Seis planes apetecibles para el puente sin salir de la provincia de Madrid

Una inmersión en la naturaleza, ahora que buscamos espacios abiertos y con aire puro. O una jornada cultural a ritmo de exposiciones de arte en museos irrepetibles. O una ruta gastronómica con el sabor más castizo. Estas y otras propuestas de ida y vuelta para limitados al perímetro de la Comunidad. Planes de andar por casa, pero llenos de atractivos.

Por NOELIA FERREIRO

LA MAGIA DE EL ESCORIAL EN OTOÑO

El que fuera el capricho de Felipe II es uno de esos monumentos al que cabe aplicar todos los superlativos. Un complejo grandioso, concebido como monasterio, panteón real, palacio, biblioteca y colegio, considerado una obra maestra de la arquitectura y la geometría. Visitar El Escorial es siempre un plan estupendo. Pero mucho más en otoño, cuando la naturaleza prodigiosa que lo envuelve se muestra especialmente atractiva, pues robles y encinas, fresnos y enebros, retama y jara tapizan los campos con una explosión cromática.

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En este puente proponemos recorrer los solemnes muros del monasterio para después dar un romántico paseo entre la hojarasca hasta la llamada Silla de Felipe II. Cuentan que era donde el propio monarca se sentaba para controlar las obras en los 21 años de construcción. Después, con la belleza del conjunto de piedra aún grabada en la retina, se puede agasajar al estómago en el restaurante Montia (montia.es), con una estrella Michelin, cuyo menú degustación es un homenaje a la sierra madrileña.  

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MARATÓN DE MUSEOS

Son un refugio seguro en estos días otoñales. Los museos de Madrid, tan prestigiosos, tan únicos, están siempre ahí, pero a veces los olvidamos. Este puente puede ser una oportunidad para redescubrir el inmenso caudal de arte que tenemos en la capital. Devorar, por ejemplo, la exposición Invitadas, con la que el Museo del Prado (museodelprado.es) reivindica el papel de la mujer. O repasar el Expresionismo Alemán en el vecino Museo Thyssen (museothyssen.org).

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También seguir los pasos de dos novelistas fundamentales que dejaron su huella en la ciudad: el eterno Galdós, al que se rinde un precioso homenaje en la muestra Galdós en el laberinto de España, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (realacademiabellasartessanfernando.com); y Delibes, en la Biblioteca Nacional (bne.es), donde se exhibe su universo literario y su trayectoria vital.

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UN BAÑO DE BOSQUE EN EL HAYEDO DE MONTEJO

Esta escapada nos lleva al norte de la comunidad, en las faldas de la sierra de Ayllón, dentro de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón. Aquí se esconden nada menos que 250 hectáreas de un maravilloso bosque mixto que es, desde 2017, Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco.

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El Hayedo de Montejo (está dominado, como indica su nombre, por hayas majestuosas, algunas con nombre propio, como la de La Roca, que tiene más de 250 años. Para apreciarlas existen diversas rutas guiadas y gratuitas, que podrán abordarse en visitas restringidas (sierradelrincon.org). No hay que perderse un paseo por los pueblos de la sierra y, a la vuelta, detenerse a contemplar el atardecer al pasar por el Puerto de la Hiruela.

LA RUTA DE LOS CALLOS

Porque no hay nada más castizo que este manjar calentito, meloso y con un puntito picante, ideal para combatir los primeros fríos de la temporada. Los callos a la madrileña constituyen un bocado de toda la vida, sencillo y económico, que solo en la capital cuenta con varios templos.

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Hacer una ruta en busca de los más sabrosos es una idea fantástica. No hay que perderse Bodegas Ricla (Cuchilleros, 6), una pequeña y acogedora taberna de 1867 pegada a la Plaza Mayor. Tampoco el mítico Revuelta (Latoneros, 3), famoso además por su bacalao rebozado. Y por supuesto, Lhardy (Carrera de San Jerónimo, 8), con unos callos que son más que centenarios. En este famoso restaurante madrileño, que ha visto desfilar a reyes, aristócratas, escritores y cineastas, tienen hasta una versión take away para degustar este plato en casa.

ALCALÁ DE HENARES CLÁSICA Y MODERNA

Eterna cuna de Cervantes y escuela de Quevedo y Jovellanos, la literatura se respira por doquier en esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad y famosa por su universidad, la casa natal del autor del Quijote y su bello entramado urbano de corte medieval. Todo ello brinda una bonita jornada en la que pasear por libre entre sus monumentos (el Corral de Comedias, la Capilla del Oidor, la Torre de Santa María…) o bien hacerlo con las visitas guiadas que abordan la ruta del Siglo de Oro.

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Para terminar, y para romper con el clasicismo, una buena opción es descubrir el Parador Nacional (parador.es), que sorprende por su modernidad. Un edificio tan minimalista como elegante en lo que fuera un convento del siglo XVII. Para hacerte una idea, su diseño se ganó un hueco en la exposición antológica del MOMA neoyorquino sobre lo mejor de la arquitectura española de finales del siglo XX.

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EN BUSCA DE LA CORONA DE LA ALMUDENA

Por San Isidro, rosquillas. Por los Santos, buñuelos y huesos de santo. Y ahora por la Almudena, deliciosas coronas rellenas. Un dulce que ocupa un lugar destacado en los escaparates de las pastelerías madrileñas como homenaje a la patrona de la ciudad, que se celebra cada 9 de noviembre, y curiosamente también del Gremio de Pasteleros de la Villa. Para comprar este dulce bollo relleno, en su versión más popular, de crema pastelera con almíbar de naranja, aunque no faltan de nata, trufa o cabello de ángel, que se remata con una imagen de la Virgen, lugares como El Riojano (confiteriaelriojano.com), el calle Mayor, 10; Nunos (pasteleria-nunos.es), en Narváez, 63, o Villagarcía (pasteleriavillagarcia.com), en Valderribas, 27.

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