiende frente a nuestros ojos es plano y horizontal. A un lado y a otro, los vastos campos de cereal y las vides enraízan en la tierra rojiza.  Los campanarios son el modo de indicar en tierras manchegas la existencia de un núcleo de población. El de San Carlos del Valle, una localidad de apenas 1200 vecinos, es espigado y altivo. Cabría preguntarse qué hace una plaza mayor tan bella en un pueblo tan pequeño. De todas las del entorno, esta es una de las más recientes. Fue trazada en la primera mitad del siglo XVIII bajo los postulados del barroco tardío y el neoclasicismo y sobre sus columnas de piedra descansan dos alturas de galerías de madera. La plaza es rectangular, está enchinada y posee un suave desnivel que la une a otra donde se halla el ayuntamiento. 

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Hay en San Carlos del Valle una sensación de que el tiempo ha quedado en suspenso, que nada ha ocurrido en esta plaza desde que fue trazada y construida. Todo en ella es silencio y recogimiento, lo contrario de lo que sentimos cuando entramos en la de Valdepeñas. Lo que allí es sobriedad castellana, aquí es ánimo y bullicio. Lo que allí es adustez manchega, aquí es trasiego y rumor de gentes.  

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VALDEPEÑAS 

Blanca y azul, como los colores de los portones y los zócalos que simbolizan la Mancha, a la plaza mayor de Valdepeñas se la conoce como plaza de España y está presidida por la iglesia de la Asunción, erigida sobre una primitiva mezquita aljama. La portada es tardogótica, como los contrafuertes que sostienen las naves de crucería del templo. El campanario, en cambio, barroco y, como todo faro, es visible desde muchos kilómetros antes de llegar hasta aquí. Las fachadas historicistas que rodean la plaza acogen en sus soportales viejas tabernas donde sirven el vino de la tierra. Hace años que dejó de ser aquel caldo graduado y áspero que servían en las barras más populares. Hoy el vino de Valdepeñas, como la comarca donde madura, contiene la sabiduría que los buenos vecinos saben confiarse en sus conversaciones de plaza. 

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VILLANUEVA DE LOS INFANTES 

Concluir la ruta en Villanueva de los Infantes. Aun hay vides en los caminos que conducen hasta esta localidad en el corazón del Campo de Montiel. La ciudad más monumental al sur de la provincia posee una plaza mayor a los pies de la iglesia de San Andrés, donde una escultura en bronce recuerda las gloriosas aventuras del caballero Don Quijote y su escudero Sancho Panza. Contigua al templo está la Casa Rectoral y en este mismo espacio, el edificio del ayuntamiento. La calle Mayor, que abre a un lado, desciende hasta la casa del Caballero del Verde Gabán y el convento de Santo Domingo, donde se halla la celda en la que murió Francisco de Quevedo el 8 de septiembre de 1645. 

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Villanueva de los Infantes, el pueblo manchego de las casonas con escudo

PARADAS PARA COMER ENTRE PLAZA Y PLAZA 

Al lado de la plaza de España de Valdepeñas, en una vieja casona solariega, está El Comendador (ventadelcomendador.com), en cuya carta hay duelos y quebrantos, ajo de bacalao, gachas, moje de vendimia y pisto manchego.  

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Otra casona manchega en esta localidad la ocupa La Aguazera (laaguzadera.com), en la que degustar revueltos de verduras de temporada, pescados y carnes rojas con una suculenta bodega local. Y mención aparte merece el restaurante Retama, del hotel La Caminera (hotellacaminera.com), dirigido por el chef Javier Aranda y reconocido con una estrella Michelin. 

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Junto a la autovía de Andalucía está el Parador de Manzanares (parador.es), ocupando un edificio que evoca las construcciones típicas manchegas. Con piscina y amplios jardines. En su restaurante El Azafrán se degustan platos de cocina tradicional. Al lado de la plaza mayor de La Solana abre sus puertas La Casota (hotelrestaurantelacasota.com), que cuenta con restaurante de cocina creativa. Y de lujo, en pleno campo manchego, próximo a Villanueva de los Infantes y Valdepeñas, en Torrenueva, está La Caminera (hotellacaminera.com).