El Palacio Real de Oslo ha acogido la noche de este lunes una cena de gala ofrecida por los reyes Harald y Sonia con motivo de la visita del matrimonio Macron, que ha comenzado horas antes y supone un hito histórico que no se producía desde hacía cuatro décadas. Y es que hay que remontarse a 1984 para situarnos en la anterior vez que un mandatario francés visita el país escandinavo. En esta velada, la gran protagonista ha sido la princesa Ingrid Alexandra, a la que hemos visto ya por la tarde junto al presidente galo en una conferencia sobre la descarbonización industrial. La segunda en la línea de sucesión al trono ha causado sensación con un vestido de alto impacto que esconde una reivindicación y una tiara llena de significado.
La velada ha comenzado en la Sala de las Aves, pintada en 1837 y una de las más conocidas y alabadas del Palacio Real. En este enclave se han producido los saludos iniciales y también ha habido un intercambio de regalos. La princesa Ingrid ha accedido junto a sus padres, Haakon y Mette-Marit de Noruega. Su presencia generaba una gran expectación porque hasta ahora solo había acudido a un acto de estas características. Además, habrá que esperar bastante tiempo para volver a verla en una cena de gala porque en verano comenzará una nueva vida en Australia, donde pasará varios años estudiando en la Universidad de Sídney.
Ingrid de Noruega ha estrenado un vestido borgoña de satén con corsé y hombros descubiertos firmado por Vivienne Westwood, diseñadora británica que murió a finales de 2022 y que fue la principal responsable de la estética punk. Condecorada con la Orden del Imperio británico, convirtió la moda en un nuevo lenguaje y pasó a la historia por ser una de las primeras en denunciar los efectos negativos de la industria en el medio ambiente, convirtiéndose así en una pionera de la sostenibilidad.
En los retratos oficiales de su 18 cumpleaños vimos por primera vez a la princesa Ingrid con tiara, la misma diadema de diamantes y perlas que ha vuelto a sacar de su joyero para participar por segunda vez en una cena de gala. Se trata de una pieza con mucha historia para la familia, ya que perteneció a su tatarabuela, la princesa Ingeborg de Suecia, quien a su vez la recibió como un regalo de su marido, Carlos de Suecia. La princesa Ragnhild, hermana mayor del rey Harald, heredó la tiara y su hijo cumplió con su deseo de regalársela a la futura Reina de los noruegos cuando llegara a la mayoría de edad.
La cena de gala, a la que ha acudido también Astrid de Noruega, ha comenzado con las palabras solemnes de Harald V. "Creo que hablo en nombre de mucha gente cuando digo que, para muchos, Francia es sinónimo de buena vida. La alegría de estar juntos se caracteriza por un trasfondo preocupante. Nuestro mundo se ve afectado una vez más por la enemistad y el conflicto", ha dicho el Rey, que ha elogiado el "claro liderazgo" de Emmanuel Macron. A la izquierda del monarca estaba sentada su nieta y a la derecha la primera dama, Brigitte Macron. El presidente galo, sentado entre la reina Sonia y la princesa Mette-Marit, también ha dedicado unas palabras y ha sorprendido terminando su discurso en noruego, justo antes de hacer un brindis.
Los invitados y el menú
La cena de gala ha congregado a 72 invitados, entre los que había autoridades políticas, personalidades del mundo empresarial de ambas naciones, representantes de la cultura y deportistas como el ciclista Thor Hushovd y la futbolista Ada Hegerberg. La velada ha transcurrido en el Gran Salón de Banquetes, donde ventanales de casi seis metros de alto rodean la estancia de 300 metros cuadrados, resaltando una decoración extraordinariamente sencilla a base de Dioses griegos pintados a mano. Han degustado un menú con productos típicos noruegos compuesto por tomates y camarones, tartar de trucha ahumada, fletán y ciruelas.