Desde el nacimiento de su cuarta hija, el pasado 7 de febrero, la agenda de la princesa Sofía de Suecia ha cambiado por completo, algo comprensible si se tiene en cuenta una baja maternal más prolongada y flexible. Lo que realmente ha sorprendido es la confirmación de que no estará presente en una de las citas más emblemáticas de la realeza sueca: la entrega de los Premios Nobel, que se celebrará en Estocolmo el próximo 10 de diciembre. El país esperaba ese acto como su gran regreso a la vida oficial, pero su ausencia ha reforzado la percepción de que la agenda de la mujer de Carlos Felipe de Suecia es intermitente y, en cierto modo, desconcertante.
"Como sabéis, la princesa Sofia tiene un bebé pequeño y por eso no participará tanto en eventos oficiales este año". Esta es la explicación que la jefa de información de la corte, Margareta Thorgren, proporcionó a los medios del país cuando se compartió el listado de asistentes a los Premios Nobel de este año. Por eso, su aparición este pasado miércoles 3 de diciembre en un acto oficial, de carácter menor, en lo que es una agenda real, pillo a todos por sorpresa.
La única nuera de los reyes de Suecia reapareció en el Palacio Rosendal, situado en Djurgården, una isla en el centro de Estocolmo, para hacer un homenaje la fuente monumental que allí hay instalada como elemento decorativo desde hace 200 años. La explicación es que esa gran pieza se fabricó en Älvdalen, la ciudad natal de la princesa Sofia, en Dalarna.
Siguiendo la historia, la mujer de Carlos Felipe se encargó de poner un huevo fabricado en el mismo lugar y con el mismo granito, recordando que originalmente este obra de arte contaba con cien de estos que fueron robados. La princesa dio un pequeño discurso sobre las piedras únicas de Älvdalen y la historia de la artesanía sueca, pero lo que realmente llamó la atención es que asistiera a un acto justo una semana antes de su sonada ausencia: la que ya se ha confirmado en la que es la gran fiesta y el mayor "escaparate" de la familia real sueca a nivel global.
Desde que se comprometió con el príncipe Carlos Felipe, Sofia de Suecia no ha faltado a esta cita, una velada que es retransmitida en directa y que ha servido para comprobar como, año tras año, se ha sentido mucho más cómoda en su papel. "Esto es sumamente sorprendente. Sofia estuvo incluso en la fiesta del Nobel cuando estaba embarazada y ahora ha pasado casi un año desde que tuvo a su hija. Creo que hay más gente a la que le sorprenderá no verla en el Salón Azul", afirma el reportero sueco especialista en realeza, Johan T. Lindwall refiriéndose a la edición del pasado año, cuando la princesa acudió ya con un cuarto embarazo muy avanzado.
Esta ausencia, que si bien es llamativa teniendo en cuenta la máxima exposición y la importancia que tienen los Nobel para la monarquía sueca, encaja en cierto modo en una agenda que ha perdido peso: ha asistido a un acto al mes desde septiembre, pero que nunca había faltado a las grandes citas, como han sido este mismo año el cumpleaños del rey Carlos Gustavo o el Día Nacional, actos a los que acudió con la pequeña Inés, por esto, su ausencia este 10 de diciembre es todavía más desconcertante.











