Cuando llegó a casa la caja del televisor, me asusté un poco por el tamaño, te lo confieso.
Pero en cuanto la abrí, me sorprendió lo fácil que fue todo. Yo sola, sin pedirle ayuda a nadie, pude montar la base con un simple destornillador y colocarla en el mueble del salón en cuestión de minutos.
Los manuales son muy claros y las piezas encajan a la perfección, sin complicaciones.
Y una vez encendida, pude configurarla en cuestión de minutos. Solo tuve que meter la clave del WiFi y asociar mi cuenta de Google.
La calidad de imagen es simplemente alucinante. Te lo digo de verdad, los colores se ven tan reales y los negros tan profundos que parece que las escenas salen de la pantalla.
Esto es gracias a su tecnología QD-Mini LED, que combina lo mejor de dos mundos para ofrecer un contraste y un brillo que no había visto nunca. Es como tener un cine en casa.
Además, el diseño es increíble. Es muy, muy fina, así que queda genial en la pared o sobre un mueble. Es elegante, moderna y se adapta a cualquier estilo de decoración.
Pero no todo es imagen, el sonido también es fundamental. Antes, con mi antigua tele, tenía que usar una barra de sonido, pero con esta ha pasado a mejor vida.
Tiene un sistema de audio Dolby Atmos con altavoces y un subwoofer que te envuelve por completo. Cuando estoy viendo una película, los efectos de sonido se escuchan por todo el salón, como si estuviera dentro de la acción. Me ha hecho redescubrir mis pelis y series favoritas.
La guinda del pastel es que viene con Google TV. La interfaz es superintuitiva y personalizable.
Puedes tener todas tus aplicaciones, desde Netflix y YouTube hasta Disney+, en un solo lugar. Y con el Asistente de Google, puedes controlarlo todo con tu voz.