La princesa Gabriella de Mónaco vivió un momento muy especial en Carladès, la región francesa a la que acudió con sus padres, Alberto II y la princesa Charlene, y su hermano, el heredero Jacques, hace unos días para marcar así un nuevo paso en su vida institucional. A sus diez años, la princesa de Mónaco y condesa de Carladès, por eso se celebró allí este debut, fue la protagonista de un primer acto oficial con carácter histórico que se centró exclusivamente en ella y que se enmarca en los eventos que ha diseñado el principado con motivo del 20º de Alberto de Mónaco en el trono. Al margen de la entrega de llaves, del baño de masas y de las inauguraciones pertinentes, la princesa Gabriella tenía el cometido de contar una historia y es esta.
La imagen se repetía: la misma dinastía, en el mismo lugar y bajo el mismo árbol
Fue al final de la jornada, cuando la familia ya estaba en un lugar que simbólicamente sigue perteneciendo al príncipe de Mónaco, cuando la pequeña cumplió con el cometido encargado y sacó una foto. Alberto, Charlene y sus dos hijos venían a repetir, en el mismo lugar y bajo el mismo árbol, la foto familiar que se tomó la princesa Carlota de Mónaco en 1912, también durante una excursión familiar que parece ser habitual entre los Grimaldi, ya que este lugar, el condado de Carladés, representa uno de los lazos históricos más antiguos entre el Principado y Francia.
La de la foto, Carlota de Mónaco, era la madre de Raniero III, por tanto, abuela del príncipe Alberto y bisabuela de Jacques y Gabriella. Ella es toda una institución familiar, ya que su papel fue clave para el futuro de Mónaco. Aunque su presencia pública no fue destacada, su papel discreto fue clave para asegurar la continuidad de la dinastía Grimaldi, ya que tenía 22 años cuando fue adoptada oficialmente por su padre, el príncipe Luis II, convirtiéndose así en heredera del Principado en un momento en que Mónaco corría el riesgo de perder su soberanía al no tener descendencia oficial.
El niño de esta imagen es Raniero III de Mónaco, está con sus padres (Carlota de Mónaco y Pierre de Polignac), su abuelo (el príncipe Louis II) y su única hermana, la princesa Antoinette
De este modo, la princesa Carlota, que hasta su muerte fue la duquesa de Valentinois, se convirtió en la depositaria de los derechos dinásticos y en el eslabón que permitió a su hijo, Rainiero III, heredar el trono. Un giro decisivo en la historia de un país en un contexto muy concreto, ya que el tratado franco-monegasco establece que si el príncipe soberano no tenía descendencia legítima, Mónaco se anexionaría a Francia, una medida que se tomó con el fin de evitar que el título de príncipe reinante pudiera recaer en una rama alemana de la familia Grimaldi, que estaban en ese momento reclamando el título.
Con el propósito de mantener viva su historia, darla a conocer y no perder la conexión con aquellas regiones vinculadas a la familia Grimaldi, el príncipe Alberto ha potenciado actos como este y también otorgó, tras el nacimiento de sus hijos en 2014, el título de Condesa de Carladès (tradicionalmente reservado a aquellos que ocupan la segunda posición en la línea sucesoria) a la princesa Gabriella, mientras que el príncipe Jacques recibió el de Marqués de Baux, lo que llevo el pasado abril a conmemorar el tricentenario de la muerte de su antepasado Jacques III de Matignon.