En coche por los pueblos impresionistas de Normandía

Los cielos, las flores, la luz cambiante, la vida cotidiana…, todo cuanto inspiraba a Monet, Degas, Renoir, Pissarro y demás maestros del impresionismo inunda esta región del noroeste de Francia, perfecta para recorrer al volante con París como punto de partida.

Por ELENA DEL AMO

Un estudio a cielo abierto bañado por una luz huidiza. Es lo que encontraron en Normandía (es.normandie-tourisme.fr) los artífices del impresionismo, un movimiento de pinceladas aparentemente descuidadas que nacía a mediados del siglo XIX rompiendo con el clasicismo del momento. Antes de adentrarnos en la región convendrá dedicarle algunas horas al Musée d’Orsay (musee-orsay.fr) de París, que, ubicado en una antigua estación de tren, alberga la mayor colección de arte de este estilo del mundo. Después, a otros museos imprescindibles, como el sorprendentemente poco conocido Marmottan Monet (marmottan.fr), donde entre telas de Renoir, Pissarro, Degas, Sisley, Caillebotte, Manet o Berthe Morisot, donadas por el hijo del artista, cuelga Impresión, sol naciente, el simbólico cuadro de Monet que estaría en el origen de esta corriente artística.

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También obligado es pasar por el Museo de l’Orangerie, que guarda la sublime serie de óleos en gran formato Nenúfares, de Monet, considerados algo así como la Capilla Sixtina del impresionismo. De esta forma, cuando en el pueblito normando de Giverny se visite la casa en la que vivió el pintor desde los ochenta hasta su muerte en 1926, podrán reconocerse mejor los jardines que le inspiraron.

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ROUEN, LA OBSESIÓN DE MONET

Normandía queda muy a mano de París. No hay ni dos horas de carretera hasta su capital histórica, Rouen, cuya catedral pintó Monet casi con obsesión cerca de una treintena de veces. Un paseo por sus calles descubre otros lugares donde los artistas se sentaban a pintar, como el puente Boieldieu, que dejó plasmado Pissarro en sus lienzos. Mientras que la visita al museo de Bellas Artes (mbarouen.fr) hará descubrir la mayor colección de pinturas impresionistas después de París.

La ciudad, conocida como la 'Ciudad de los 100 campanarios' lo es también por sus buenos restaurantes de cocina normanda donde destaca el restaurante Gill (gill.fr/en/), unicado junto al Sena, este restaurante mantuvo dos estrellas Michelin durante 36 años hasta que su chef, Gilles Tournadre, decidió devolverlas para retomar la esencia de su cocina.

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AUVERS-SUR-OISE

Probablemente sea el pueblo impresionista por antonomasia. A 30 kilómetros de París, su castillo nos permite empaparnos de arte, pues aloja el Centro de Interpretación del Impresionismo. El espectáculo Viaje a la época de los impresionistas nos adentra en un universo de efectos especiales, música de la época, películas antiguas o fotografías que tendrán como punto final la cinta Los buscadores de la luz.

Después de recorrer las salas de la fortaleza hay que curiosear por la casa del doctor Gachet, mecenas de alguno de estos artistas o por el atelier y museo de Daubigny, un precursor del movimiento que recorrió sus calles, al igual que Corot, Pissarro, Cézanne o Van Gogh. El holandés, antes de quitarse la vida precisamente aquí, dejó para la posteridad el lienzo Iglesia de Auvers-sur-Oise, que se conserva en el Musée d’Orsay; el original resiste entre sus primorosas callejuelas.

GIVERNY Y SUS JARDINES

Monet pasó buena parte de su vida en su residencia de Giverny, a 74 kilómetros de París, rodeado del delicioso jardín que reflejó en algunos de sus mejores cuadros, y el lugar al que venían a visitarle sus ilustres amigos. La casa del pintor de la luz se puede visitar (fondation-monet.com), pero son sus jardines y estanques los que más atraen, especialmente el Jardín d’Eau, con su famoso estanque de nenúfares y su puente japonés tantas veces inmortalizado.

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HONFLEUR

Tras una ruta por las abadías de la zona –la de Jumièges, que Victor Hugo denominó «la ruina más bella de Francia», o la de Saint-Wandrille– hay que darse una caminata por Honfleur, la coqueta villa portuaria y fortificada que Monet o Courbet solían frecuentar y en la que nació Eugéne Bodin. Sus casas de colores reflejadas en el agua, el Museo de la Marina o la iglesia de Santa Catalina, la más grande construida en madera de Francia, son algunos de los lugares con más encanto de la ciudad, pero especialmente el antiguo puerto de pescadores.

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LA COSTA DE ALABASTRO

Como colofón nos queda asomarnos a alguno de los miradores de ese litoral de acantilados calizos que se alzan a 100 metros de altura entre los estuarios del Sena y del Somme. La conocida como costa de Alabastro tiene su mejor panorámica desde la antigua villa marinera de Etretat, la que también cautivó a Bodin, Corbet y el propio Monet. Junto a la capilla de Notre Dame de la Garde está el lugar exacto donde este último pintó Falaises d'Etretat en 1886, con la vista de la playa de Etretat y el popular arco de piedra sumergido en el mar que parece una trompa de elefante hundida en el mar. Con la mirada llena de imágenes y de luz nos despedimos de esta Normandía, cuna y musa del impresionismo, en la que plantaron sus caballetes algunos de los pintores más aplaudidos de la historia.

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CRUCEROS FLUVIALES IMPRESIONISTAS

Moverse en coche por cada recoveco de Normandía da una libertad incomparable, pero por estas tierras también serpentea el Sena, por lo que varios cruceros fluviales enfilan desde París hacia este universo de prados salpicados de granjas y aldeas campesinas, ciudades balnearias tan elegantes como Deauville, Honfleur o Trouville, abadías medievales, acantilados y playas. Algunas compañías ponen el foco en sus escenarios y protagonistas e incluyen visitas guiadas a lugares que fueron inspiración de pintores e incluso imparten charlas a bordo para empaparse a fondo, como Mi Crucero Fluvial (micrucerofluvial.com) o Cruceros Fluviales (crucerosfluviales.es).

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EL ALOJAMIENTO

Existe una variedad inmensa de alojamientos en la zona, desde casas de alquiler (gites-de-france-normandie.com) y granjas (bienvenue-a-la-ferme.com) hasta hoteles tan deliciosos como La Ferme Saint-Siméon (fermesaintsimeon.fr), un cinco estrellas en Honfleur con el sello de Relais&Châteaux, donde se alojaron Courbet, Monet, Bazille o Corot –entonces era el Auberge de la Mère Toutain–. En la misma localidad y algo más asequible, La Maison de Lucie (lamaisondelucie.com), un caserón del XIX. Y en Giverny, igualmente con mucho encanto, Le Jardin des Plumes (jardindesplumes.fr). Si la ruta se hace en un crucero fluvial, el alojamiento se hace a bordo.

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PARADAS PARA COMER

Mejillones con manzanas, perdices con manzanas, ostras a la normanda, es decir con manzanas… La región es, cómo no, famosa también por su brandy de manzana o Calvados, que en ocasiones se toma incluso entre plato y plato. Sabores locales, en el encantador La Petite Auberge (lapetiteaubergesurmer.fr) de Trouville, con un marisco excelente, o el menos tradicional Le Bréard (restaurant-lebreard.com), en el casco viejo de Honfleur. Y para una ocasión especial, la cocina creativa de Gill (gill.fr) en Rouen, del reconocido chef Gilles Tournadre.