Este 3 de octubre se cumplen 35 años de la muerte de Stefano Casiraghi, segundo marido de la princesa Carolina de Mónaco, en un trágico accidente que conmocionó al Principado y al mundo entero. Tenía solo 30 años y su fallecimiento se produjo en directo, ya que las cámaras retransmitían el Campeonato del Mundo de offshore (lanchas de alta velocidad) que se disputaba en aguas monegascas cuando el Pinot di Pinot volcó a más de 150 kilómetros intentando sortear una ola. Andrea Casiraghi tenía 6 años, Carlota Casiraghi, 4, y Pierre Casiraghi, el que menos le conoció y más se le parece, acaba de cumplir los 3 años. La suya fue la segunda de las tres muertes que golpeó a los Grimaldi y dejó una huella imborrable que ahora sus nietos mantienen más viva que nunca.
La hija mayor de los príncipes Rainiero y Grace, Carolina de Mónaco, contrajo matrimonio con Stefano Casiraghi en diciembre de 1983, apenas tres años después de divorciarse de su primer esposo, Philippe Junot. El joven empresario italiano, ajeno a los círculos aristocráticos, conquistó a la princesa con su sencillez, elegancia innata y espíritu aventurero. Discreto, pero carismático, Casiraghi encajó con naturalidad en la vida monegasca sin necesidad de títulos nobiliarios. No era príncipe, pero lo parecía. Su buen olfato para los negocios y su visión moderna contribuyeron al impulso de un nuevo Mónaco, más dinámico y abierto al mundo. Juntos formaron una de las parejas más atractivas de finales de los ochenta, no solo por su estilo y presencia, sino por la complicidad que irradiaban y por su capacidad para alternar un rally Paris Dakar con una de esas noches glamourosas de Mónaco o de París.
No lo parece por su legado, pero Stefano Casiraghi formó parte de la vida monegasca durante solo siete años, desde que se casó con la princesa, a la que conoció por unos amigos en común y cuyo embarazo precipitó la noticia de su compromiso, hasta su trágica muerte. Cuando Stefano se casó con Carolina, ella ocupaba un papel clave en Mónaco, ya que la muerte de su madre, la princesa Grace, en septiembre de 1982, había dejado al príncipe Raniero devastado y a Mónaco sin Primera Dama.
Así que Stefano Casiraghi entró en la Familia Grimaldi en unos años en los que la institución necesitaba de su implicación, tanto en la vida institucional como en esos márgenes que han sido cruciales para la realeza monegasca y que tienen que ver con el desarrollo del país. Solo un año después de la boda, el marido de la princesa fundó la sociedad que a día de hoy sigue liderando el sector de la construcción en el Principado y que continúa bajo el control de la familia Casiraghi, en concreto de su hermano, Marco Casiraghi y su hijo, Pierre. Obras públicas, planificación urbana, rehabilitación, demoliciones... Stefano Casiraghi tomó las riendas de la renovación de un país que estaba dispuesto a convertirse en sinónimo de lujo, estabilidad y finanzas internacionales, un camino que inicio Raniero y que el príncipe Alberto, con una visión más moderna y ajustada este siglo ha ido completando durante sus dos décadas de reinado.
Siete nietos, uno en camino y un claro heredero
Pierre Casiraghi nunca ha compartido públicamente si conserva algún recuerdo de su padre, Stefano Casiraghi, fallecido cuando él apenas tenía tres años. Sin embargo, resulta curioso que el hijo que menos tiempo pasó con él sea, paradójicamente, el que más se le parece. No solo en lo físico, sino también en su carácter: siendo el más cercano y accesible.
Además de asumir el rol que su padre desempeñaba en las empresas familiares, Pierre ha sido el único que se ha atrevido a retomar la pasión por el mar, no como simple aficionado, sino como deportista enfrentándose a uno de los mayores desafíos a vela, la Admiral's Cup, que consiguió ganar a finales del mes de julio con el Yacht Club de Mónaco, de quien también es vicepresidente. La gesta se desarrolló durante los meses de verano en las localizaciones de la Isla de Wright, Plymouth y Cherburgo, y concluyó con el preciado trofeo, cayendo en manos de Pierre Casiraghi.
Fue precisamente en esa entrega de trofeos, a la que tampoco faltó Alberto de Mónaco, donde se puedo comprobar que Stefano Casiraghi tiene herederos para rato, ya que Pierre estuvo acompañado por su hijo mayor, que tiene 8 años y que también se llama Stefano Casiraghi y físicamente muy parecido a su padre, aunque también rasgos de Beatrice Borromeo. Caminando detrás de su padre y maravillándose ante la copa que este sostenía.
Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo se conocieron en 2008 durante sus estudios en Milán y comenzaron una relación que rápidamente captó la atención mediática, él siendo un Grimaldi y ella una aristócrata y periodista italiana perteneciente a una saga que incluso poseen unas islas, donde se casaron en el año 2015 en una de las bodas más bonitas de la realeza europea. Juntos tuvieron dos hijos: Stefano, nacido en 2017, y Francesco, nacido en 2018, y todo apunta a que pronto tendrán a su primera niña.
Los hijos de Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi no son los únicos nietos del recordado Stefano Casiraghi y Carolina de Mónaco. Andrea Casiraghi, casado con Tatiana Santo Domingo, tiene tres hijos: Alexandre, India y Maximilian. Por su parte, Carlota Casiraghi, es madre de dos niños: Raphaël, nacido de su relación con Gad Elmaleh, y Balthazar, fruto de su matrimonio con Dimitri Rassam. En total, Stefano Casiraghi tiene siete nietos, y uno más en camino, consolidando el legado familiar que él dejó demasiado pronto.