La Familia Gran Ducal, casi al completo, ha puesto el broche de oro este domingo a lo que han sido tres intensas jornadas de celebración que marcan el inicio de una nueva era para todos ellos y para su pueblo. La última gran cita, programada para las once de la mañana, se ha vivido con gran emoción y entusiasmo bajo un tiempo inestable que les obligaba a tener cerca el paraguas. Lo que ha transcurrido desde el viernes hasta hoy ya es historia del pequeño país centroeuropeo, cuya Casa Real ha contado además en estos días con el respaldo de otros representantes de monarquías europeas.
El cierre de los fastos ha tenido como escenario la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo, el emblemático templo del siglo XVII que se ha engalanado para la ocasión y desplegaba una enorme alfombra roja a su entrada por donde iban llegando poco a poco los invitados. Una vez dentro, tenía lugar el solemne Te Deum presidido por el cardenal Jean-Claude Hollerich, ceremonia religiosa cuyo nombre proviene del latín (traducido como A ti, Dios) y que constituye un himno litúrgico en la Iglesia Católica.
Como no podía ser de otra forma, al frente de la comitiva estaban Guillermo (43 años) y Stéphanie (41) de Luxemburgo, mientras que los principales ausentes han sido sus dos hijos pequeños: Charles (5) y François (2), a quienes sin duda se ha echado de menos. Esta vez, a diferencia de lo que vimos antes de ayer en la fecha que se firmaba la abdicación del gran duque Enrique, los dos pequeños príncipes no han estado con sus padres debido a su corta edad.
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