A medida que se acerca el momento histórico en el que Stéphanie de Luxemburgo asumirá su papel como gran duquesa consorte, tras la abdicación el próximo octubre de Gran Duque Enrique y la llegada de su hijo, el príncipe Guillermo, los símbolos de la monarquía comienzan a rodearla con mayor intensidad. Uno de los gestos más significativos ha sido su aparición en la cena de gala que ha tenido lugar este martes en el Palacio Gran Ducal, en honor al Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, luciendo las icónicas esmeraldas de las grandes duquesas, una joya con un profundo significado y que su suegra, María Teresa de Luxemburgo, ya le había prestado en alguna ocasión puntual. La cuenta atrás está en marcha.
La futura Gran Duquesa llevó los pendientes de esmeralda antigua y un brazalete a juego: uno de los conjuntos favoritos de su suegra
El simbolismo de las joyas reales, familiares o de Estado, es poderoso. Estas esmeraldas representan la continuidad y el legado que pasa de generación en generación. Su uso por parte de la gran duquesa heredera Stéphanie no solo marca su integración definitiva en la historia de la monarquía, sino que también envía un mensaje claro sobre su preparación para asumir el rol que le espera. Siguiendo los pasos de su suegra, Stéphanie los combinó con el brazalete a juego que lleva tres grandes esmeraldas.
Desde su matrimonio con el príncipe Guillermo, Stéphanie de Luxemburgo, desde que se casó con el heredero en octubre de 2012, ha mantenido un perfil discreto, pero su presencia ha sido constante en los eventos oficiales y en las iniciativas culturales y sociales del país. Madre de dos hijos, Charles y François, que a pesar de su corta edad pronto pasarán a ocupar el primer y el segundo lugar en la línea sucesoria, está a punto de ver como su figura, con la abdicación del gran duque Enrique en el horizonte, cobra una nueva relevancia.
Los pendientes favoritos de María Teresa de Luxemburgo para las grandes citas con la realeza
Con un diseño que mezcla una gran esmeralda con esmeraldas y diamantes más pequeños, los pendientes comenzaron a ser usados por la Gran Duquesa Josefina Carlota en la década de 1980 y aunque nunca se ha tenido confirmación del origen, se cree que pudieron encargarse con antiguas reliquias familiares. Se les conoce como los pendientes de esmeralda antiguos y la que más los ha usado ha sido la Gran Duquesa María Teresa, que en numerosas ocasiones ha creado su look en torno a ellos.
A lo largo de los años, María Teresa de Luxemburgo ha llevado estos pendientes con distintas combinaciones de collar y para eventos de mayor o menor relevancia institucional. Para las grandes galas los suele combinar con la Tiara Chaumet, un icono del joyero luxemburgués, cuya piedra central fue un regalo del emperador Francisco José de Austria en 1859 y que fue una de las tiaras favoritas de la legendaria Carlota I de Luxemburgo, gran duquesa por derecho propio y abuela del actual gran duque. Tras su abdicación, en 1964, esa tiara y el aderezo de pendientes, pulseras, collar y anillo pasaron a manos de la mujer de su hijo, la Gran Duquesa Josefina Carlota, que si bien la llevó en retratos señalados todo apunta a que no fue una de sus piezas favoritas.
Con la llegada de María Teresa de Luxemburgo esto cambió, ya que ha llevado todo el conjunto de esmeraldas, juntas o por separado, en muchas ocasiones a lo largo de sus 25 años en el trono. Fue los pendientes que escogió para la fiesta de las vísperas, a la boda de los reyes Felipe y Letizia y también para la recepción con la realeza durante coronación de Carlos III. Junto con la tiara, los llevó para el 70º cumpleaños de la reina Margarita de Dinamarca y los incluyó en numerosos retratos oficiales. Además, las ha prestado, aunque no en muchas ocasiones, a la gran duquesa heredera Stéphanie y a su hija, la princesa Alexandra. El próximo octubre, tras la abdicación, estas joyas familiares cobrarán un nuevo rumbo.