
Iguazú, un paraíso de agua en la tierra
En la frontera entre Brasil y Argentina, la poderosa presencia de las cataratas son uno de los fenómenos naturales más hermosos e impactantes de toda América. Descubiertas para Europa por el español Álvar Núñez Cabeza de Vaca, también figuran entre los destinos preferidos de los viajeros que recorren estos países.
Alrededor de las cataratas del Iguazú se entretejen historias de ambición, entrega, traición, poder, venganza y expiación fruto de la imaginación. Pero mucho antes de que el viajero llegue a adentranse en ellas, hay un momento en que se oye un murmullo, un batir sordo que poco a poco se va haciendo más fuerte. El bosque, denso y húmedo, contribuye a crear una atmósfera especial, y es fácil creer que el ruido es un rugido inmenso e interminable que surge del fondo de la tierra. Pero lo que verdaderamente se siente es que uno se adentra en un lugar salvaje y poderoso.
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La catarata más ancha del mundo ofrece uno de los espectáculos más formidables de la naturaleza, donde el Iguazú se desploma por un precipicio de más de tres kilómetros de anchura. No hay nada igual en otro lugar del planeta. Es un tópico compararlas con las del Niágara, pero no tiene sentido, porque las primeras son una vez y media en altura y el cuádruple en anchura.
El Iguazú es un río casi pequeño para las medidas de América: apenas 700 kilómetros de longitud. Curiosamente, nace en las montañas costeras, apenas a 50 kilómetros del mar, pero elige el camino del oeste por estas tierras del sur de Brasil. Un poco antes de llegar a las cataratas, parece que baja sin prisas y su superficie parece una balsa de aceite. De repente se ensancha, se divide en dos corrientes y cae al vacío. Del lado de Brasil enfila directamente hacia la Garganta del Diablo, una herradura inmensa donde se concentra toda la furia de la naturaleza. La corriente del lado argentino se demora un poco: rodea unos islotes antes de precipitarse a lo largo de una serie interminable de cascadas. Las más importantes tienen nombre: Floriano, Unión, Rivadavia, Belgrano, Los Tres Mosqueteros, San Martín, Bossetti. Todas son inmensas, ninguna de menos de 60 metros de caída, y en la estación lluviosa es tal la cantidad de agua que cae por ellas que apenas se distingue este escalón intermedio. Después de la catarata, el río se encajona entre barrancos y corre decidido hasta unirse al Paraná, 20 kilómetros más abajo.
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Al caer, el agua choca con el fondo, se pulveriza y se forma una nube que sube al cielo. Por eso los indios caigangüe que habitaban la zona a la llegada de los españoles la llamaban “lugar donde nacen las nubes”. Esta agua pulverizada cae suavemente como una caricia que se siente en la cara al caminar por estos senderos y, sobre todo, humedece el suelo rojo incluso a kilómetros de distancia. Así surgen helechos, musgo, bosquetes de bambú, orquídeas que brotan en cada rincón de los precipicios por donde no corre el agua. En los alrededores crecen cientos de especies de árboles tropicales de los que cuelgan gruesas lianas.
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Al encontrarse en la frontera de Brasil y Argentina, el bosque circundante está dividido en dos parques nacionales que protegen casi 2.500 kilómetros cuadrados de bosque tropical, subtropical y semicaduco, uno de los ecosistemas más ricos y complejos del mundo. Así es posible ver orquídeas creciendo junto a pinos, o bambúes junto a palmeras. En este ambiente desbordante abunda la vida salvaje. En sus sombras merodea el ocelote y el jaguar, el ciervo y el tapir, además de una inmensa variedad de pequeños animales.
El interés que despiertan ahora las cataratas contrasta con lo que, al menos aparentemente, le pareció a Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el explorador español que en 1541 fue el primer europeo que contempló los saltos. Los misioneros jesuitas fueron los que exploraron la región en el siglo XVIII, mientras duró el proyecto de las reducciones con las que pretendían convertir a los indios guaraníes, pero todo se fue al traste con su expulsión de América en 1767.
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La parte argentina de las cataratas se encuentra en la provincia de Misiones. En esta provincia es posible iniciar una ruta en busca de los restos de las 13 misiones que se fundaron en la zona. San Ignacio Miní es la mejor conservada y presenta el mismo esquema que todas las demás: una plaza central alrededor de la cual se levantan la iglesia, la Casa de los Padres, el cabildo, las viviendas y el cementerio. Estos restos -junto con las de Nuestra Señora de Loreto, Santa Ana y Santa María la Mayor (todas en Argentina) y São Miguel (en Brasil)- fueron declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en 1984. Los de Santísima Trinidad y Jesús, en Paraguay, lo fueron en 1993. Todos ellos son el reflejo de un momento histórico que se vivió ante la presencia eterna y siempre en movimiento de las cataratas del Iguazú.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Iberia vuela todos los días desde Madrid a São Paulo y Buenos Aires, desde donde se pueden hacer conexiones hasta las cataratas. Hay un aeropuerto para vuelos nacionales en Puerto Iguazú (lado argentino) y otro internacional en Foz do Iguaçu, lado brasileño.
Cuándo ir
Cualquier momento del año es bueno para viajar a las cataratas, pero en el verano del hemisferio norte -invierno en la zona- las temperaturas son más agradables.
La ruta
Como la mayor parte de las cataratas está en Argentina, la mejor vista general se consigue desde Brasil. Conviene empezar por este país y pasar después al lado argentino, donde se puede observar de cerca y en detalle cada una de las caídas de agua. En el lado brasileño hay varios caminos que permiten estupendas vistas de las cataratas, un ascensor que permite subir hasta lo alto del salto Floriano y excursiones guiadas por el sendero Macuco, además de un pequeño museo cerca de la entrada del parque. En el lado argentino se organizan recorridos guiados de cuatro horas y, en las noches de luna llena, excursiones nocturnas hasta el borde mismo de las cataratas. También hay recorridos en lanchas. El circuito inferior por pasarelas al pie de las cataratas –necesario el impermeable- está perfectamente indicado para visitas independientes. Un servicio de autobús lleva a Puerto Canoas para visitar la Garganta del Diablo.
Dónde dormir
Sheraton Iguazú Resort en el lado argentino y Hotel das Cataratas en el lado brasileño, para los que quieran un alojamiento de lujo en el mismo parque. La mayoría de los visitantes prefiere dormir en Puerto Iguazú o Foz do Iguaçu y tomar un autobús temprano hacia el parque.
Dónde comer
Muy cerca de la entrada del parque, Fortín Cataratas, recomendable para probar los asados argentinos; en el centro de Puerto Iguazí, El Quincho del Tío Querido y La Rueda, donde pedir los pescados de río de la zona.
No dejes de…
Antes o después de visitar las cataratas, completar el recorrido con una visita a las misiones. Si solo se puede visitar una lo mejor es elegir San Ignacio Miní.
Más información
Cataratas del Iguazú en Argentina; Turismo de Iguazú y Turismo de Brasil.