Los grandes duques de Luxemburgo, Enrique y María Teresa, están en plena cuenta atrás de su reinado tras 25 años en el trono. El 3 de octubre, el monarca de este pequeño país de Europa abdicará en favor de su hijo, el príncipe Guillermo, quien será el nuevo jefe de Estado. En la misa que tuvo lugar con motivo del Día Nacional, la pareja Gran Ducal se dejó llevar por la emoción y la gran duquesa María Teresa no pudo reprimir las lágrimas en un momento de gran emotividad.
Al Te Deum, que tuvo lugar en la catedral de Notre Dame de Luxemburgo, acudió toda la familia Gran Ducal. Una misa de gran solemnidad y en la que también hicieron acto de presencia el Mariscal de la Corte, Sacha Baillie; Catalina Esteve y Nicole Mestre, hermana y cuñada de la Gran Duquesa; los cuatro hermanos del Gran Duque, la princesa Margarita, con su esposo el príncipe Nicolas de Liechtenstein; la princesa María Astrid, con su marido, el archiduque Christian de Austria; el príncipe Juan y su esposa, la princesa Diana de Nassau y el príncipe Guillermo acudieron puntuales a la celebración.
En un momento de la misa, mientras el coro entonaba los himnos, las lágrimas afloraron en el rostro de Enrique y María Teresa de Luxemburgo. Embriagados por el momento, la pareja se dio la mano y fue el momento en el que la Gran Duquesa rompió a llorar al fijar la mirada en su marido. Tal fue la magnitud del momento que tuvo que hacer uso de un pañuelo para secarse las lágrimas. En este cuarto de siglo, siendo la cabeza de la Jefatura del Estado, el matrimonio ha pasado por momentos de todo tipo y ahora que empieza otra etapa siguen demostrando que son una piña y que el amor y cariño que se sienten sigue tan presente como el primer día.
En la segunda fila se encontraban el gran duque heredero Guillermo, con su esposa, la gran duquesa Stéphanie; el príncipe Félix, el príncipe Luis, con sus hijos Gabriel y Noah, la gran revelación de la jornada; el príncipe Sebastián y la princesa Alejandra, embarazada de su segundo hijo con su marido, Nicolas Bagory.
El pasado 8 de octubre Guillermo de Luxemburgo se convirtió en lugarteniente del país, es decir, asumió parte de las funciones de su padre, una especie de abdicación en diferido que se completará el 3 de octubre con el relevo definitivo en la Jefatura del Estado.