
Portofino, el puerto italiano más chic
Casi como un decorado, su hilera de casitas de colores frente a las barcas de los pescadores o los yates más glamourosos esconden entre el monte y el mar uno de esos rincones favoritos del ver y ser visto, aunque, más que con ostentación, con gusto exquisito.
De origen romano, y después un modesto pueblo de pescadores que pasó sucesivamente de las manos de los benedictinos a las de las repúblicas de Génova y Florencia, Portofino presume, porque puede, de ser hoy uno de los rincones más chic de todo el Mediterráneo. Hace ya décadas que se convirtiera en un secreto a voces entre artistas, políticos y aristócratas y, a pesar de la voluntad de mantenerlo como escondite, no hubo forma humana de acallar su fama. De ahí que esta coquetísima villita marinera en la que el buen gusto le gana la partida a la ostentación se haya convertido en un destino tan solicitado que, de haber tenido unas geografías menos ariscas, seguramente habría perdido parte de su encanto. Pero no ha sido así.
Encajonado en un pequeño entrante entre un arbolado promontorio y el mar, Portofino no ha tenido por dónde crecer, por lo que simplemente no ha crecido. De hecho, desde 1935 no se ha construido aquí casa nueva alguna. Gracias a ello el pueblo no ha corrido el riesgo de estropearse siquiera un poco, y sus callejuelas conservan todo su encanto de antaño aunque aliñadas, eso sí, por las mejores boutiques, restaurantes y muy pocos hoteles pero de nivel, mientras en lo alto villas de fábula trepan entre la espesura del parque natural que le guarda las espaldas.
El viejo puerto de pescadores hace casi las funciones de plaza mayor, mientras que los grandes yates se decantan por la bocana que presiden el castillo y la barroca y protectora iglesia de San Giorgio. Estas dos, junto con las casi siempre atestadas idas y venidas por su célebre piazzetta, figuran entre sus visitas imprescindibles, aunque Portofino en realidad oficia más como una base perfecta a la que regresar cada tarde después de haber explorado una zona sembrada también de pequeños tesoros: las embrujadores playitas que se van hilvanando en la ruta hacia las también muy elegantes Santa Margherita o Rapallo; las inaccesibles calas a las que sólo se podrá llegar alquilando un barco; el pueblito medieval de Camogli, o la infinidad de rutas senderistas que se abren a los caminantes por el Parque Natural del Monte de Portofino. Recorridos entre los que destaca el que se arrima hasta la bahía de San Fruttuoso, con su abadía medieval y su palazzo, al que, de no ser a pie, se podrá acceder sólo por mar.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Vuelos directos de Air Nostrum, entre Madrid y Génova, que está a poco menos de una hora de Portofino. Desde allí se puede viajar en tren hasta Santa Margherita Ligure y continuar en taxi, bus o barco hasta el pueblo. En verano los atascos llegan a ser tremendos, por lo que ésta sería casi la mejor opción.
Moverse por Portofino
El coche puede ser un inconveniente, tanto por los atascos estivales como por la escasez de aparcamientos en Portofino. A menos que el hotel elegido tenga parking lo mejor será prescindir del vehículo. Desde Portofino hay buen transporte público a las zonas más interesantes de los alrededores y, por otra parte, otro de sus mayores alicientes son las rutas senderistas por su Parque Natural, así como el placer de alquilar un barquito para fondear en sus calas más bellas e inaccesibles.
Dónde dormir
El Splendido, erigido en el XIX sobre las ruinas de un monasterio tres siglos más antiguo, es el gran clásico de Portofino. Con una posición privilegiada sobre la bahía e inaugurado como hotel en 1901, por él han pasado todas las celebridades a las que ha hipnotizado el pueblo. También con muchísimo estilo, las 18 habitaciones del Eight Portofino, un hotel boutique de cuatro estrellas en una antigua casa a apenas un paseo de la piazzetta.
Dónde comer
En plena piazzetta, el Puny (Tel. +39 0185 269037), en el que, de conseguir una mesa, degustar en un ambiente distendido aunque elegante un pescado excepcional. También, en la Taverna del Marinaio, en la piazza Martiri dell’Olivetta (Tel. +39 0185 269103), donde probar los gloriosos pestos de la zona; o, en el mismo entorno, Delfino (Tel. +39 0185 269081), con óptimas especialidades regionales.
No te pierdas…
El paseo hasta las alturas del faro de Portofino para admirar unas vistas que cortan la respiración, así como la deliciosa caminata hasta la abadía de San Fruttuoso, sustituible por el placer no menor de llegar hasta ella en barco.
Más información
Oficina de Turismo Italiano en España y Turismo de Portofino.