La ceremonia y el banquete de gala por la entrega de los Premios Nobel, celebrados este miércoles en Estocolmo, se han convertido en un claro reflejo del momento que atraviesa actualmente la Casa Real sueca. La inesperada ausencia de la princesa Sofia, mujer del príncipe Carlos Felipe, fue el detalle que más llamó la atención en el gran acto internacional presidido por el rey Carlos Gustavo. La polémica persigue a los Bernadotte después de que salieran a la luz los vínculos entre Sofia de Suecia y Jeffrey Epstein. Según uno de los periódicos más influyentes de Suecia, la princesa Sofia se habría reunido varias veces con el magnate condenado por tráfico sexual de menores durante la época en la que ella vivió en Nueva York. Así las cosas, su cuñada, la princesa Magdalena, destacó sobremanera en el banquete de los Nobel demostrando que pese a todas las críticas que ha recibido, es un gran activo para la Corona y una suerte de princesa al rescate.
Aunque Magdalena recicló un vestido color hielo de tul y pedrería que se le atribuye a Jenny Packham, una de las firmas favoritas de Kate Middleton, la Princesa no defraudó. Completó este impresionante vestido con la tiara de aguamarinas y joyas con las mismas gemas de su colección particular. La diadema elegida tiene impresionantes aguamarinas y es conocida como Kokoshnik, en alusión a los tocados típicos rusos, que llegó a la Familia Real sueca a través de Margarita de Connaught y la princesa Sibila se la dejó en herencia a la princesa Margaretha, hermana del rey Carlos Gustavo. Es una tiara imponente con la que la princesa Magdalena siempre se ha sentido muy cómoda, ya que las aguamarinas resaltan sus intensos ojos azules.
Esta vez, la presencia de Magdalena en los Nobel no ha estado acompañada de polémica; al contrario, su participación se ha interpretado como un soplo de aire fresco ante la ausencia de su cuñada. La Casa Real explicó que la princesa Sofia no acudió porque debía cuidar de su hija pequeña, la princesa Inés, que todavía es un bebé, en un momento en el que se han conocido sus antiguas vinculaciones con Epstein. Magdalena ha logrado un equilibrio que no parecía sencillo: retomar plenamente su papel como Princesa mientras impulsa su proyecto empresarial y deja atrás las críticas surgidas tras el lanzamiento de su firma cosmética. Un contraste notable con la situación de la princesa Sofia, que hasta ahora siempre había sido uno de los principales activos de la Corona sueca.
Princesa en el punto de mira
El pasado marzo, Magdalena de Suecia sorprendió al mundo al anunciar que había fundado su propia empresa cosmética, MinLen, en colaboración con la firma suiza Weleda, líder en cosmética natural y bio desde hace más de 100 años. Este negocio provocó una lluvia de comentarios negativos, pues la opinión pública veía que podía usar su relación con la Casa Real sueca con fines comerciales. "Como todos sabéis, hace algunos años tomé la decisión de renunciar a mis deberes reales y limitar mis actos oficiales, aunque, por supuesto, si padre me lo pide, siempre estaré ahí. Pero hacerlo de manera privada me ha permitido explorar otras facetas, otros proyectos... como crear una empresa", así justificaba la Princesa su aventura empresarial para la que, ha recordado, utiliza el apellido de Bernadotte y no su título de Princesa. Ahora, parece que todas es controversia, ha quedado atrás y ha conseguido volver a ser un miembro necesario de la Familia Real a la vez que tiene un pie fuera.








