Oporto para dos, el lado más romántico de la ciudad lusa

Ponemos rumbo a la vecina Portugal para disfrutar de la escapada perfecta en pareja. Recorremos las calles de su casco histórico, nos recreamos en las vistas desde sus miradores y nos alojamos en hoteles repletos de encanto.

Por Cristina Fernández

La ciudad del Duero, la del vino y la de los atardeceres infinitos, pero también la de los enclaves románticos es el lugar ideal para pasar unos días en pareja dejando que el amor fluya en cada esquina. Mucho más si se siguen las siguientes recomendaciones:

EL ALOJAMIENTO MÁS ROMÁNTICO

Está claro, cuando se trata de vivir unos días en la mejor compañía, el alojamiento tiene una importancia extra. Un lugar ideal en el que sentirnos amados y amar en Oporto es el hotel Armazém Luxury Housing (armazemluxuryhousing.com), rebosante de encanto. Muy celosos de la intimidad de sus huéspedes, será necesario llamar al timbre para acceder al interior. Dentro aguarda siempre una sorpresa, ya sea un refrescante vaso de agua con hierbabuena o un pequeño capricho para endulzar el día.

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Fernanda Gramaxo, su propietaria, decidió dejar su trabajo como maestra en un colegio para dedicarse por entero a dotar de vida a este antiguo almacén de hierro del siglo XIX ubicado en la rua das Flores. Aquí, junto a su hija Carlota, se esfuerza cada día en hacer felices a quienes eligen su hermoso proyecto para hospedarse, cuidando que todo sea perfecto. Y lo es. Empezando por el abrumador estilo de su diseño, pues el alma de la antigua fábrica resiste gracias al hierro, al hormigón y a la madera, materiales predominantes en todo el edificio.  

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Dentro, en la intimidad de sus 9 habitaciones, cómodas camas, complementos elegantes, suaves textiles o hipnotizantes lámparas de cristal… muy tentadoras para no salir del hotel. Tras dedicar unos minutos a contemplar el mar de tejados portuenses desde sus ventanalesy hacer acopio de su exclusivo desayuno, llega la hora de seguir enamorándonos, pero esta vez… de Oporto.

PASEAR, PERDERSE Y ADMIRAR

Caminaremos sin rumbo por sus calles, atreviéndonos con sus empinadas cuestas, sus alargadas escaleras y sus enrevesadas calles sin temor a la desorientación. Es más, habrá que buscarla. Solo así llegaremos hasta esas inesperadas esquinas con fachadas decoradas de azulejos para fotografiar como recuerdo.

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Un decorado perfecto para sellar un beso es el miradouro da Vitória, en la rua São Bento da Vitória. Desde aquí se admiran una de las mejores vistas de Oporto con la Sé (catedral) a la izquierda, el Ponte de Don Luis I, el serpenteante Duero y los carteles de las míticas bodegas de Vila Nova de Gaia, al otro lado del río. Difícil desde aquí no caer rendidos a los pies de la ciudad.

Pero si hablamos de miradores, no escatima en ellos la bella Oporto. Una perspectiva diferente se disfruta, precisamente, desde la catedral, donde habrá que aprovechar para visitar su interior y disfrutar de paso de su hermoso y romántico claustro.

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Para empaparse bien de la belleza portuense, un plan ideal es perderse por las angostas calles que bajan desde la catedral hasta la mismísima Ribeira. Incluso, desviarse un poco para llegar al Largo da Pena Ventosa, una placita de suelos empedrados y edificios de colores que resume lo especial de esta ciudad. Callejuelas como la rua de Santana, o, incluso más abajo, Barredo o Baixo, regalan estampas repletas de decadentes fachadas, encantadoras ventanas, ropa tendida y la más pura tranquilidad. Ni el tráfico ni el bullicio están presentes por aquí. Para celebrar la vida, una copa de vino en Riberia con vistas al Ponte Don Luis I. El plan perfecto.

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UN PASEO EN TRANVÍA VIENDO EL MAR

Y si, tras tanta cuesta y tanta escalera, nos cansamos de caminar, siempre queda la opción de tomar cualquiera de los tres tranvías que aún quedan en funcionamiento en la ciudad. El 18 hace un recorrido de lo más pintoresco en paralelo al mismísimo Duero que, tras 20 minutos lleva a Foz do Douro, el pequeño pueblo pesquero junto a la desembocadura del río en el Atlántico. Allí pocas cosas más harán falta para sentir la plena felicidad que sentarnos a contemplar el mar en compañía.

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BRINDAR EN VILA NOVA DE GAIA

Para brindar, nada mejor que explorar las bodegas de Vila Nova de Gaia. Nombres como Taylor´s, Sandeman, Cálem o Ferreira son clásicos que no pueden faltar en una visita a la ciudad. Pero, en esta ocasión, buscamos algo especial. Algo que nos haga recordar esta escapada a dos para siempre. Por eso una visita a Croft (croftport.com), la bodega más antigua de Oporto, de 1588, puede ser una opción. El recorrido guiado arranca con una copita de cortesía, para luego conocer los detalles de su historia y catar sus diferentes caldos. En este entorno, sabrán a gloria.

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Si aún quedan más ganas, otra maravillosa opción es Augusto´s (portoagustos.pt), una desconocida y pequeña bodega familiar escondida en una de las calles de Vila Nova de Gaia que también ofrece tour guiado y cata.

MESA PARA DOS, POR FAVOR

No existe plan romántico sin un lado gastronómico. Y si se lleva a cabo en un restaurante sin cartel en su exterior, alejado del centro histórico y ubicado en lo que un día fueron unos antiguos establos, mejor que mejor. Es O Paparico (opaparico.com), un exclusivo templo con un chef que apunta muy alto: el francés Jonathan Seiller, quien se esmera en jugar con los sabores de siempre dándoles un toque vanguardista y sorprendiendo con cada una de sus propuestas. Comprometido con un tipo de cocina portuguesa contemporánea, deleita igual con sus entrantes, como con sus platos principales –el cordero en tres texturas es una delicia–, o sus flamantes postres.

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La gastronomía en Oporto es de altura, y la ciudad y sus alrededores concentran hasta cuatro estrellas Michelin, ¿qué mejor excusa que una escapada romántica para descubrirlas? El restaurante del elegante cinco estrellas The Yeatman (the-yeatman-hotel.com), ubicado en Vila Nova de Gaia, cuenta con dos de ellas. Las propuestas del chef Ricardo Acosta en sus menús degustación varían dependiendo de su inspiración y de la temporada.

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Sin salir del hotel, un último capricho, ya que el vino es protagonista de los tratamientos y masajes de su spa, muchos de ellos disponibles para parejas. Entre los más peculiares, el baño en vino tinto (drenante) o en vino blanco (exfoliante).

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La despedida, eso sí, en un lugar clave como lo más alto del Ponte de Don Luis I, al atardecer, con la estampa de toda una ciudad rendida al Duero bajo un manto de tonos anaranjados. Es la despedida más romántica para declarar amor eterno. A Oporto o quien queramos.

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