EL ALGARVE MENOS CONOCIDO

Una ruta por la costa salvaje del cabo de San Vicente

Este cabo, que da nombre a un litoral deslumbrante de altos acantilados y playas salvajes batidas por poderosas olas, es el punto más suroccidental del continente europeo. También es el Algarve menos turístico y el que menos ha cambiado y cambiará, porque es parque natural. Te contamos cómo ir y todo lo que puedes hacer en este paraíso al sur de Portugal.

Por Andrés Campos

Conduciendo por Albufeira, Portimão y Lagos, que es el Algarve más turístico, de golpe, al rebasar Vila do Bispo, es como si hubiésemos cambiado completamente de escenario. De repente soledad, de silencio, de sosiego. Las urbanizaciones dan paso a un páramo verde y ventoso que recuerda, salvando las distancias y los días de sol al año, a las Tierras Altas de Escocia. Aunque el navegador no advirtiera de que todas las carreteras de Europa se acaban 15 kilómetros más adelante, en el cabo de San Vicente, uno sabría que el fin del mundo está cerca. No hay árboles. Solo páramo, viento, cielo…, la tierra que se desnuda para lanzarse al océano.

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SAGRES, EL CAMPO BASE DE LOS SURFISTAS

Llegando a Sagres divisamos su fortaleza, que ocupa una península de roca caliza y se asoma a los acantilados cortados como a cuchillo de hasta 80 metros de altura. Una senda perimetral de dos kilómetros permite bordear toda la península, asomándose a los acantilados donde hacen equilibrios con sus cañas los pescadores locales y también a las furnas, simas que comunican la planicie cimera con el océano y en las que el aire comprimido por el oleaje produce fantasmagóricos sonidos. Sobre una de estas furnas, el arquitecto Pancho Guedes ha construido un laberinto circular que funciona como caja de resonancia, de modo que en su estancia central se sienten los embates del mar como trenes circulando a toda máquina por el interior de un túnel.

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Aparte del fuerte, en Sagres hay varias playas idóneas para surfear (la mejor, la de Tonel) y un puerto pesquero donde se come muy bien y se puede salir a avistar delfines junto a biólogos marinos. También hay una carreterilla que, bordeando el abrupto litoral hacia poniente, conduce en cinco kilómetros al cabo de San Vicente. Allí, sobre las ruinas de una fortaleza del siglo XVI, se alza un faro precioso, para enmarcar, donde el ritual turístico exige apostarse para ver la puesta de sol, momento en que suele arreciar el viento fresco que azota el cabo, incluso en verano.

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LAS PLAYAS SALVAJES DE CARRAPATEIRA

Para continuar la ruta, se ha de volver por Sagres a Vila do Bispo, que es un pueblo blanco, con una encantadora iglesia forrada de azulejos. Y luego seguir con rumbo norte, atravesando las verdes soledades del parque natural de la Costa Vicentina, hasta ver de nuevo el mar en Carrapateira, una pequeña aldea olvidada del mundo y libre de estrés, con dos increíbles playas salvajes (Amado y Bordeira), ideal para quedarse varios días aprendiendo a cabalgar olas.

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Si el surf no es lo nuestro, podemos hacer un circuito a pie superpanorámico de 10 kilómetros que une ambas playas. Y si llueve, que todo puede ser, visitar el Museo do Mar e da Terra, que es etnográfico pero de corte contemporáneo y tiene un gran ventanal con vistas a las dunas de Bordeira.

ODECEIXE, EL ÚLTIMO PUEBLO DEL ALGARVE

La siguiente parada, Aljezur, es un pueblo de nombre y fisonomía morunos, con un castillo al que se sube por una calle empinadísima. También hay una buena cuesta para bajar a la cercana playa de Arrifana, pero el esfuerzo vale la pena para disfrutar de esta espléndida ensenada, arropada por acantilados negruzcos y alfombrada de arenas blancas, que vigila desde el mar el afilado islote Pedra da Agulha.

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Otra playa asombrosa es la del pueblo de Odeceixe. O playas, porque son dos en una: hay una parte bañada por las olas del océano y otra por las mansas aguas verdes del río Seixe, que desemboca allí mismo. La marina es para los surfistas. La fluvial para los niños que, en cuanto crezcan, saldrán pitando con sus tablas para la otra. Odeceixe es el último pueblo del Algarve. Más al norte ya es el Alentejo.

¿CÓMO IR A LA COSTA VICENTINA?

Sagres, la capital de la Costa Vicentina, está a 31 kilómetros de Lagos, donde muere la autopista A-22, que es la prolongación de la autovía española A-49 (Sevilla-Huelva-Ayamonte) y la principal vía de comunicación del Algarve. El aeropuerto más cercano es el de Faro, a 115 kilómetros.

¿QUÉ TIEMPO HACE?

La Costa Vicentina disfruta de un clima más fresco y húmedo que el resto del Algarve, así que es una buena opción para refugiarse los meses más calurosos del año. Además, la presión turística en esta época es menor que en otras zonas de la región.

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¿DÓNDE ALOJARTE?

Cerca de Vila do Bispo, Salema Beach Village (salemabeachvillage.com) dispone de lujosas casas de alquiler con vistas al mar, piscina y pistas de pádel en una de las mejores playas del Algarve. Para familias y grupos de amigos, es un diez. En Sagres, los surfistas frecuentan la luminosa y económica Casa Azul (casaazulsagres.com) y los viajeros sin problemas de presupuesto la Pousada do Infante (pousadas.pt).

Y PARA COMER

Pescado fresquísimo y baratísimo a la brasa es el gran reclamo del restaurante A Sereia, que está en el puerto de Sagres, justo encima de la lonja. Lo mismo se hallará en Adega dos Arcos, en el propio pueblo. En Vila do Bispo, Ribeira do Poço (ribeiradopoco.com) es famoso por sus percebes a buen precio.